{capitulo trece}
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—Está bien, pero me estás lastimando —me quejé, moviéndome bajo su fuerte, sexy y musculoso brazo que me tomaba con demasiada fuerza. Justin tomó aire como si le estuviera pidiendo que moviera un camión y soltó su agarre sin quitar su brazo de mí.
Era gracioso ver a las chicas hablando mal de mí, y aun no me recomponía del orgullo de lo que le hice a Tara. Y sabía que para mañana todas las chicas sabrían de nuestra "relación" y yo me convertiría mágicamente en la zorra. Conocía muy bien lo que implicaba tener una relación con el chico popular de la escuela.
—Bieber, tengo que hablar contigo —nos detuvo un tipo alto, poniéndose a frente de nosotros y haciéndonos parar de golpe. Su voz era arrastrada y dificultosa, como si estuviera borracho.
—No tengo tiempo —dijo él, con la voz más dura que de costumbre y sentí sus músculos tensarse. Cuando se hizo a un lado, llevándome con él, levanté mi vista hacia el estúpido que no se movía y me quedé tiesa cuando él también me vio—. Camina, ____.
—¿_____? —preguntó Lorenzo, ensanchando sus ojos azules. Sus malditos ojos azules que siguen siendo hermosos. Y yo me quedé en shock porque no me esperaba que estuviera en este colegio, no me esperaba verlo en lo absoluto—. Bella, que gusto verte de nuevo.
No sé porque demonios, ni con que permiso lo hizo pero tomó mi brazo bruscamente y me arrancó de Justin para abrazarme como si yo quisiera que me abrazara ese malparido. Me abrazó como si fuéramos amigos y como si no me hubiera dejado un trauma.
—¿Se conocen? —preguntó Justin a mis espaldas, incomodo, y me tocó del brazo suavemente para que me soltara de Lorenzo, pero era imposible porque el chico había crecido en masa, en músculo y en todo y no pretendía soltarme. Su asquerosa cara se enterró en mi cabello y lo sentí olfateando como perro y luego apretándome más fuerte, gruñendo un poco. Sí, Justin ya no era mi amigo desde hacía unos minutos atrás pero ahora quería gritarle que me ayudara a quitarme a Lorenzo de encima y luego aferrarme a él para sentirme segura.
—Sí, sí nos conocemos —contestó Lorenzo después de muchos incomodos segundos, cuando se separó un poco de mí. Deslizó sus manos de mi espalda hasta mis hombros y luego se quedó mirando mi cara asustada unos segundos. Él seguía siendo guapo, guapísimo, incluso más que antes, pero ahora lo odiaba y además me daba miedo. Su cara era la de un loco, y no estaba bromeando, sus ojos se movían mucho, estaban rojos y muy abiertos. Parecía que estaba drogado pero no podía confirmarlo—. Cambiaste mucho, principessa. Eres preciosa, tan preciosa...
—Hombre, en serio —lo cortó Justin bruscamente y se metió entre nosotros, golpeando su pecho, fuerte, para que se alejara de mí—. Vete de aquí, hablamos luego.
Antes de que Justin me hiciera su prisionera de nuevo, di una vuelta y caminé rápido por el pasillo, tratando de controlar las lagrimas que no sabía si eran de miedo, de tristeza o de coraje. Creo que eran de todo eso junto. Me sentía pequeña, débil, usada, inútil, maltratada, casi violada y esclavizada. Nunca me había sentido con todo eso junto antes. No quería ser alcanzada ni por Justin ni por Lorenzo. Uno me creía su mascota, me trataba mal y era grosero conmigo y el otro me había dejado mi primer trauma, me olfateó como perro y claramente por su mente pasaron deseos de violarme.
—Espera, ____ —escuché la voz calmada de Justin. Se estaba acercando a mí sin necesidad de correr ni nada y me volteé para que no me fuera a jalonear del brazo. Me di cuenta de que odiaba que me jalonearan del brazo. Graham jamás hizo eso, Graham pondría sus brazos alrededor de mi cintura y me tomaría suavemente, si es que yo le daba permiso para hacerlo. Graham no se atrevía ni siquiera a darme besos de pico si yo no le daba permiso.
—¿Estaba drogado? —pregunté, cuando llegó a ponerse frente a mí.
—Sí, él es Lorenzo ¿lo conoces, no? Ese chico siempre está drogado, y cuando no lo está, tiende a ser muy... agresivo y violento. ¿De donde lo conoces?.
—Es una larga historia —dije, para que no me preguntara de nuevo—. Me quería violar, lo pude sentir.
—Quizás —contestó sin sonreír y cruzó sus brazos. Yo lo había dicho como broma, pero su seriedad me asustó en serio—. Bueno, vamos a buscar a mi hermano.
—Quiero ir con las gemelas.
—No, vamos a ir con André —ordenó y empezó a caminar, pero yo no lo seguí y se devolvió—. ¿Quieres ir a esa inauguración o no?.
—Sí —murmuré bajito, dándome por vencida y empecé a caminar a su lado sin tocarlo—. Pero me vas a comprar esos vestidos ¿verdad?.
—Claro —respondió simplemente—. Incluso te comprare cinco si te portas bien.
—Oh, vamos —puse los ojos en blanco, me reí porque el pobre no tenía idea de nada y choqué contra su costado de una manera juguetona—. No sabes de lo que estás hablando, gatito. Yo sólo tengo dinero para comprar unas tres blusas, si tengo suerte y encuentro algunas ofertas, y tú me quieres comprar cinco vestidos.
—¿De qué hablas? —preguntó luciendo seriamente sorprendido.
—La ropa ahí es absolutamente hermosa, pero muy cara; quiero decir, no es taaaaan cara pero de todos modos, no soy rica ¿sabes? No puedo sólo ir y pedir cinco vestidos, ojalá pudiera —suspiré pensando en la posibilidad. Sería tan perfecto, podría morir feliz si pudiera entrar a esa majestuosa tienda y decir tan fácilmente que quería cinco vestidos mágicos.
—Sí, claro —bufó y negó con la cabeza—. No intentes hacerte la chica humilde conmigo, te podría funcionar con cualquiera, pero yo conozco tu... um, apellido.
—Seeeh, y yo conozco el tuyo, tonto, pero no veo como eso pueda decirte lo humilde que soy. Todavía tengo un poco del dinero que gané en mi trabajo pero no es lo suficiente, y... bueno, hace poco me enteré de que mi papá tiene un maldito helicóptero, cosa que me dejó totalmente sorprendida.
—No debería dejarte sorprendida, no entiendo ¿Por qué tendrías que ir a trabajar? Tú podrías fácilmente vivir tres vidas sin preocuparte por el dinero en lo más mínimo. Sexy, sé que no tengo que decirte esto, pero tu padre es de los hombres más ricos de Italia, quizás de Europa, y no me explico como no te has dado cuenta.
¿Qué?.
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ρeω, ρeω
Teen FictionJusto cuando pensé que mi vida no podía ser más malditamente complicada, llegó él a poner todo de cabeza. Aun más de lo que ya estaba. ¿Quien lo iba a decir? Me enamoré del tipo menos... Menos como yo. "Quizás tú estás deseando un cuento de hadas...