Cap. 24 -. Todo cambia

385 72 4
                                    

Pasaron casi cinco de meses más desde que Darién y yo decidimos darnos otra oportunidad, me sentía realmente feliz y llena de gozo, en verdad amaba a este hombre y pensar en perderlo me partía el alma.

Cada vez que podia Darién salía para ir con Michiru, él estaba muy al pendiente de su embarazo como era debido y yo no le reprochaba nada ya que sabía que era su deber velar por su hijo, si... No negare que la idea de pensarlo estando con ella me hacía hervir la sangre pero casi siempre podía controlar mi sentido del ánimo, en fin es ilógico que sabiendo lo que pasa no tenga el valor de aceptarlo y de vivir con ello, el tiempo había pasado y ya debía estar acostumbrada pero la idea de que ella si pudiera darle un hijo y yo no me atormentaba casi siempre.

Una tarde saliendo del trabajo me topé con Michiru al llegar a mi apartamento, llevaba bolsas de compras y me quedé realmente sorprendida al verla sentada en el suelo frío del corredor con la cara entre sus manos, no supe reaccionar así que mis pies se clavaron al suelo sin dejar de mirarla llena de curiosidad, me acerque a ella y me agache para quedar frente a sus ojos, Michiru al notar mi presencia levantó la mirada y se puso de pie con evidente dificultad tomando su abultado vientre entre sus manos mirándome a los ojos con los suyos llenos de lágrimas.

—. ¿Que haces aquí? ¿Te sientes mal? —pregunte tratando de ayudarla pero ella dió un paso atrás evadiendo el toque de mis manos.

—. Vine a buscar a Darién... Se que él vive aquí, necesito hablarle. —dijo con la voz cargada de rabia por haberme encontrado ahí

—. Él... Llegará más tarde, ¿Quieres pasar? —pregunte mientras abría la puerta.

Michiru me miró extrañada y movió su cabeza en afirmación, entramos y le indique que tomara haciento.

—. ¿Quieres tomar algo? —pregunte desde la cocina.

—. No gracias... Solo quiero hablar con Darién...

—. ¿Pasa algo? ¿Te sientes mal? —podia notar su incomodidad cada vez que le hablaba pues su cuerpo se tensaba y tardaba en responderme.

—. !NO¡ Solo quiero esperar a Darién, ya hiciste suficiente quitándole a su padre a mi bebé... No quiero nada de ti. —dijo molesta poniendo sus manos nuevamente en su vientre dejando ver un rostro descompuesto por algún dolor que parecía agobiarle.

Me asusté así que me acerque a ella para brindarle mi apoyo, por suerte se dejó ayudar y ayudándola a sentarse tome el teléfono para intentar llamar a emergencias pero ella no me lo permitió.

—. Ya estoy mejor, deja eso... Es solo que los corajes no me hacen bien, últimamente me eh sentido demaciado sola y con todo esto... La verdad no sé si pueda lograrlo. —sus palabras me estremecieron, podía imaginar la triztesa que estaba sintiendo en ese momento al estar sola con todo y su embarazo.

—. Lo siento mucho... —dije bajando la mirada realmente apenada.

—. ¿Porque? ¿Lo sientes porque debido a ti mi hijo y yo estamos más solos que nunca? ¿Lo sientes porque cada noche debo dormir sola? ¿Porque escojo la ropa sola sin ayuda de nadie? ¿Porque mi bebé crecerá sin un padre?...

—. Michiru yo... ¿Qué debo hacer? Darién me ama y yo a él... Dime ¿de qué serviría que yo lo dejara? Él no te ama... —sonaba cruel, si así es... Pero era la verdad y aunque sentía una culpa enorme nada cambiaría pues Darién me amaba y yo a él...

—. Michiru dejo caer un par de lágrimas que en verdad me partieron aún más el corazón. —lo lamento... No debí decirte esas cosas, Michiru Darién ama a su hijo y jamás los dejara solos, él siempre estará para ustedes.

—. Pero no como lo habíamos planeado, este bebé había sido planeado por los dos, íbamos a casarnos, regresamos con la promesa de que formaríamos una familia y así como así se va tras de ti...

—. Espera... ¿Fue un bebé... Planeado? —en mi mente jamás imaginé tal cosa, Darién nunca me había mencionado cuánto tiempo tenía Michiru de embarazo, yo supuse que había quedado embarazada a propósito al final de su relación, tal vez al ver en peligro su romance.

—. Tengo casi ocho meses de embarazo, no se nota mucho porque soy muy delgada pero así es... Este bebé fue planeado por Darién y por mi, él deceaba tener una familia, pero ahora todo se ah derrumbado, Darién esta contigo y estoy segura de que traerá a mi hijo contigo y me quedaré sola. —lloraba desconsoladamente.

—. Me quedé asombrada, me sentí mal por lo que me había dicho, en verdad podía sentir el dolor agobiante que había en sus palabras y no quería ser yo quien la hiciera sentir asi.. —de pronto ella tomo su vientre nuevamente con sus manos y soltó un grito agudo de dolor, me asusté.

—. ¿Estás bien? Dios dime ¿qué hago?

—. !Me duele¡ !me dueleeee¡ —gritaba sin cesar.

Corrí en busca del teléfono y marque rápidamente los números de emergencia, mis manos me temblaban tanto que casi tiró el teléfono al suelo, logré hacerlo y regrese con Michiru haciendo lo que me pedían por la línea, tenía tanto miedo que pasará lo peor, ella gritaba más y más fuerte cada vez y yo sentía una impotencia aguda que apresaba mi pecho, intente llamar a Darién pero su teléfono me enviaba a buzón, maldije para mis adentros.

—. Tranquila, ya llamé a emergencias, la ambulancia llegará en un momento, por favor respira.

—. Darién... ¿Llamaste a Darién? —preguntaba apretando los cojines del sofá con los dedos, los nudillos de sus manos se tornaron blancos por la fuerza que sus puños ejercían, de pronto comencé a notar que el sofá estaba húmedo, no sabía que pasaba y eso hacia acrecentar aún mas mi preocupación.

Sin darme cuenta Michiru se desmayó, justo a tiempo llegaron los paramédicos y la subieron a la camilla de inmediato, sin pensarlo me subí con ella en la ambulancia, le pusieron oxígeno ya que no reaccionaba, el doctor reviso sus pulsasiones y mostrando cara de preocupación me miró.

—. Su pulso es muy débil, es urgente que la llevemos a ultrasonido para checar los latidos del bebé, la fuente se rompió antes, ¿Cuántos meses tiene? —pregunto asorado.

—. Ti... Tiene ocho meses, casi ocho meses... —dije con lágrimas a flor de piel.

De pronto mi móvil sonó, era Darién...

—. Hola cariño... ¿Cómo estás? —pregunto sin tener idea aún de la tormenta que se avecinaba.

—. Darién tienes que ir al hospital... Michiru se puso muy mal, la están llevando en la ambulancia...

—. ¿Que? ¿Como? ¿Que sucedió? —preguntaba evidentemente preocupado.

—. No lo se, solo la encontré a fuera del departamento y cuando estábamos hablando ella comenzó a sentirse mal y yo llamé a emergencias... Solo apresúrate por favor.

—. Si, si en un momento estoy en el hospital... —colgó.

Al llegar al hospital metieron a emergencias a Michiru, no me dejaron pasar por no ser familiar, me quedé en la sala de espera con un nudo en la garganta y mis miedos por que algo malo pudiese pasar a flor de piel, le rogué a Dios para que todo estuviera bien, solo quería verlos a ambos con bien, me sentí tan mal y miserable, como era posible que algo así estuviera pasando.

El Amor es... tu y yo juntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora