Fui a abrir la puerta luego de que el timbre haya sonado e interrumpido mi conversación con Martina.
Pensando en aquello, abrí la puerta y me encontré con mis tres primos y una tía.
— ¡Feliz cumple, mi vida! —me saludó la hermana de mi madre. Reí.
—Gracias tía —respondí.
— ¿Dónde está tu mami?
—Estaba adentro, haciendo jugo —achinó sus ojos, apretó mi cachete, rió y entró.
—Feliz cumple, campeón —me saludó Agustín.
—Gracias señor —lo burlé.
—Señorito, acuérdate —bromeó mi prima y me saludó.
—Mira —dijo otra prima—, ellos no te trajeron regalos porque son unos ratas, pero yo si te traje —me extendió una bolsa, divertida—, feliz cumple.
—Gracias —le sonreí.
— ¡Miren quién llegó de Córdoba! —escuché la voz de Cedric alegre. Reí mientras mis parientes se dispersaban y cerraba la puerta.
— ¡Señor psicólogo! —lo saludó Agustín y reí.
—Qué onda tanto tiempo. Cuando Dylan me contó que te habías ido a Córdoba a vivir solo yo dije "éste se va a morir de hambre" —rieron.
—No no, estoy viviendo con la abuela Niyati —asintió y me miró—. Che, ¿y qué onda Ámber? ¿Vino al final?
—Sí —respondí—, está allá, no sé por qué no se acercó a saludarte —señalé el grupo de tres mujeres.
Los ojos de Agustín se quedaron pausados y confundidos por un segundo. Seguí su vista y me encontré con Martina, que lo miraba seria y perdida. Me hizo acordar cuando en el cumpleaños de Eliana, Martina y Cristian se habían compartido miradas. Quité ese pensamiento de mi mente.
Mi primo comenzó a caminar hacia ella y una pequeña alarma sonó en mi cabeza, acelerando mi corazón. ¿Qué estaba pasando? ¿Qué era esa inseguridad que me consumía?
Entre los dos, Agustín siempre fue el preferido. Él, con sus músculos, abdominales, pelo sedoso, sonrisa perfecta, ese carisma que atrae a todos. ¿Cómo podría competir contra eso?
Seguí al chico que ya había llegado con Martina.
—Hola —le dijo con una pequeña sonrisa.
—Hola —respondió ahora sí la chica mirada intimidante. De repente la ternura en ella se había esfumado y la dureza se sintió en su tono. Recordé aquellas mini-peleas que tuvimos y lo neutra que era su voz. Ahora se notaba así.
« ¿Por qué tan tensa, Martina?»
—Agustín ella es Martina, Martina, él es mi prim... —intenté decir pero mi pariente me calló.
—Ya nos conocemos —dijo—, es mi ex novia.
Mi corazón dejó de latir por un segundo y el mundo comenzó a ir en cámara lenta mientras mi mente se daba cuenta de todo.
¡Ahora entiendo por qué sentía que la conocía el primer día de clases!
Hace dos años a Agustín le había empezado a gustar una chica y me la había descrito. "Esos ojos, esas pecas, Dylan, tendrías que verla" recuerdo que dijo. También me había mostrado una foto de ella pero como solo lo hizo una vez, esa imagen está borrosa en mi mente. Además, no se veía como se ahora se ve... En esa foto tenía una sonrisa inocente, como la de esa tarde más que la de todos los meses que fue mi compañera.
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Mi mala.
Teen FictionSi los ojos eran la ventana al alma, los de ella no estaban únicamente cerradas con tablones gruesos de madera, sino que tenía candados, cadenas y cualquier mecanismo de defensa allí. Pero, por alguna razón, necesitaba entrar de lleno por esa ventan...