Cap. 29 -. Querida amiga

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Conforme el auto avanzaba y la brisa salina golpeaba mi rostro podía darme cuenta de que la sola idea de pasar algunos días alejada de todo me haría bien, no es que deseara que todo se borrará de mi mente pues para bien o para mal quería seguir recordando al menos los bellos momentos que pude pasar a lado suyo, sonreí instintivamente al recordar la forma en la que nos conocimos, no éramos más que dos personas peleando a cada rato, mirándonos con risas burlonas incrustadas en nuestros labios esperando que alguno se molestará por la actitud del otro, realmente la necesidad de tenerlo cerca de mi me estaba consumiendo cada día más pero como la mujer terca que soy me negaba a esa posibilidad, solo quería tal vez odiarlo para sacarlo de mi mente pero cada célula de mi cuerpo me traicionaba y exigía su toque en mi cuerpo.

Mire por la ventana del auto y podía ver el océano a lo lejos, la playa de arena blanca que parecía solo una fina tela que cubría tal vez algo en su interior, el calor golpeaba mis brazos y mi rostro haciendo que subiera el cristal del auto y encendiera el aire acondicionado, en la radio sonaba música que alimentaba mis ganas de pasarla bien, acordes que se metían en mis oidos y me hacían mover los pies y las manos al son que marcaba.

-. Te veo animada... Eso me agrada y mucho... -dijo Mina sonriendo mientras sus manos sostenían el volante del auto.

-. Solté un suspiro -Pues solo quiero pasarla bien estos días, olvidarme un poco de todo lo que a acontecido en mi vida, quiero recostarme en la arena y sentir la brisa en mi cuerpo, no se... Solo quiero volver a sonreír. -conteste mientras volteaba a mirar de nuevo por el cristal.

Llegamos a la cabaña después de cinco largas horas, baje del auto estirando las piernas y los brazos por sobre mis hombros, tapando mi ojos con la palma de mis manos para cubrir el sol, la cabaña era hermosa y grande, en colores terrozos y barandales blancos que la rodeaban, camine mirándola con esplendor sin aún poder creer que pudimos pagarla, en realidad fue una ganga, deje las maletas en la puerta de la entrada totalmente maravillada, camine acariciando finamente el barandal con mis dedos, note que llegaba hasta la parte trasera de la casa y había una escalera que bajaba hasta la playa, me quite los zapatos y los dejé acomodados en un rincón, me enrolle el pantalón y sin pensarlo admirada por la belleza de las olas que rompían en la orilla baje a caminar, me sentí en paz por primera vez en mucho tiempo, sentí bajo mis pies la delicada arena que atravesaba los bordes de mis dedos desnudos.

Cerré los ojos y solo me senté en la arena escuchando el sonido de las olas, las gaviotas que volaban, sintiendo el calor de los rayos del sol, la suavidad de la arena y lo extrañe, lo extrañe tanto que aún no podía creer que todo hubiese acabado así de pronto sin siquiera dar la oportunidad de amarnos como lo hubiéramos deseado, de pronto una lágrima rodó por mi mejilla dejándome sentír el calor de ella, cuando me di cuenta ya estaba anocheciendo, los gritos de Mina me sacaron de mi ensueño y voltee a verla sonriendo mientras ella gritaba que estaba lista la cena.

Me puse de pie y regrese a la cabaña encontrando mis maletas en una de las recámaras, me di un baño y me cambie poniéndome unos shorts, una polo en color azul y sandalias, recogí mi cabello en una cola alta y salí para llenar mi estómago, olía muy rico, a Mina le habían servido las clases de cocina que había tomado y eso lo agradecía ya que no era mi fuerte.

La cabaña por dentro era acogedora, aunque por el día el calor era fuerte, la brisa nocturna helaba los huesos, pero por dentro era cálido debido a la pequeña chimenea que adornaba la sala, los muebles en color hueso que daban a un ventanal corredizo desde donde se podía salir a la terraza que tenía una pequeña mesa y cuatro sillas para el desayuno o para admirar la puesta del sol, la cocina era pequeña con una isla que la separaba del comedor y la sala, tenía cuatro habitaciones muy bonitas cada una, Tom aún no llegaba faltaban un par de días para que lo hiciera y Andrew a última hora cancelo, obviamente sabíamos que su novia probablemente no había querido pasar las vacaciones con las amigas de su novio, < Estirada >, en fin la cena estuvo deliciosa y después de lavar los platos nos sentamos frente a la chimenea a tomar una botella de vino.

-. Serena... ¿Crees que algún día vuelvas con Darién? -pregunto Mina tan de repente que no me lo esperaba.

-. Baje la mirada y solté un suspiro que inundó mi corazón de triztesa. -te confieso que lo deseo todas las noches, no hay día en el que no lo ame o que lo extrañe, pero... No puedo olvidar las cosas que han pasado así como así.

-. En verdad quisiera que te dieras cuenta que tal vez estás dejando ir al amor de tu vida, tal vez podrías comprenderlo un poco, no debió ser fácil tener que decidir entre una vida y otra y aún peor lídear con los cuidados de una bebé recién nacida de lo cual no sabía nada, no lo se, tal vez no quería que sufrieras al igual que él.

Me quedé pensando en las palabras de Mina, tenía un poco de razón, tal vez actúe de forma egoísta y nunca me detuve a pensar en lo que él sufría, no habría sido fácil la desicion que había tomado y con la cual tendría que vivir siempre y aún así lo hizo, ahora era padre y no merecía que lo juzgará de tal manera, pero aún si pudiera pasar por alto aquello, la culpa por tal vez ocupar un lugar que no me pertenecía en la vida de Regina no me dejaba seguír adelante.

-. Sonreí tímidamente. -Se que tienes razón, pero... Él ahora tiene una hija que cuidar, y yo... tengo miedo Mina...

-. ¿Miedo a que? Dímelo.

-. Miedo a que algún día Regina me mire con ojos de odio al saber la verdad, al enterarse que su padre las dejo por estar conmigo y que su madre murió sin conocerla, no soportaría esa idea, me mata el tan solo pensar que pueda ser así, yo... Amo a Darién pero no puedo con esto.

-. En algún momento tienes que dejar tus miedos, tu orgullo y tus inseguridades, esa niña te amará, el amor que tu le puedes dar es tan puro como el que habría recibido de ella, no te atormentes más. -Mina me abrazo tan cálidamente que me deje llevar por la calidez de sus brazos y me desborde llorando.

Después de platicar hasta pasadas las dos de la madrugada nos fuimos a dormir, mientras arreglaba las cobijas sentí la necesidad de aire y me asome por la ventana sentándome en el borde mirando la bella luna iluminar el agua, las estrellas parpadeando tan intensamente que parecía que explotarían a cientos de miles de kilómetros.

-. Querida amiga luna, tu que lo vez todo, ayúdame a saber qué pasó debo dar, que camino debo tomar, ayúdame a despejar de mi mente está sensación de dolor y miedo, lo amo, lo amo tanto o más que el primer día y solo quiero verlo feliz y yo quiero ser feliz... Ayúdame por favor.

Me quedé así un par de minutos hasta que el sueño se acumuló en mi cuerpo, mis ojos se entrecerraban, camine a la cama y me recosté en ella jalando las cobijas hasta cubrirme completamente para calentar mi cuerpo, la paz que me daba el sonido de las olas me hizo dormir casi de inmediato, soñé con él y fue lo más bello.

El Amor es... tu y yo juntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora