Día 19

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Lunes por la mañana.

Unos de los mejores días para levantarse temprano y empezar con toda la alegría posible.

Nadie se cree eso.

El lunes por la mañana es uno de los días más odiados por muchos.

Entres esos "muchos" se encuentra Valeria Gil, una chica la cual su despertador no sonó y en este momento está corriendo por toda su habitación ya que va tarde al instituto.

— Zapato, zapato... ¿Dónde estás zapato?—murmura la chica mientras busca su zapato por todos lados.

Valeria agarra la canasta de la ropa sucia y la voltea vaciando todo su contenido en el suelo de la habitación. Revuelve todo con rapidez hasta que encuentra su zapato entre el montón de ropa.

— ¡Aquí estás!—exclama con alegría, se sienta en su cama y se coloca el zapato.

— ¡Valeria!—grita su madre desde la planta baja— ¡Alejandro está afuera, vas tarde!

— ¡Voy!—grita Valeria en respuesta.

La chica corre hasta su tocador donde agarra el cepillo para el cabello y empieza a peinarse como puede mientras mete las cosas necesarias en su bolso.

Agarra su libro de biología cuando ya está lista y lo abre mientras empieza a bajar las escaleras.

— Odio los lunes—murmura con el ceño fruncido leyendo el libro.

Al terminar de bajar las escaleras se tropieza con la patineta de su hermano menos, lo que hace que Valeria casi caiga al suelo y gruñe molesta, pero la chica logra equilibrarse al apoyarse en la pared.

Se incorpora y corre, aún con el libro en la mano, hacia la puerta.

— ¡Adiós Mamá!—grita la castaña saliendo de su casa.

Corre hasta el auto de Alejandro y se sube con rapidez, abrocha el cinturón de seguridad y vuelve a dirigir su mirada al libro de biología.

— Pero que decente señorita Valeria—dice con sarcasmo Alejandro volteando a ver a la castaña— Ya ni saluda.

La chica voltea hacia él lentamente.

— Hola—dice secamente y devuelve su mirada al libro.

Alejandro ríe y niega con la cabeza para después encender el motor del auto.

— Parece que alguien amaneció de mal humor—canturrea el castaño. Valeria ni se molesta en mirarlo y sigue en su estado de concentración máxima.

Y quien no estaría de mal humor con todo lo que le pasa a la chica;

Como salió el sábado con Alejandro al pequeño pueblo de Ross, y la abuela del chico los detuvo más de lo debido haciendo que llegaran a sus respectivas casas a eso de las 11 de la noche, Valeria no pudo estudiar para su examen de biología, el cual, cabe resaltar, es muy largo ya que es uno de los de final de año escolar. Y si, el domingo estudió todo el día, hasta las 2 de la mañana, pero de todas formas no se le queda casi nada de la información.

En conclusión, se durmió a las 2 de la mañana, su alarma no sonó por lo cual va tarde a clase, no ha desayunado, y aún tiene que estudiar para su examen.

Simplemente genial.

— Eh, llegamos—informa Alejandro al ver que Valeria ni cuenta se había dado que llevaban más de dos minutos estacionados frente al instituto.

Valeria levanta la cabeza y la mueve para mirar alrededor.

Aún no han tocado el timbre.

— ¿Examen?—pregunta el castaño observando el libro de la chica.

21 Días Para Amar ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora