Capítulo 23

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DIMITRI. 

Había tenido suficiente cosas en esta vida, tanto malas como buenas, tanto desagradables como extraordinarias. La vida que me prometí se estaba cumpliendo, aún no acaba mi historia, todavía me quedaba un largo camino por recorrer del cual no sé qué me espera, pero estoy seguro de hacerlo. A veces las cosas son inesperadas, el destino te encarga objetivos para cumplirlos y ahí estaba el mío. Vestida con una falda a juego con sus zapatos, su cabello balanceándose entre la tela blanca de su blusa reluciendo lo oscuro y desordenado como siempre le gustaba llevarlo. 

Aún sentía un vacío en mi pecho por haberme descuidado, si hubiese estado más atento, los Magus jamás se habrían topado con ella para causarle un momento que no dudaría de borrar de su mente. Su recuperación fue más rápida de lo que pensé, bastaron dos días para que su cuerpo se repusiera, claro que hidratándolo y avanzando con el proceso de desintoxicación. Ahora se encontraba mucho mejor, alegre como siempre la recordaba, dándonos a entender a todos que ella poco a poco lo superaría por su fortaleza. 

Reposó en nuestra habitación durante esos dos días, fue un reto ya que siempre quería estar despierta y era el poco tiempo que permanecía dormida, un efecto de tener miedo al no volver a despertar. Lo entendí, fueron dos noches largas en las que sentía su temblor y los terrores nocturnos la invadían, por suerte la tercera noche durmió mucho mejor y las demás, logró conciliar el sueño sola en su habitación. 

—La próxima vez, no dudaré en devolverles el golpe —su voz resonó luego de que la música en el estéreo cesó. 

Estábamos reunidos en la sala mientras celebrábamos su cumpleaños, y como ella había dicho, solamente estaban sus padres, Agathe quien no mentía con pasar más tiempo con su nieta e hijo, George, Estrella, Lenna y desgraciadamente Christiano, o como sea su nombre, el punto es que estaba muy entretenido escuchando lo que Astrid estaba hablando. 

Por mi parte, me entretenía al observarla y escuchar lo que su padre estaba diciéndome, pero yo no podía prestarle atención. 

—He escuchado que su empresa automotriz es una de las más reconocidas aquí en Rusia. ¿Cómo puede manejar una manada y una empresa a la vez? —su pregunta capta mi atención.

—Jamás imaginé convertirme en el presidente de una empresa, por herencia el dinero no me es problema, pero el puesto fue un obsequio de mi jefe cuando era pasante para graduarme de la universidad. 

—¿Fue a la universidad?

—Obligado por mi padre que también fue obligado por mi abuelo, me gradué de ingeniería industrial y conocí al señor Jeffrey y fue quien me enseñó de muchas cosas, fui como un hijo para él y en su lecho de muerte dejó la compañía a mi nombre porque creía que seguiría mejorando a la industria que creó. 

—No se equivocó con usted.

—A veces tanta presión me hace querer cerrarla o elegir a un nuevo presidente, pero luego recuerdo que me dio como obsequio algo que con mucho esfuerzo fundó. Trato de sobrellevar ambos mundos —confieso. 

—Eso es increíble Alfa Ivanov. 

—Sabe que puede llamarme Dimitri, a fin de cuentas, somos familia. 

—Sí, pero por respeto y toda la historia que conozco de usted, hace que salga natural. Lo intentaré, Dimitri —así estaba mucho mejor—. Iré por más de ese delicioso pastel, estaba buenísimo, pero no le diga a mi esposa que preferí otro pastel que los de ella. 

Hago un gesto como si sellara mi boca con un candado, dándole a entender que será bien guardado su secreto. Meredith sí que espantaba hasta a su esposo con su carácter.

TUYA. (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora