Capítulo XXII: Bajo la luz de las velas

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El regreso a Hogwarts llegó antes de lo esperado. Aún faltaba un mes para los exámenes finales, los E.X.T.A.S.I.S. Hermione sólo podía pensar en ello. Lo que había estudiado a lo largo de todos estos años se resumía en esos exámenes. Le irritaba el hecho de tener que empujar a Ron - literalmente - para que este hiciera sus deberes y se pusiera a estudiar, cuando debería hacerlo por voluntad propia. A decir verdad, todo le molestaba a la castaña. Se encontraba muy tensa y estresada. Maldecía a Dolohov y los suyos por quitarle tiempo de estudio.

A pesar de que a Ron le alegró saber que Krum había vuelto a Durmstrang y ya no molestaría con su presencia, se encontraba absolutamente desmotivado. No tenía ganas de estudiar ni de jugar al Quidditch. Nada le apetecía. Ya ni siquiera disfrutaba la hora de la comida, ni los recreos. Y es que el pelirrojo no estaba satisfecho con su año escolar. Se suponía que él asistiría a su último año para pasar tiempo con su novia. Sin embargo, las redes del destino conspiraron en su contra. Había pasado tiempo con Hermione, pero no que este fuese muy alegre. Si no discutían, estaban peleando contra los mortífagos, o sospechando de Krum, o recordando los terribles sucesos de las vacaciones anteriores. Para Ron, el séptimo año apestaba. Sin embargo, su novia también era la fuente de su alegría. El saber que ella estaba bien le reconfortaba. Su amor no había disminuido ni un poco.

Harry estaba terminando el año escolar tal y como lo había comenzado: en paz. Practicaba de vez en cuando con el resto del equipo, aunque el torneo de Quidditch aún no había comenzado. Cuando no estaba con Ginny, se la pasaba con sus amigos. Tenía pensado comenzar el curso de auror en cuanto se graduase, junto a Ron; el resto, sin embargo, tomarían caminos separados.

La relación de Ron y Hermione había avanzado mucho. Ya no peleaban tan a menudo, algo inusual en ellos; el pelirrojo había calmado su temperamento luego de los incidentes recientes. Habían comenzado a dedicarse más tiempo, saliendo a caminar juntos. Como las visitas a Hogsmeade estaban canceladas, se conformaban con andar por los alrededores del colegio. Usualmente, ambos se situaban en un viejo árbol frente al lago; la castaña se recostaba en sus piernas y pasaban la tarde con tranquilidad y, por sobretodo, amor. No necesitaban nada más. Hermione disfrutaba mucho esto. Incluso prefería llevarse algunos libros y estudiar en ese ambiente, debido a la paz que le brindaba. Claro que Ron no pensaba igual. El que ella estudiara mientras estaba con él implicaba nada de besos ni juegos de ese estilo.

Y al pelirrojo lo estaba matando. Llevaba años enamorado de la castaña y, por lo tanto, hacía mucho tiempo que deseaba hacerle el amor. Hermione quería lo mismo, pero él no lo sabía. Tampoco estaba seguro de cómo sugerirlo. ¿Tendría que preguntárselo? Eso es obvio, pensaba. Nunca habían avanzado tanto como para ella entendiese lo que quería sin mediar palabra alguna. Pero no sabía cómo hacer eso. Además, el sólo pensar en ello le ponía demasiado nervioso.

Hermione, para colmo, estaba peor. Había estado estudiando como para resolver un examen de mil preguntas, por lo que se encontraba muy estresada. Ginny Weasley notó esto mientras se encontraban en la sala común, la cual estaba desierta salvo por ellas dos.

- ¿No crees que es suficiente ya? Honestamente, no creo que haya algo en esos libros que no sepas, Hermione - Dijo la pelirroja, observando cómo su amiga se desvivía por comprender unos conceptos de Aritmancia

En lugar de responderle, la castaña siguió sumergida en su lectura, revisando sus notas una y otra vez. Ginny decidió presionarla un poco.

- ¿Cómo va todo con mi hermano? - Preguntó sugerentemente, arqueando las cejas y deslizando una sonrisa pícara. Esta última demostró cierta satisfacción al llamar la atención de la castaña, que se había sonrojado.

Hermione quería dar ese gran paso con Ron. Había leído libros para saber qué hacer y qué no hacer. Por dentro se sentía lista, aunque el nerviosismo y la inseguridad aún la atormentaban.

[Romione] Cuando me miras a los ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora