ASTRID.
Un estruendoso ruido hizo que me sobresaltara, cayendo al suelo al levantarme muy deprisa. Solté un quejido sobando mis rodillas quienes fueron las que recibieron el impacto. No sabía cuántas horas o minutos había dormido, pero suponía que los suficientes al percatarme de la luna desde mi ventana. Me puse de pie y un olor extraño se coló en mi nariz, aspiré y olía como si estuviesen quemando algo.
Los sonidos se volvían constantes, al abrir la puerta de mi alcoba; unos gritos desesperados me pusieron los pelos de puntas y bajé corriendo cuanto antes a la sala. Mis padres no estaban y eso era raro por la hora, estaba ocurriendo algo y el ambiente se sentía pesado. El olor a quemado volvía a presenciarse en el aire, los gritos venían de afuera y deprisa corrí a la ventana para ver qué ocurría. Quedé atónita a lo que mis ojos veían, una masacre en el pueblo se desató sin darme cuenta. Muchos iban de aquí y allá corriendo ensangrentados con heridas gravemente, localicé a varias personas del pueblo siendo vilmente fusiladas por otras las que mi mente no los identificaba.
Me aterroricé, estaba sola y mis padres no dejaban de cruzarse por mi cabeza. El miedo corría por mi cuerpo, temblaba asustadiza de lo que mi mente imaginaba, no podían estar muertos.
Diosa Luna, fuerza de lo celestial. Dios todo poderoso, no dejes que a mis padres les ocurra algo. Rezarle a todo lo sagrado era mi última alternativa, si salía y me exponía, iban a matarme sin dudar. A través de mi ventana veía como una chica era lanzada a una especie de fogata junto a otros cuerpos masacrados, desde mi vista todo se distinguía claramente. No quería quedarme con esta duda, tenía que saber cuanto antes la ubicación de mis padres o una señal para saber que están bien.
Busqué mi teléfono, sin pensarlo le marqué a mamá y el tono de su teléfono se escuchó en la cocina, caminé hasta esta y el móvil estaba en la mesa. Otra vez lo volvió a dejar, lo malo de la situación es que no había más a quién llamar, mi padre nunca se acostumbró a uno así que nunca pensó en tenerlo. Ya no había más opciones, no conocía otro número de teléfono. Mi última alternativa era salir.
Me gustaría estar dormida y que se tratara de una pesadilla, sin embargo, la suerte no siempre está de tu lado.
Decidida pero con las piernas temblorosas, me acerqué a la puerta trasera y la abrí ligeramente, no vi a nadie cerca y tampoco a los guardias que vigilan la casa. ¿Habrán muerto? Tomé iniciativa en desprender mi viaje en busca de mis padres. Respiré hondo con temor al ser descubierta por los asesinos que estaban haciendo esta maldad indeseable ¿Qué querían de este pueblo si no se metían con nadie?
—No, no, no —repetía en murmullos para mí misma cada vez que veía a alguien desconocido y me escondía entre los árboles, las lágrimas se acumulaban en mis parpados y la adrenalina iba hacer que estallara en cualquier momento. Una simple humana contra seres de fuerza mayor, terminaría más que muerta.
Con cada paso veía mi casa más lejana y me estaba arrepintiendo de salir sin algo con que protegerme. Un vampiro estaba escondido detrás de los arbustos, intenté llamar su atención.
—¡Hey! —musité hacia él, mientras me daba la espalda—. ¿Eres del pueblo verdad? Te llamas Ethan.
El chico al escuchar su nombre, se gira en mi dirección y me detalla. No debía verme intimidada, ya lo había visto varias veces en el pueblo y él a mí, solo que nunca cruzamos palabras hasta ahora. Parecía a la vista como un chico joven, pero la verdad llevaba en la tierra más de un siglo, sabía que formaba parte como guardián y era un seguidor de Asmodeo. ¿Cómo sabía de él? Bueno, un chico atractivo necesitaba de una acosadora que no socializa con nadie, más que sus padres y maestros.
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TUYA. (COMPLETA)
WerewolfÉl, un hombre lobo en busca de su mate. Sintiendo que su mundo acabaría. Ella, una chica humana, su vida diaria fuera de lo normal. Lobos, vampiros, brujas, brujos. ¿Qué más podía tener en esta vida? ¿Acaso conoces la verdadera historia de los mate...