Capítulo XX: ¡Lucha!

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La lluvia caía sin cesar. Un sonido de lo más relajante se formaba debido a esta, placentero si se busca descansar. Las diversas plantas que rodeaban al Hospital de San Mungo se estaban dando un festín con el agua. Dentro de las instalaciones, miles de historias se contaban a diario. Y en el día de la fecha, otras tres se narraban al unísono. El gris del cielo podía ayudar a presentar el ambiente, pero a las circunstancias poco les importaba el clima.

Cuando Meli despertó, se llevó una de las peores noticias que podían existir. Llena de lágrimas, permitió que la escoltasen a la clínica. Sus amigos ya se encontraban en la misma, esperando lo mejor. Claro que a estas alturas, sólo un milagro podía salvar a Thomas. Su cuerpo se había deteriorado demasiado. Los doctores afirmaban que debían practicarle la cirugía inmediatamente, o no pasaría de la noche.

- ¿Qué?... ¿La cirugía a corazón abierto? ¿La del... cincuenta cincuenta? - Preguntó su novia entre sollozos. Se quebró al escuchar la respuesta de los médicos

El estado de Thomas era crítico. Y todos lo sabían. Sin embargo, no era el único que peleaba por su vida. Unas cuantas habitaciones más adelante, Draco Malfoy se encontraba recostado en una camilla, aunque estable. Había ayudado al joven Gryffindor en los baños de Myrtle la Llorona, pero no había salido ileso. Sus padres, Lucius y Narcissa, estaban presentes.

Aún así, lo único que pasaba por la cabeza de Hermione era Ron. Necesitaba saber cómo estaba. La espera había sido larga y tortuosa. La tristeza que sentía estaba a punto de ser opacada por su furia. ¿Por qué demonios tenía que sacrificarse por ella? El hecho de que él fuera una persona tan noble y pensara de esa forma, sencillamente la sacaba de quicio.

- ¿Qué voy hacer?... ¿Qué haré si no te tengo en mi vida, Ron?... - Murmuraba entre sollozos, arrodillada junto a su cama. Al parecer, había logrado dejar su enojo de lado - ¿Cómo se supone que... siga?... Eres mi vida, mi amor - Sus lágrimas habían humedecido toda la sábana

La realidad es que no sabía cómo seguir adelante. No se imaginaba la vida sin Ron a su lado. Simplemente, no podía lidiar con ello. El hecho de no tener noticias sobre su estado la estaba torturando. Ni siquiera el apoyo constante de Ginny le era de ayuda.

- ¿Por qué demonios tenía que pasar esto?... Luchamos durante meses en condiciones peores - Soltaba mientras derramaba sus lágrimas - Y ahora, en un abrir y cerrar de ojos, está un estado crítico...

Uno de los enfermeros entró en la habitación. Con seriedad, tomó el pulso de Ron y lo monitoreó con ayuda de los aparatos electrónicos a los que estaba conectado. Al parecer, el lugar funcionaba más como un hospital muggle que como uno mágico. Claro que al final, el hombre deslizó su varita y realizó un chequeo general. No todo es lo que parece.

- Está débil... nuestros expertos han estudiado el hechizo del cual fue víctima. Le administraremos un bezoar, pero el resto ya depende de él...

- ¿A qué se refiere? - Preguntó Ginny. La castaña permanecía callada, con breves sollozos al lado de la cama de Ron

- Bueno, el veneno fue transmitido a través de una maldición - Afirmó el médico - Si bien el bezoar es eficaz contra todos los venenos, no estamos seguros de que pueda contrarrestar los efectos de uno propinado con magia. Depende del joven... y de la fuerza que tenga para vivir - Concluyó con la mirada perdida, mientras introducía el bezoar en la boca de Ron

Sin más, el enfermero salió de la sala. Todo estaba dicho, al parecer.

- Ginny... ¿puedes dejarme sola? - Pidió Hermione, con la voz quebrada - Dejarnos, en realidad.

[Romione] Cuando me miras a los ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora