DIMITRI.
¡Maldición!
Esta situación se estaba saliendo de control, si tan sólo hubiese sabido que la madre de Egdar es nada más y nada menos que Agathe Villeneuve, otra bruja más del montó que me ha deseado la muerte. Sin duda Meredith tenía razón con respecto a su suegra.
Es una maldita bruja.
No estaba aquí para hacer las pases con su hijo o incluso en conocer a su nieta, ella estaba aquí por un objetivo en específico. Entrar a mi terreno, someter a la familia de mi Luna y a ella, en convencerlos de que soy un monstruo y que mi pasado siempre me hará enloquecer, que la oscuridad que ha acechado a mi familia me consume para dañar a las personas que más amo. Sólo deseaba que Astrid confíe en que ya no soy más ese hombre.
Moría por echar a esa bruja.
Estando en una de las colinas del bosque, reposé mi cuerpo en el suelo con mi forma humana, esta noche sólo quise correr sin sacar a Henry. El mundo parecía cada vez más pequeño, ¿cómo puede ser que Agathe sea abuela de Astrid? He tenido siglos perdiéndome a mí mismo por la culpa recorriéndome el cuerpo, dañando mi mente y haciéndome sentir la mayor escoria. Que me hiciera recordar el pasado, abrió una herida que la tomaba por curada.
Es insufrible vivir constantemente con la agonía de ser el culpable de la muerte de la mujer de un mejor amigo. Gracias a eso, he ganado un enemigo más a la lista.
Cometí errores que tuvieron consecuencias desde un principio, el poder que tenía en mis manos no me hizo mejor persona cuando obtuve de este. Fue lo que me llevó a cometerlos, a emplear una personificación de mí que no podía recordar sin hacerme sentir miserable. Fui ruin, fui malvado, me había convertido en esos monstruos que le cuentan a los niños para espantarlos.
Y todo lo perdí.
"—¡Dimitri, ya es hora de que te dejes llevar por el poder que tendrás a partir de ese momento! —vocifera Elizabeth mientras a su lado estaba Gerald, ella dándome ánimos de aceptar el reinado como Alfa de la manada de mi padre.
—No es tan sencillo como crees.
—Vamos lobito, así harás tus propias reglas, guiarás como te dé la gana a los lobos y así no tendré miedo de que nos tocará un Alfa a quien no conozca y no pueda sacarle provecho.
—Deja al pobre hombre decidir gata —comenta mi amigo controlando a besos en el cuello a Elizabeth.
Les gustaba comer frente a mí sin importarles que estaban junto a un muerto de hambre en el amor.
—Eres un marica —dice ella de vuelta, rodeando los ojos—. Deberías honrar a tu tatarabuelo que de alguna manera u otra nos creó.
—Ese viejo no era nada mío —refunfuñé. Harto de tener que escuchar que ese hombre condenó a toda su familia para convertirse en alguien estúpidamente invencible.
—Tú tienes que soportar la maldición del viejo loco y yo tengo que lidiar el odio entre las especies hacia la mía —reitera Gerald.
—Somos los abnegados, por eso formamos un increíble equipo —comenta ella.
—Tú por lo menos tienes una madre que se preocupa por ti y ya conseguiste a tu pareja —digo para señalar a Gerald.
—Sí, lo hice.
Al mirarse, se fundieron en un beso interminable donde parecían estar cogiendo ante mis ojos. Ya estaba acostumbrado, ambos eran tal para cual.
ESTÁS LEYENDO
TUYA. (COMPLETA)
WerewolfÉl, un hombre lobo en busca de su mate. Sintiendo que su mundo acabaría. Ella, una chica humana, su vida diaria fuera de lo normal. Lobos, vampiros, brujas, brujos. ¿Qué más podía tener en esta vida? ¿Acaso conoces la verdadera historia de los mate...