Parte II, Capítulo IX: Mirada prohibida

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«Porque a través de esos dos espejos prohibidos reflejé a un ser inútil, horrendo como un mounstro. Vi a una marioneta de hilos, a un bufón triste. A través de esos dos espejos me vi a mí mismo.»

El infierno era un mundo cualquiera

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El infierno era un mundo cualquiera.

No estaba rodeado de fuego, No estaban condenando a nadie ni mucho menos torturando. El infierno simplemente era un lugar donde se enviaba a las personas pecadoras ante los ojos de Dios.

La Biblia le vendía al mundo mortal un reglamento extremadamente estricto con una consecuencia que les hiciera temblar para que ese reglamento se cumpliera al pie de la letra, Pero con ese cumplimiento llegaron las guerras, La discriminación, Las matanzas y otras cosas. El miedo de, Supuestamente, Arder entre las flamas del infierno eternamente no hacía que el ser humano pensara con claridad; Siendo ignorantes de lo que era el infierno en realidad.

Habitado por almas cualquiera enviadas ahí por un motivo (También cualquiera), El infierno se había convertido en un país ordinario. Siendo gobernado por siete demonios que no vivían en un enorme castillo ni vestían con prendas finas, Que no tenían cuernos ni cola en forma de tridente y mucho menos piel de colores extravagantes; Eran personas con poderes que lideraban el país, Nada más.

No eran demonios con aspecto letal y no trataban mal a la gente, Recibiendo la confianza de los ciudadanos que con tanto orgullo decían tener a los siete mejores líderes del infierno. Y sí, Estamos hablando de los siete demonios de los pecados capitales.

A pesar de eso, La situación no garantizaba que la descendencia de los líderes fuera igual a ellos. Con cada visita que hacían, Los ciudadanos se sentía cada vez más intimidados por sus miradas por encima del hombro y sus sonrisas cínicas, Un comportamiento para nada bueno a comparación de sus padres.

Pues lo mismo sucedía en esta situación, Donde la descendencia del mal había sido convocada por los líderes y ellos se dirigían hacia el lugar. Caminando con aires de grandeza entre los pueblerinos que se hacían a un lado para dejarlos pasar.

Los seis mantenían su verdadera forma, Mostrando con orgullo sus alas oscuras y sus ropas finas. Cada uno mostrando un poco de su dulce pecado: Jimin con su cabellera negra y ojos dorados mirando mal a los habitantes mientras se ventilaba con un abanico de oro, SeokJin con su cabello castaño y ojos del color de la sangre, manteniéndose sonriente mientras comía de su paleta recientemente robada a un niño pequeño, Namjoon con su cabellera roja y ojos azules jugueteando con una moneda de oro entre sus dedos, Yoongi pasaba una mano por su cabellera rubia mientras observaba con sus ojos rosáceos a las personas a su alrededor, Manteniendo el agarre de su otra mano con la de Jimin; Hoseok con su cabellera negra y ojos claros bostezaba incesantemente y Taehyung, Siempre delante de ellos, sonreía abiertamente haciendo brillar sus ojos púrpura y pasando sus largos dedos por sus hebras negras, Sacando suspiros enamorados por parte de los chicos del lugar.

Llegaron a una gran casa alejada de la civilización, Bastante grande a decir verdad. Ninguno de los seis recordaba aquella casa tan grande, Tal vez porque en ese entonces eran bastante pequeños. Se acercaron a la reja del lugar y vieron a un guardia mirarles con recelo.

𝟏. 𝑬𝒍 𝒖́𝒍𝒕𝒊𝒎𝒐 𝒗𝒂𝒍𝒔. ||Vkook/Taekook||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora