Capítulo 1

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Enero de 2001.

—Todo resulta descabellado, el mundo como lo conocíamos ha cambiado tanto como la gente humana que lo habita, sus armas ahora son más poderosas que hace dos siglos atrás y es posible que puedan vencernos con ellas. Pero les recuerdo que ellos no son nuestros enemigos, abstengámonos a cometer un error como el que seguro se imaginan y sigamos siendo un misterio inimaginable. 

Mi voz temeraria se hizo notar con aquellas palabras, llamando la atención de la gente de mi pueblo. Estaba a mitad de mi discurso en un día nublado, discutiendo las nuevas reformas que se harían a partir de ahora. 

—Ahora que hemos podido llegar a otro siglo más gracias a nuestra valentía y vigor. Hay que aplaudirnos y estar agradecidos por lo que hemos logrado todos juntos. Vendrán tiempos peores y guerras que tendremos que afrontar con la frente en alto, ser más valientes. Sus hijos se verán afectados, sus esposas darán el último aliento con tal de que nuestra manada siga en pie, sus esposos darán la vida por sus seres más queridos.

Los rostros de las personas de mi manada me dejaban satisfecho y lleno de poder al ver sus expresiones de anhelo e ilusión. Alguna que otra temiéndole a lo desconocido, aun así, tenían que ser fuertes si querían seguir como estamos: completos y conocernos como la manada más temida. 

Con la confianza en mí para ser protegidos.

—Yo como Alfa de los Alfas. Yo Dimitri Ivanov, alfa de la manada Steel Fangs, prometo encontrar cuanto antes a la Luna de esta manada tan querida y unida, para traerle la mayor paz y control a nuestras almas que andan solitarias cerca de un abismo por faltar de esa pieza restante a nuestros corazones. ¡A nuestra manada!

Eufóricos comienzan a aplaudir en sus asientos y otros gritaban de emoción. La Luna, conocida como la reina del Alfa en las manadas de lobos, era una pieza tan importante y especial para su pareja como para su reino, el alma gemela. No podía haber una manada completa sin ella.

No era tan fácil encontrarla, o eso ha sido para mí durante todos estos años, décadas y hasta siglos encontrando a la pieza perfecta. Mi mate, la Luna de la manada más fuerte y temible que he formado a lo largo de los años, ese pedazo es tan dificultoso de poder hallar si te encuentras encerrado en cuatro paredes con la misión de proteger a tu clan, mi labor ahora está en desprender un viaje que tomará todo el tiempo necesario de encontrarla y traerla a mi manada.

Todos siguieron entre aplausos y gritos de alegría, festejaban mis palabras. Ya hacía falta que este momento pasara, una Luna sería el comienzo de nuevos inicios, sería parte de lo más sagrado de toda nuestra historia.

No era solo un juego.

—El Beta de la manada, mi querido amigo George, quedará a cargo de todo, sus reglas y normas deben acatarlas. Ya saben cuáles son los castigos de desobedecerlas. No me fallen, sigan con este orden y no se descarrilen. Sin más nada que agregar, me despido.

Y me alejé dejando a mi pueblo feliz.

...

El bosque a mi vista se vio pequeño como lo recordaba, los árboles danzaban por el viento que provenía del norte con el olor de las criaturas más misteriosas en las profundidades del río a unos cuantos kilómetros de aquí.

Había venido de muy lejos hasta aquí, han pasado ya dos meses desde mi partida y en los pueblos que dejé atrás fueron descartados ya que no había señales de mi eterna alma gemela. Días en los que no sé si fui impaciente, desmesurado o dejé la cordura a un lado, lo único que sé es que no la hallé en ellos. Quizás me estaba precipitando con la búsqueda, si existe mi alma gemela ella vendrá a mí por el destino. Sin embargo, testarudo es mi segundo nombre y si no hacía esto, iba a volverme loco. A veces creía que la razón de esta situación era por mi culpa, quizás mi pasado no defina al sujeto que me he convertido hoy en día porque esta es mi mejor versión, pero antes era considerado la criatura más abominable y detestable. 

TUYA. (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora