Capitulo 16

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P.O.V  LISA.

El frío aire de la mañana que se cuela por la ventana de la habitación provoca un leve estremecimiento en mi piel desnuda cubierta solo con las finas sábanas de la cama. Afuera se oye el suave golpeteo de las olas contra la arena húmeda de la playa.

Lentamente abro los ojos, y lo sucedido la noche anterior aparece en mi mente como un flash, sus caricias, sus besos, sus manos recorriendo mi cuerpo, haciéndome suya una y otra vez hasta que el sol se ocultó y la luna acompañada de las estrellas salió a su encuentro, hasta que el cansancio poseyó nuestros cuerpos y el sueño nos invadió. Una cálida sonrisa se dibujó en mi rostro.

Frote mis ojos con mis manos para deshacerse de los restos de sueño. Intentó incorporar me pero su pesado brazo está abrazado a mi vientre por debajo de la sabana y su cabeza a tan solo centímetros de mi cuello, con gran esfuerzo y cuidado me giro para quedar de lado, enfrente de él, y apoyó mi cabeza sobre mi brazo doblado, gracias al movimiento y a que estaba casi colgando de la cama, la fina sábana que cubría mi cuerpo por sobre encima de su brazo, se deslizó hacia abajo cubriendo de mis caderas hacia abajo, dejando aun al descubierto el final de nuestras piernas.

Su rostro suave y brillante por el sudor se encontraba  impasible, y sin arruga alguna, con suma delicadeza acerque  mi mano a su cara y con los dedos empecé a repasar la , sus cejas, su nariz, sus párpados, su barbilla, sus carnosos labios, sus carnosos y deliciosos labios, tan poderosos como él pecado y sin poder evitarlo me acerqué y dejé un casto beso en ellos.

—Emm, que delicioso es levantarse así todos los días.— ni siquiera se movió o abrió los ojos, si no hubiera hablado aún parecería que siguiera dormido. Su voz ronca hizo estremecer mi cuerpo.

—Te oyes tan sexy con esa voz.— dije en tono pícaro. —Y además.— hice como si pensara mientras pasaba mi lengua por mis labios. —Sabes tan bien.

En sus ojos se abrieron de golpe y me observaban fijamente y en su rostro se dibujó una media sonrisa. —¿Si...?. Pues tengo el placer de informarle que es el sabor preferencial de la casa.

—¿Y se puede saber cual es ese sabor?.— el pareció pensarlo un momento.  En un rápido movimiento se giró y me puso encima suyo, poniendo sus manos en mis rodillas, yo apoye las mías en su pecho desnudo.

—A ti.— respondió. — A veces pienso que esto es un sueño, creo que en algún momento voy a despertar y tu ya no estarás y que nunca te casaste conmigo.

—Pues debes dejar de pensar en eso, ya pasaron dos meses y aun sigo aquí.

—Gracias.— dijo.

Moví mi cabeza de lado confundida. —¿Porque?.

—Es que creo que nunca te agradecí por quedarte, por casarte conmigo, por haberme dado una oportunidad a pesar de lo que yo te hice.

En sus ojos se veía la sinceridad y lo dulce de sus palabras en su voz, a veces era difícil creer que detrás de tan ruda apariencia se escondiera un hombre así.

—No debes agradecer me, no me case contigo por hacerte un favor a ti, lo hice por los dos, lo hice porque te quiero, no quiero que sientas que estoy aquí por alguna otra razón que no sea esa.—  acune su cara con mis manos y lo obligue a que me mirara a los ojos. —¿ok?

—Esta bien.— dijo con una gran sonrisa. —Te quiero.

—Te quiero.— me acerque a su rostro y lo bese, quería que por medio de ese beso sintiera  lo que le había dicho, que lo quería, que él era parte de mi mundo, una parte importante de el. Empezábamos a quedarnos sin aire y a regañadientes nos separamos.

APOSTADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora