{capitulo diez}
—No, no, no, ninguna explicación es valida, ____ —escupió Yamin, golpeando fuertemente con el hombro a una chica rubia desgarbada que pasó por su lado. La miré mal por eso.
—Resulta que no importa lo estúpido, poco hombre, desgraciado y maldito que él sea según ustedes, mi papá y su familia son amigos y al parecer amigos muy cercanos. Ayer cenamos juntos todos, conocí a todos sus mil hermanos, y después su mamá insistió en que Justin y André me recogieran todos los días para llegar aquí, de todos modos veníamos para el mismo lugar —expliqué, y ellas relajaron el cuerpo un poco, comprendiendo, pero no se pusieron contentas, entonces seguí:— Niñas, aclárenme una cosa, ¿Ustedes siguen enamoradas de Justin, por eso están molestas? ¿Están celosas o sólo se preocupan por mí? Porque, créanme, sé que es guapo y su estilo de “odio a todos. Soy un sexy chico malo” me gusta, no lo voy a negar. Pero yo estoy enamorada de Graham, ya les había dicho eso y…
—¿Estás bromeando? —me interrumpió Yamin con la mandíbula desencajada, como si hubiera dicho algo terrible, levantando la mano hacia mí para que me callara—. Yo no me enamoro de animales ¿Está bien? Sí, tuvimos algo con él hace dos años, pero eso fue cuando no sabíamos cómo era y su cara bonita nos tenía cegadas. Lo que nos molesta es que te va a hacer lo mismo a ti ¿no entiendes? Ademas no es una buena persona, Justin no… no te puedo decir, pero por favor, sólo aléjate de él.
—Pero no estoy ni voy a estar enamorada de él, sólo seremos amigos ¿cual es el problema en eso?
—El problema está en que incluso sólo ser amiga de ese chico no te va a traer nada bueno, de verdad —dijo Nedi, sonriendo un poco hacia mí—. Mira, ya como sea, se nos va a hacer tarde. Sólo entiende que te queremos mucho, y bajo ninguna circunstancia seguimos enamoradas de él.
—Está bien, yo también las quiero mucho —me acerqué a ellas y las abracé fuertemente, a una con cada brazo—. Son las mejores amigas del mundo entero. Y… ¿que tal si hoy almorzamos con Justin y sus amigos? Para convivir.
—Mi vida, te queremos a ti, no a él —murmuró Yamin con los ojos entornados—. Creo que sabes bien cómo soy, no podría estar sentada en la misma mesa que ese estúpido sin gritarle un par de cosas nada amigables.
—La ultima vez que hablamos con él casi le saca los ojos —se rió Nedi soltándome. Y antes de que les pudiera preguntar cuando fue la ultima vez que hablaron con Justin, el timbre nos hizo saltar y nos despedimos de mala gana.
Me fui todo el camino a mi aula refunfuñando en silencio y golpeando gente que pasaba con mis hombros porque odiaba estar en un salón diferente al de las gemelas, y también por que odiaba el hecho de que no había hecho ningún amigo en mi salón. También odiaba el hecho de que extrañaba mucho a Graham a mi lado en mi antiguo salón, diciéndome cosas graciosas en cada clase y, los últimos meses, robándome besos cuando el profesor se volteaba. Iba pensando en que tenía que hablarle a Graham en cuanto llegara a mi casa mientras entraba y me sentaba en mi ahora usual asiento al frente. Después de un rato la gente empezó a llegar, cuando las perras del colegio entraron rápidamente se acercaron y se agacharon frente a mí.
—¿De donde conoces a Justin Bieber? —me preguntaron al mismo tiempo, en una muy mala imitación de mis gemelas. Para ser unas italianas refinadas, no tenían nada de educación.
—Para empezar, aléjense un poco de mí —ordené, pero ellas no se movieron ni un centímetro y tuve que empujar sus cabezas hacia atrás con mis dedos.
—¡Sólo dinos! —exigió la más rubia, creo que esa era Tara. Y Tara estaba totalmente desesperada.
—¿A ustedes que les importa de donde lo conozco? —puse los ojos en blanco y me relajé en el asiento, cruzando mis piernas y sonriendo de lado—. Sólo les puedo decir que somos muy, muuuy íntimos amigos.
—¿A qué te refieres? —rugió la otra, la más castaña, mirando de soslayo a Tara como si tuviera miedo de su reacción. Y me di cuenta de que Tara era otra de las muchas chicas en el colegio que estaba o estuvo enamorada de él—. ¿Ustedes están como… saliendo o algo así?
—No, Justin no tiene tanta suerte —me burlé, a punto de soltarme a carcajadas por sus caras sorprendidas. Mejor dicho: yo no tengo tanta suerte—. Eso no quiere decir que él no se muera de ganas por que algo así llegue a suceder.
—Estás loca —soltó Tara, muriéndose de celos en su interior. Pobre niña—. Justin no se fijaría en ti, no eres su tipo para nada.
—Bueno, no lo sé, eso díselo a él o a su mamá que insiste en que estemos juntos —mentí, aunque pensándolo bien, era como un poquito verdad.
—¿Has conocido a su mamá? —Preguntó Regina sin aliento. Yo asentí muchas veces para que no se confundieran de respuesta.
—Y a su papá y todos sus hermanos —completé, poniéndolas cada vez más celosas.
—Hola, chicos, buenos días —saludó Freddy entrando al salón. Le sonreí abiertamente e ignoré a las chicas que se fueron a sus lugares sin cambiar sus expresiones. Freddy se veía demasiado atractivo, mucho, mucho. No tenía su usual camisa de botones ni sus pantalones caqui. Vestía un jean obscuro, una camiseta suelta con unas palabras en italiano que no entendí y unos Nike—. Tomen asiento, por favor. Tengo algo importante que decirles. Bueno, lo que… ¡Damián, siéntate! Lo que les iba a decir es que hoy no podré estar aquí con ustedes, tengo que salir con varios maestros a una junta directiva. Por lo tanto, tendrán el día libre…
Los gritos de emoción resonaron por todo el salón interrumpiéndolo de su bonito discurso y tuve que cubrir mis oídos como toda una anciana. En lugar de ponerme contenta, estaba enojada. No quería que Freddy se fuera por todo el día, agh. Además, no tenía ningún amigo en mi salón ¿que iba a hacer yo sola ahí afuera?
—¿Y mañana ya estará aquí? —le pregunté fuerte por sobre los gritos de mis compañeros. Freddy se rió y se acercó más a mí para decirme algo.
—Quizás —contestó medio sonriendo, a centímetros de mi cara. Y sus ojos se veían tan verdes que parecía irreales— ¿Quieres que venga o prefieres tener otro día libre?
—Pues, no se lo diga a mis compañeros —bajé la voz y después, ignorando que no estaba bien hacer eso, me acerqué hasta llegar a su oído, mis labios rozando su oreja, y murmuré:— Preferiría que vinieras. Te extrañaré hoy.
Freddy se alejó inmediatamente y sus mejillas estaban rojas. Me miró un segundo y luego vio a todos los demás con la vista perdida. Mi corazón estaba retumbando fuertemente y me sentía orgullosa de hacerlo sonrojarse así.
—Entonces, um, chicos ¡Chicos! —gritó cuando nadie le estaba poniendo atención, y de repente todos se callaron—. Me voy a ir y espero que no hagan nada malo ¿de acuerdo? Tengo un montón de tarea extra para el que se porte mal.
—Está bien, profesor —dijo Regina desde atrás, con su fea vos nasal—. Seremos unos niños buenos.
—Eso espero. Nos vemos… mañana —concluyó, mirando hacia mí al final y sonriéndome.
Después de que Freddy salió del salón y se llevó mi corazón con él, los chicos empezaron a ser como animales salvajes, todos hablaban fuerte y al mismo tiempo, las chicas gritaban y reían como hienas y yo me sentía muy, muy incomoda. Me quedé viendo a dos chicas de mi salón que tenían un traje igual que parecía de animadoras, ellas se sentaron en el escritorio de Freddy y estaban hablando, gritando, riendo y coqueteando como si fueran estrellas de Hollywood, y todos las estaban idolatrando como si de verdad fueran tan bonitas. Y me pregunté dos cosas, ¿Me podré meter a su equipo de animadoras, bailarinas o lo que sean? Y ¿Serán todas como ellas? Esperaba que no.
Nadie en mi otra escuela era así, supongo que éramos una especie rara, pero nadie se creía mejor que nadie, por supuesto había gente más popular que otra y yo era de ellos pero no éramos así como esas dos chicas sentadas en el escritorio, dejando que los chicos besaran nuestras manos y menospreciando a otras chicas, nosotros éramos amables con todos y realmente éramos buenos amigos. Recuerdo también que había una que otra perra hipócrita, pero nunca fueron peligrosas o malas, ellas solamente eran creídas, incluso yo aveces era una perra, una inofensiva. Pero viendo a esas chicas, con su aspecto de comercial, casi podía afirmar que eran de la clase de chicas que salen en las películas. Como Regina George.
Me levanté de mi asiento después de un rato de hacer nada y salí del salón. Empecé a vagar por los pasillos de la escuela, empezando a conocerlos bien, ya casi no me perdía y eso era algo importante. No pude dejar de recordar que nunca antes había caminado sola por mi escuela anterior. Ni siquiera el primer día.
—¡______! —gritó alguien en alguna parte, pero no supe quien fue. Giré sobre mí misma buscando la voz, y cuando volvió a gritar lo vi, era Justin y estaba sentado con dos chicos en una banca del jardín—. ¡Ven aquí!
Sonreí hacia él, feliz de que me hubiera salvado de andar vagando sola por todo el colegio, y feliz de verlo de nuevo, no voy a mentir. Aplané mi falda conforme caminaba hacia afuera. Justin no quitaba sus ojos de mí y eso me ponía cada vez más nerviosa. Cuando estaba a menos de un metro de ellos, el chico a su derecha se levantó y luego Justin y el otro chico también lo hicieron.
—Hola —dije, y les sonreí a los tres.
—Hola de nuevo —me dijo Justin, sin sonreír ni nada pero sin alejar su mirada de mí. Aveces podía ser escalofriante su cara sería—. Chicos, ella es ____ Ferré, y ellos son Chase y Ron.
—Mucho gusto, bonita —saludó Chase con una gran sonrisa blanca y cálida que le tuve que corresponder, luego se acercó a mí y besó mis dos mejillas. Y luego Ron también hizo lo mismo, sólo que él tenía una sonrisa más prudente y sexy en su cara. Y después la cosa más rara pasó, porque Justin, justo a medio segundo de que Ron se alejó de mí, puso una mano en mi brazo y beso mis dos mejillas también, pero... pero fueron besos diferentes. Chaz y Ron sólo pegaron sus mejillas a las mías, Justin me tocó completamente con sus labios, y mi estomago dio volteretas ante eso. Es en serio, puedo decir que fueron los dos besos mejor dados que he tenido en mi vida. Y cuando pasó de una mejilla a otra, casi puedo jurar que nuestros labios se tocaron.
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ρeω, ρeω
Novela JuvenilJusto cuando pensé que mi vida no podía ser más malditamente complicada, llegó él a poner todo de cabeza. Aun más de lo que ya estaba. ¿Quien lo iba a decir? Me enamoré del tipo menos... Menos como yo. "Quizás tú estás deseando un cuento de hadas...