A penas dormí los últimos tres días anteriores a ese. Y aquella fecha también. La emoción y euforia de comenzar el año lectivo en ese nuevo colegio ya no era controlable.
Papá y mamá eran tolerables entre sí. Más de lo que se esperaba. Después de la muerte de mi abuelo, mi progenitor fue muy atento con ella. A veces él dormía en casa, en el sillón, y otras no. No sé en qué juegos andaban pero me comprometí en que no me afectara tanto. Los problemas en mi familia fueron una gran carga para mí el año anterior y no podía permitirme que me ocurriera lo mismo.
Abrí los ojos y sonreí. El cuadro colgado con la primera hoja del guión de Mi mala en la pared ensanchó mi gesto. La obra salió bastante bien. Mamá fue a verla. Valentín y Nicole también. Y Agustín.
Sentí rechazo inmediato hacia su presencia, pero fui profesional y me concentré en que todo salga perfecto esa noche. Así lo sentí. Cuando salí del teatro, no lo volví a ver.
Solté un pequeño suspiro y me levanté para enviarle un mensaje a Nicole mientras caminaba para hacer mi desayuno.
Mis padres desayunaban conmigo cuando iba al colegio el año pasado. Pero desde que mamá se enteró del engaño del otro, ninguno de los dos volvió a realizar ese gesto conmigo, por más que estén en la casa despiertos o no. Preferían alimentarse solos o yendo al trabajo que con su hija. Pero esa mañana no me afectó. Hasta comenzaba a gustarme de que fuera así.
Aunque lo que pasó después me tomó desprevenida. Papá salió de la que antes era su habitación y mi madre le dio un pequeño beso. En la boca. La misma boca que el otro usó para mentirle, rebajarla y gritarle. Me dio asco y pena pensar que esa mujer era tan débil como para perdonar y volver a estar con alguien que no la quiere. Mi cuerpo se tensó de forma automática y volteé. Ellos no podían arruinarme mi día.
Terminé de preparar mi aspecto y me dirigí a la parada de colectivo que me llevaba al establecimiento escolar.
Los nervios atacaron mi corazón cuando apenas metí un pie dentro. Caminé un poco por los pasillos para llegar al patio exterior cuando, sin querer, un chico conectó su mirada con la mía. Los ojos eran cálidos y brillaban. Su sonrisa era inocente. Y, a pesar de que llamó mi atención, mi cerebro me gritó que desvíe mi vista hacia la castaña a su lado.
Era ella. Ámber al lado del dulce muchacho. A su lado, también se encontraba parado otro joven de espalda grande y brazos fuertes, y una muchacha con el pelo de dos colores distintos que, aunque su aspecto era muy llamativo, no le presté mucha atención.
Los recuerdos bombardearon mi mente de forma repentina y no los reprimí. No podía controlarlo entonces. El resentimiento y repulsión revolvió mi estómago y subió a mi garganta. Sentí el peso de mi rostro serio. Ámber me observaba con sus ojos celestes completamente confundidos por mi presencia allí. Mi corazón latente en el pecho se preparaba con la adrenalina para huir o luchar. Y era más que obvio que yo lucharía.
Solté una pequeña risa de satisfacción por lo perdida que se notaba al verme. Ella sabía que algo yo tramaba y hasta llegué a pensar que se asustó un poco por la sorpresa. Continué caminando, fingiendo que no me afectaba.
Después de una presentación por parte de los directivos de los profesores nuevos, pudimos entrar a nuestras aulas. Fui una de las últimas. En la primera fila, al lado de la puerta, era donde se encontraba el grupo de cuatro amigos que me crucé antes. Me ubiqué en la tercera fila.
Le contaba a Nicole lo que ocurría cuando noté de reojo que el flacucho amigo de Ámber se dirigía hacia mí. Se sentó en la silla vacía enfrente de mi escritorio y lo observé.
