Capítulo 9

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*Si este capítulo llega a diez estrellitas y diez comentarios, subo otro capítulo.*

ASTRID.

Al llegar, suspiré de cansancio por recorrer todo el camino hasta aquí. El camino se nos había hecho largo, debido al haber corrido no me di cuenta cuan lejos había estado del pueblo. Dimitri y yo cruzamos la entrada principal de la casa, la cual ya no tenía puerta por estar destruida. Algunos lugares de la casa estaban desastrosos, los Magus se encargaron de recorrer toda la casa en busca de mi persona. 

Supuse que mis padres estaban en la cocina por un rico olor a vainilla. 

—Tenemos que hablar Astrid —antes de entrar a la cocina, su voz interrumpe mi caminata y quedo inmóvil.

—¿Exactamente de qué? Ya sé la verdad, no voy a escapar te lo prometo. 

—Hay que aclarar muchas cosas a partir de este momento, tu vida cambiará una vez que nos vayamos a mi hogar.

—Entonces quedémonos en este lugar —sugerí y su mirada de reproche hizo que bajara la cabeza.

—No es un chiste Astrid. 

Continué guiando mi cuerpo hasta la cocina, encontrándome a mis padres en ella. Ellos suspiraron de alivio, comprendí que los había preocupado mucho. Mi padre estaba sentado en uno de los taburetes de la encimera y mi madre sacaba del horno unas galletas recién orneadas, otra de las miles que estaba preparando al notar que habían más en la mesa.

Mamá orneaba como maniática cuando estaba nerviosa.

—Hola —fue lo único en soltar de mi boca.

—Hola cariño —mi padre fue a darme un gustoso abrazo y mi mamá lo detiene.

—No, nada de cariño —soltó la bandeja y fue directo hacia mí, ya sabía lo que venía, el sermón de mamá osa— Ven acá señorita —tomó mi codo y me sentó en una de las sillas de la mesa—. ¿Cómo se te ocurre escapar de esa forma cuando estamos en plena invasión? ¡Querías matarme del susto! Pues ya lo has hecho Astrid Leticia Villeneuve. 

¡Oh Dios! Odiaba cuando utilizaba mi nombre completo. Era como un inicio a lo que venía después, reclamos y hacerme sentir muy miserable, tenía que estar precavida si no me soltaba una bofetada. Dimitri apareció por el umbral, haciendo que mi madre lo mirara con reproche y miedo. Solo esperaba que no me abofeteara frente de él, moriría de vergüenza. 

—Perdón, no quería actuar de esa forma, acepto todo lo que ustedes me objeten y aceptaré cualquier castigo —había sonado madura, si llevaba la contraria vendría mil regaños de los cuales no quiero lidiar y tampoco hacerles pasar un mal rato del que ya llevamos—. Acepto mi error.

Ella asiente en aceptarlo, con las ganas a flor de piel decido abrazarla y decirle al oído cuanto la amaba. Creo que funcionó ya que ella me rodeó con sus brazos, miré a mi padre y él sonrió, luego posé mis ojos en los de Dimitri y mantenía su rostro neutro. Cuanta seriedad en una sola cara, pero me hacía remover algo en el estómago. 

¡Basta!

—Tu castigo será acostarte sin comer, y tampoco comerás de mis galletas —solté un gritillo de frustración y eso era lo que no quería que pasara, mi estómago pedía a gritos comida y con el olor a galletas impregnado en toda la casa, me mataba.

—Bueno —dije desganada y con el estómago al suelo. 

—¡Mentira mi amor! —volvió a abrazarme—. Jamás te dejaría sin comer, aunque me pongas de malas o a veces tu rebeldía se desate, créeme que jamás te dejaría pasar hambre. 

TUYA. (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora