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ASTRID.
Enero de 2019.
Abrí los ojos luego de un sueño pesado, estaba en la nueva habitación que poco a poco iba a acostumbrándome al verla como algo que tendré por el resto de mi vida. Había memorizado cada esquina de esta por todo el mes que ha avanzado tan rápido sin darme cuenta, no había hecho nada interesante durante este tiempo estando aquí, mi rutina se resumía en levantarme, ir a la sala de juegos o la biblioteca, dejar que el día siguiera para caer la noche y volver a mi habitación.
Hace dos semanas fue el cumpleaños de mi padre y lo celebramos junto al nuevo año. Dimitri se mantenía ocupado, casi no lo veía con frecuencia y comenzaba a irritarme su indiferencia. Ni siquiera preguntaba por mí, no le importaba cómo me encontraba o siquiera pasarse para verme aunque sea. En el palacio la gente me conocía como una invitada más y a mis padres, según George —el beta del Alfa— así sería hasta que sea el momento perfecto para presentarme como la Luna. Tal vez me sentía poco preparada para un paso tan grande como el que daré, es decir, no estaba segura si toda esta gente se sentirá segura bajo una adolescente.
Tenía miedo.
Decidí refrescar mi cuerpo con un baño de agua fría, no me importaba si eran las 8 de la mañana. Cerré rápidamente la ventana para que siguiera colándose la brisa y fui a la enorme ducha de mármol.
Me entretenía con cada decoración de los pasillos donde me conducía, terminando en la sala de juegos. Había una mesa de billar, una inmensa pantalla plana incrustada a la pared, a bajo en una mesita reposaban los controles de la playstation, consolas de wii y Xbox junto una repisa con cientos de vídeo juegos.
Esto sí era una sala de juegos, un paraíso para los amantes de todo esto. Como yo, últimamente mi día a día la pasaba jugando vídeo juegos, además de los juegos de mesas con mis padres. A lo lejos pude escuchar unos pasos firmes sobre la madera y giré para encarar al responsable.
Su rostro tomó un brillo al verme en medio de la sala, conteniéndose en acercarse un poco más. Fui yo la que dio esos pequeños pasos que nos distanciaba.
—¡Ivanov! Al fin puedo ver tu rostro —formulé sin contener la verdad en mis palabras, ya ni recordaba el enigmático color de sus ojos, además de su porte tan intimidante.
—¡Villeneuve! ¿Me extrañaste? —me regaló la sonrisa más encantadora de todo este mundo.
Sonreí apenada bajando la cabeza para que no se fijara en mi sonrojo.
—Noto que sí lo hiciste, he tenido mucho que hacer de aquí y ya, además de encargarme de mi pueblo tengo que tomar riendas en mi compañía.
—¿Compañía?
—¿Cómo crees que mantengo el lujo de esta mansión? Debo trabajar fuera de estas paredes. Lejos de este pueblo hay una ciudad, paso la mayoría del tiempo aquí, pero cuando debo partir, es de carácter urgente.
—Sí, entiendo. Mi padre trabajaba en un frutería para ganarse la vida, yo no sé qué haré. No me dejan siquiera tener estudios como alguien normal, mis clases desde que tengo memoria, siempre han sido en casa, no sé cómo es el mundo allá afuera.
—No necesitas trabajar Astrid, yo te lo daré todo.
—¡NO! Eso sería depender de alguien toda mi vida y créeme que es lo menos que quiero cuando entre en la adultez.
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TUYA. (COMPLETA)
Manusia SerigalaÉl, un hombre lobo en busca de su mate. Sintiendo que su mundo acabaría. Ella, una chica humana, su vida diaria fuera de lo normal. Lobos, vampiros, brujas, brujos. ¿Qué más podía tener en esta vida? ¿Acaso conoces la verdadera historia de los mate...