En esa corta distancia era más apuesto de lo que consideré. Sus ojos eran grandes, igual que sus cejas castañas, y me observaban con un destello que no podía descifrar. ¿Diversión, quizás? ¿O curiosidad?
Las facciones de su rostro me recordaron vagamente a Agustín. Sobre todo su nariz. Me reté por eso. No era momento de pensar en él. Un chico nuevo y atractivo no debía recordarme a él.
Sentí mi espalda tensarse y lo miré tratando de diferenciar cada detalle.
—Buenas —me dijo.
Recordé lo que Nicole me dijo: "si un chico lindo te llega a hablar el primer día de clases, es porque algo estás haciendo bien". No pude evitar reír.
Me miró con confusión ante mi acción.
—Buenas —respondí.
—Martina, ¿verdad?
Me agradó que sepa mi nombre, a pesar de que era la primera vez que hablábamos. Eso despertó mi curiosidad sobre si Ámber contó lo ocurrido conmigo o no. O si aquel chico estuvo preguntando por mí. Me animé a averiguarlo:
—No me digas, ¿tu amiga Ámber te habló de mí?
—No mucho —asentí con la cabeza, sacando conclusiones.
No negó que Ámber fuese su amiga. Y, si él venía a hablarme de la nada, quizás quería sacarme información sobre qué hago en esa escuela, para dársela después a la otra. Si eso era así, entonces era probable que ese muchacho tenga una personalidad parecida a Ámber. Sería un mentiroso y manipulador.
—Supongo que el amigo del tigre no es muy lejano a ser un felino también —pensé en voz alta y noté su confusión.
— ¿Y eso quiere decir...? —solté una leve risa.
—Deja, yo me entiendo.
—Pero yo también quiero.
—Uy, qué lástima, pero te quedarás con la duda —hice puchero, burlándolo. Traté de comunicarle de forma indirecta que no me sacaría la información que Ámber quería tan fácil. Si ella deseaba saber por qué yo estaba ahí, entonces que lo descubra por su propia cuenta.
—Buenos días —apareció una adulta que supuse que era a profesora.
—Esto no quedará así —dijo y se paró, alejándose.
— ¡Cuando tú quieras, flacucho! —grité con diversión y carcajeé.
Ese sería un largo año y se veía prometedor.
N/A: Bueno, señores y señoras, niños y niñas, animales y plantas, hemos llegado al fin al final de esta hermosa historia que le tengo un suuuuuuuuuuper cariño a sus personajes, sobre todo a mis dos protagonistas. Fue un largo transcurso, pero acá estamos.
Gracias a todos los lectores que llegaron hasta acá y los que se quedaron en el camino también. Gracias a todos los consejos que encontré en Internet sobre cómo escribir mejor y gracias a los sucesos de la vida que me inspiraron y ayudaron a describir los sentimientos en escenas específicas.
Es la primera vez que, al terminar una novela juvenil, no tengo pensado hacer otra novela juvenil. En cambio, voy a hacer algo más "policial", por así decirlo. Y me falta mucho para publicar el primer capítulo, por lo que seguramente eso hará que extrañe más a Mi mala.
Esta es de las historias que siento que más empeño le puse para desarrollar a fondo los personajes. Al menos, es lo mejor que pude hasta ahora, 2 de febrero de 2020. Y siento que con cada personaje cualquier persona se puede identificar. Porque intenté escribirlo lo más real que pude. Y eso también hace que quiera mucho a esta historia.
Me encantó escribirla. Recuerdo que cuando todavía no había salido ni la introducción, yo ya estaba emocionada con publicarla. Es probable que vaya a seguir editando algunos capítulos pero no estoy segura de cuándo. Así que bueno.
Hasta la vista, mis malos y malas.
Adri.
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Mi mala.
Teen FictionSi los ojos eran la ventana al alma, los de ella no estaban únicamente cerradas con tablones gruesos de madera, sino que tenía candados, cadenas y cualquier mecanismo de defensa allí. Pero, por alguna razón, necesitaba entrar de lleno por esa ventan...