Daniel y su maldita costumbre de conocer a todos

986 79 21
                                    

Dejé mi portafolios sobre el escritorio.

-Se te mojó un poco.

-Buena observación.-Dije con sarcasmo.

Daniel rió. Era mi mejor amigo y compañero de oficina. Se sentó sobre la silla donde yo recibía a las visitas y me observó con atención.

-¿Darren te trajo?

Hice una mueca.

-¿Por primera vez en toda la vida?-Respondí sarcásticamente.-No. Vine a pie.

-Aún no entiendo qué haces con ese idiota.

Me encogí de hombros con indiferencia.

-Sabes que no es por mí. La señora Wallace...

-La señora Wallace murió, Em. Y, si me lo preguntas, la gente que hace testamento me cae bastante mal. Es como si quisieran dar órdenes incluso después de muertos.

-No hables así de ella.-Protesté.-Fue como una abuela para mí.

Él puso los ojos en blanco.

-¿Por eso vas a casarte con un amigo de infancia al que hace años que no ves?

-Dan, ya lo hemos discutido.-Protesté.-Darren me ama, y yo a él. No necesitamos una excusa para casarnos.

-Pero la tienen. La mansión de la señora Wallace y todo su patrimonio a cambio de una boda convencen a cualquiera, ¿verdad?-Preguntó alzando las cejas.

-Vete al diablo.-Dije sacando de mi portafolios la pintura de Londres.

-Vaya. ¿Ahora también pintas?-Preguntó.

-No, claro que no. Sólo es un obsequio.

-¿Un obsequio? ¿De quién? ¿Leonardo Da Vinci?

Dan tomó el dibujo y enarcó las cejas.

-Vaya. Es muy realista... ¿Segura no lo robaste de la National Gallery?

Reí y negué con la cabeza.

-Esta mañana en la plaza había un chico que estaba pintando. Comenzó a llover y lo ayudé a guardar todo. Entonces me la obsequió.

Daniel sonrió.

-¿En la plaza? ¿Era pelirrojo?

-Sí. ¿Cómo lo sabes?

-Lo conozco desde hace años, es un gran amigo. Debí reconocer su estilo. No le digas que no lo hice.-Rió.

Mi corazón se aceleró de forma extraña.

-Me encantan sus dibujos. Llevo meses observando su trabajo...

-Sonaste algo obsesiva.-Bromeó Dan, aunque se puso serio al ver mi expresión.-No te enfades. Es un muy buen artista.

-Sí. Yo... Me gustaría que me hiciera un retrato.-Reconocí.

Dan me miró con curiosidad.

-¿Por qué no se lo pides? Ama su trabajo. No tendrá ningún inconveniente...

-Trabajo. Claro.-Murmuré.

Daniel notó el mensaje detrás de mis palabras y frunció el ceño.

-Eso fue algo malo, Emma. Sólo porque no tenga dinero no significa que no trabaje.

Quise que la tierra me tragara.

-Tienes razón.-Acepté.-Perdona.

-Estar con Darren es lo que te vuelve así. ¿Por qué no lo dejas de una vez?

-Ya hemos hablado de esto.

Dan miró hacia el techo con frustración.

-Maldita mujer. Déjalo de una vez.

-No puedo.-Insistí.-Y no quiero hablar de ello.

Él me miró con exasperación.

-De acuerdo. No lo mencionaré. Por ahora. Respecto a Rupert...

-¿Cómo se llama?

-Rupert Grint.-Respondió él.-Te decía, respecto a él... Hace una muestra en una galería el fin de semana. Deberías acompañarme. Puedo presentártelo y podrás pedirle que te retrate.

Asentí, conteniendo una ancha sonrisa.

-¿Cómo lo conociste?-Pregunté.

Daniel rió y se puso de pie, para salir de la oficina.

-Es mi cuñado.-Dijo sonriéndome antes de cerrar la puerta.

El pintor [Grintson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora