Capitulo 4

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Después de hablar con Diana sobre tonterías, opiniones y otras cosas, llamamos a nuestra otra amiga, Elena. Una chica de nuestra misma edad, alta, de pelo rubio y ojos color azul celeste.

Estuvimos viendo la película Hincame el Diente. Nunca me había reído tanto en mi vida. Estuvimos viendo la película y luego, simplemente, hablamos. Con ellas tres puedo sentir cómoda, y eso, en estos momentos, es lo que mas aprecio. También estuvimos hablando sobre mis padres, y sobre el encuentro que tuve esta mañana con ese chico.

Alrededor de las 5:30 me fui a mi casa andado. Daniel me mandó un mensaje, diciéndome que si quería que pasara a por mi, pero yo me negué. Me gusta la soledad.

Ahora mismo estoy de camino a casa, con mis manos enterradas en los bolsillos de mi abrigo, y con mi boca en la bufanda. Hace bastante frío, y puedo ver a gente pasar por las calles que se encuentra en la misma situación que yo: congelados. Camino a paso rápido, y mientras que lo hago, recuerdo a ese chico. Me parecía tan familiar, tan conocido.

Giro a la derecha. Solo faltan unas pocas calles para llegar a casa. Acelero. Me encanta el frío y el invierno, pero debería haberme abrigado mejor. 

Suspiro y miro para atrás. Veo a gente, a un pequeño grupo cerca de una cafetería, y también veo salir de ahí a un chico, pero no lo consigo ver. Giro la cabeza, y miro para adelante. 

Vuelvo a girar, pero esta vez a la izquierda, y observo las calles, a la gente, a los coches, a los locales, hasta que noto que alguien me observa a mi. Frunzo el ceño inconscientemente. Puede que sean imaginaciones mías.

Vuelvo a girar a otra calle, que esta solitaria, y el sentimiento de estar observada no cambia. Miro a todos lados, sin parar de andar, y no veo a nadie. << Esto debe ser una broma de mal gusto, o algo parecido. >> me digo, pero en el fondo se, que esto no es ninguna broma.

Miro por encima de mi hombro y sigue sin haber nadie, pero la sensación sigue ahí.

Vuelvo a acelerar mi paso, y ya consigo divisar mi casa a lo lejos. Suspiro de tranquilidad. Me revuelvo aun mas en mi abrigo, y después de varias zancadas, ya estoy en el jardín de casa. Subo por las escaleras, y saco las llaves de mi bolsillo. Antes de meter la llave en la cerradura, me giro, y observo el jardín y la calle. Todo parece normal, hasta que oigo un ruido en un arbusto del otro vecino, y después a alguien correr calle abajo. 

Así que era verdad. Alguien me estaba siguiendo.

Meto la llave, y entro en casa, con el corazón desbordado.

Elena en Multimedia. 

Miradas y Secretos. {Editando}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora