||PARTE V||

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La rutina siempre era la misma: Levantarse a las cuatro de la madrugada, Entrenar a las cinco y terminar a la medianoche para dormir cuatro horas y seguir con la misma rutina

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La rutina siempre era la misma: Levantarse a las cuatro de la madrugada, Entrenar a las cinco y terminar a la medianoche para dormir cuatro horas y seguir con la misma rutina.

«-Debes mantener el equilibrio. ¿Cómo vas a pelear si no te puedes mantener en pie?» Le replicaba el hombre de Bangkok, Haciendo que corriera sosteniendo tres adobes de concreto en cada mano mientras pasaba por unos palos angostos, debía repetir este ejercicio hasta la noche, Sin chance de comer o beber algo. Ni siquiera podía tomar un respiro.

Las comidas eran escasas, A veces se preguntaba si aquello que le servía aquel hombre era comestible.

«-Debes estar sano ante cualquier situación, No puedes desmayarte en la pelea. Debes resistir.» Decía el anciano después de darle comida rancia y hacerlo practicar con la katana de su hija, El chico se sentía con naúseas, Incluso quiso desmayarse pero debía mantenerse en pie y no desconcentrarse.

Ya había olvidado lo que era dormir, Su sueño se había vuelto escaso hasta el punto de dormirse de pie. Sin embargo, Durante esos meses todo se volvió una costumbre.

«-Vas a aprender a defenderte ante cualquier peligro, No todo será con armas para ti. Defiéndete a mano limpia, No pierdas el control ni la concentración.» Le aconsejaba aquel día que lo había dejado sin dormir por tres noches seguidas debido a las prácticas anteriores, Y el cual lo había puesto a practicar con uno de los esclavos del anciano. Debía matarlo a golpes, No podía caerse ni mucho menos bostezar.

Siempre le tuvo miedo a la sangre, Pero desde que se estuvo quedando en aquel lugar las cosas parecieron cambiar con respecto a él.

«-Ataca siempre en una zona no vital, Debes desmovilizar a tu oponente, No puedes perder el tiempo apuñalando el corazón o cortando la cabeza. Debes actuar rápido.» Ese día, Jeon JungKook usó por primera vez la katana de Lalisa para pelear con los esclavos del anciano, A dos les atravesó el torso, A tres les cortó los brazos y a cinco les cortó la cabeza.

Siempre tuvo miedo de las multitudes y de quedarse ciego, Sin embargo se llegó a acostumbrar a ambas cosas cuando ese entrenamiento había inaugurado sus diecisiete años.

«-Vas a enfrentarte a ejércitos, A grupos e inclusive a ellos juntos. Debes saber defenderte, Saber cuando un enemigo acecha a tus espaldas dispuesto a atacarte. Debes esperar lo inesperado.» Ese día, En su cumpleaños, Se había enfrentado a treinta personas de la mafia coreana, Los mató a todos con los ojos vendados e hizo de aquel prostíbulo donde se encontraban esas personas una carnicería.

Nunca supo del gran poder que tenía, Incluso se sentía confundido con lo que estaba pasando.

«-Eres más parecido a ella de lo que crees. Confía en tu poder. Cierra tus ojos y relájate, Déjate llevar por tus emociones y lo verás.» Ese día, Jeon JungKook levitó de los brazos del anciano luego de que este lo sostuviera y le dijera aquellas palabras.

Esa fue su rutina por los últimos siete meses de entrenamiento, Su cuerpo estaba mejor formado. Era fuerte. Su brazo quedó marcado por el dragón que el anciano había quemado ahí.

Jeon JungKook estaba listo igual que su arma. Fue por eso, que ese 01 de octubre de 1930, A la medianoche y completamente vestido de negro recibió su katana entre sus manos.

«-Ángel exterminador enviado por Dios, Vete.» Le dijo el anciano, JungKook asintió y lo reverenció.

«-Gracias. » Musitó en Tailandés, empuñando el espada con fuerza y cerrando sus ojos.

Némesis había despertado.














Parte V, Capítulo XX: El príncipe caprichoso de los Yakuza.

𝟏. 𝑬𝒍 𝒖́𝒍𝒕𝒊𝒎𝒐 𝒗𝒂𝒍𝒔. ||Vkook/Taekook||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora