pew, pew {capitulo 1}

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{capitulo uno}


Mi papá, tan histérico, amargado y gritón como siempre, estaba gritando mil cosas en italiano por su teléfono de las cuales sólo entendía la mitad mientras metía mis dos maletas solitarias a un helicóptero negro estacionado en nuestro patio trasero.

¡Un helicóptero! ¿Que tan sumamente genial suena eso? No sabía que teníamos uno. Ni siquiera sabía que teníamos el dinero suficiente como para poder siquiera llegar a pensar en la remota posibilidad de algún día de nuestras largas vidas poder comprar uno.

Uno se lleva cada sorpresa...

Estaba emocionada, un poco encabronada y confundida por la situación, pero vamos, no todos los días te enteras de que tienes un helicóptero y de que, probablemente, eres mas rica de lo que pensabas.

—Sube ya, niña —me apuró mi papá empujándome por la espalda. Resoplé y me metí a esa cosa contemplando todo con los ojos bien abiertos. Era realmente amplio por dentro, los asientos eran de piel negra, había unas pequeñas pantallas como en los aviones y las paredes también eran de piel—. Y no rezongues.

—¡No me digas que no rezongue! Tengo todo el derecho del mundo a rezongar, odio que me hagas esto, odio que me dejes así todo el tiempo... No entiendo nada, me desespera que todo sea así contigo ¡Nunca me entero de nada! —grité, como desquiciada y le dirigí la mirada más enojada que pude hacer a mi papá para que viera que el hecho de tener un helicóptero no me pondrá de buenas tan fácilmente.

La cosa es que yo nunca, pero nunca me enteraba de nada, ni de las cosas importantes ni de lo más estúpido, todas las personas a mi alrededor siempre me escondían las cosas como si fuera una niña pequeña que no entiende.

Bueno, podré no entender algunas cosas, pero definitivamente ya no soy su niña pequeña.

Él se sentó a mi lado lentamente, suspirando y supe que estaba ideando mil formas de pedirme disculpas sin pedirlas realmente, porque así era él. Nunca aceptaba sus errores y por supuesto, nunca se disculpaba.

Suspiré de una manera demasiado lastimera, cruzando mis brazos en mi regazo y haciendo esa carita de perro que lo mata siempre, consciente de que iba a funcionar. Él puso su mano en mi rodilla mirándome con cara apenada.

¿Por qué razón del cielo mi papá es tan fácil de manipular? Oh, señor, apiádate de él.

Nadie absolutamente pensaría que ese hombre de casi dos metros y 94 kilos fuera fácil de manipular.

Pero lo era, oh si que lo era el pobrecito. O quizás yo era muy buena manipulando. Quien sabe.

Mi papá tenia cara de perro rabioso casi todo el tiempo, siempre usaba trajes negros, camisa negra, corbata negra, zapatos negros... Él odiaba cuando le decía que tenía un aire a Tony El Gordo de Los Simpsons, pero era verdad ¡Totalmente! Hasta tenía ese acento italiano...
Todos se callaban cuando entraba a un lugar y esperaban que aparecieran tras de él un montón de tipos armados y empiecen a disparar, peeeero no, él era sólo un vendedor de casas. Nada emocionante.

El caso es que nadie se imagina que Tony El Gordo sea fácil de manipular, pero nadie sabe que mi Tony era un hombre tierno y un poquito tonto.

Tomé aire cuando el conductor se metió a la cabina por fin.

Ese sería mi primer viaje en helicóptero y no podía esperar para contárselo a Alison.
Estaría más que alucinada esa perra.

Resoplé de nuevo cuando el estúpido conductor salió y pareció decidir que no se quería ir aun, se metió de nuevo y se puso a revisar los botones y a decir un montón de cosas raras por un radio.

Que aburrido ¿No podemos solo volar y ya? ¿Por que hacen falta todas estas tonterías?

—Mi niña, tú sabes que hay ciertas cosas que...

—... Que no debo ni quiero saber —concluí rodando los ojos—. Sí, lo sé.

Había escuchado esa estúpida frase muchas veces como para no saberla de memoria. No era tan tonta.

Me daban ganas de patear cosas cuando me decía eso, por varias razones.
Para empezar, odiaba que me escondieran las cosas. Era verdaderamente lo peor que me podían hacer, y mi papá era la persona que más cosas me había escondido toda mi vida.

Ademas, ni siquiera entendía muy bien lo que significa, o sea, según "hay ciertas cosas que no debo ni quiero saber" pero ¿Por que? ¿Que tipo de cosas son? ¿Y por que, yo que soy su propia hija, no puedo saberlo? Si estaba preguntado era porque quería saber, obviamente.

Mi papá, alias El Filósofo, seguramente se había inventado esa frase nada mas para hacerme enojar.
—¿A donde vamos? —grité sobre el sonido de las aspas después de un rato. Toqué mis audífonos, lista para quitármelos si no podía escuchar a mi papá, que era lo mas probable.

—¡Italia! —contestó también gritando.

Sí, lo escuche a la perfección. Y solo puedo quedarme callada, de piedra. Obviamente no podía renegar eso. Iríamos a Italia lo quisiera yo o no.
Ademas ya íbamos a medio camino, maldición, hubiera preguntado antes.


En mis míseros diecisiete años había vivido en Mexico, Francia, Italia y Estados Unidos. Y créeme cuando digo no era tan genial como sonaba.

Pase mis primeros seis años en Mexico, bueno, ni siquiera recuerdo eso.
Después pase cuatro años en Francia, me acuerdo sólo porque no entendía ni un carajo de lo que la gente hablaba; tuve que aprender ingles y lo que pude de francés para comunicarme con algunas personas.
Ademas, no tenia ni un solo amigo, me sentía tan mal y patéticamente solitaria que lo único que pude hacer fue refugiarme en la comida –si, obesidad infantil ¿En que demonios estaba pensando?– Debí meterme al gimnasio para matar la depresión o hacer dietas.
Luego me fui a vivir a Italia y tuve que aprender italiano ¡Es el idioma mas difícil de todos! –bueno, de todos los que yo he tenido que aprender, estoy segura de que el mas difícil de todos es el chino o el japonés o uno de esos– pero, fuera de eso tuve una vida relativamente feliz, mucho mejor de la que tuve en Francia.
Por lo menos hice amigos y había mas gente que hablaba en ingles.

Duramos ahí cinco años, los cinco años más importantes de mi vida, se podría decir.
Conocí a Nedime y Yamin, esas gemelas locas eran hijas del mejor amigo de mi papá en Italia y como ellas tampoco sabían italiano al principio nos hicimos amigas muy rápido. Después no había una sola cosa que no nos contáramos y no había un solo día que no estuviéramos juntas.

Di mi primer beso con mi vecino, se llamaba Lorenzo, yo tenia trece y él tenia quince años.

Y estaba taaaan enamorada de él. Dios, aun lo recuerdo. Con sus ojos azules y su piel morena, tan sexy.

Estábamos sentados solos en la plaza central comiendo un helado; era la primera cita que yo tenía y estaba terriblemente nerviosa. Más que cualquier otra chica normal, eso es seguro.

Dejé caer la bebida en la mesa donde estábamos almorzando y cayó todo en su pantalón blanco.

Me sorprendió que no me abofeteara y saliera corriendo después de eso.
Mientras comíamos helado y nos reíamos acerca del incidente con la bebida, Lorenzo me dijo: "eres la niña mas bonita que he visto en toda mi vida" (lo cual sigo dudando mucho porque ¡Nadie es bonita a los trece! Bueno, por lo menos yo no lo era. Me había tratado de depilar las cejas con cera –si tienes trece años no te trates de depilar las cejas, por favor– hice una tremenda asquerosidad en mi cara, me quedaron demasiado delgadas y totalmente disparejas. Ademas aun seguía un poco gorda y me estaban saliendo granitos en la cara. Totalmente desagradable) luego me acarició las mejillas regordetas con el gesto mas lindo que alguien hubiera tenido conmigo y se acercó a mí.

Sus labios sabían a chocolate caliente y su lengua levemente tocó mis labios. Yo de verdad hubiera gritado en medio del beso por la emoción de su lengua tocando mis labios.
Afortunadamente no lo hice.

Después del beso me preguntó que si quería ser su novia y yo dije que no, porque mi papá había dicho que no podía tener novio hasta los quince años y yo seguía las reglas. Era de esas niñas que no desobedecía en nada. Pero el muy imbécil se enojó conmigo y al día siguiente le contó a todos en el colegio que lo había dejado tocar mis senos poco desarrollados... ¡Poco desarrollados, joder!

Si, así lo dijo el maldito Lorenzo: "____ me dejó tocar sus senos poco desarrollados" estúpido idiota imbécil. Mis senos estaban creciendo apenas ¿De acuerdo? Si, estaban pequeños ¡¿Y qué?! Ese mal nacido me dejó un jodido trauma con su mugroso comentario inmaduro de mierda.

Todo era muy bueno en Italia, excepto Lorenzo, pero después mi mamá murió o mejor dicho, la mataron, y tuvimos que salir corriendo de ahí justo como lo estamos haciendo ahora.

No me gusta pensar en gente muerta. Pero parece que mi vida está llena de muerte.

ρeω, ρeωDonde viven las historias. Descúbrelo ahora