{capitulo dos} parte II
{Justin}
André tiró la pistola vacía al piso con mucha rabia y, después de gritarme algo que no entendí, rasgó la manga derecha de mi jodido traje de un solo jalón.
Antes de que lo pudiera pensar bien yo ya estaba gruñendo de una manera sobrehumana por el coraje y aventándome sobre él, tirándolo al piso con un fuerte sonido y lanzando mis puños hacia su estomago y brazos, pero el animal era más grande y fuerte que yo así que detuvo mis puños un segundo para poder golpear mi cara.
—¡La jodida cara no! —le grité y golpeé su pecho con ambas manos. André hizo lo mismo pero más firme y cuando tambaleé sobre él me empujó más fuerte, tirándome al piso y poniéndose sobre mis piernas en un segundo para golpear mi estomago. Gemí y traté de quitármelo, pero no podía—. Ella me va a matar.
—Esto es para que no te metas conmigo de nuevo —gimió forcejeando cuando traté de salir de bajo de él—. ¿Tienes idea de quien me va a matar a mí?
—Me importa una mierda —saqué con esfuerzo mi brazo de debajo de su mano y, sin nada más que pudiera hacer, llevé mi puño hasta su mejilla con todo lo que pude sin procesar que no debería hacer nada así.
—¡EN LA JODIDA CARA NO, HIJO DE PUTA! —me gritó realmente fuerte con la cara torcida en una mueca horrible. Reí cuando vi el color rojo creciendo en todo el lado izquierdo de su mejilla y su ojo.
—¡¿Hijo de qué?! —exigió una suave voz, suave y fuerte, realmente enojada. André y yo nos congelamos y nos miramos igualmente asustados sin movernos.
—Repítelo, Thomas André Bieber Ciranelli —ordenó con voz baja y dura—. Y levántense ya del suelo.
Podía decir que en menos de dos segundos ambos ya estábamos parados firme y rígidamente frente a nuestra madre, esperando el castigo, esperando los gritos, y esperando cualquier cosa que nos fuera a hacer.
—Hijo de... De, eh... Lo siento —empezó a balbucear como sólo lo hacía con ella. No sonreí porque sabía que un buen regaño y seguramente esa humillación me esperaba a mí también. Esa mujer podía con cualquiera.
—Dilo de nuevo.
—Puta —murmuró, en una voz muy baja.
—No es algo muy inteligente para decirle a tu propio hermano... Ustedes dos ya me tienen harta con sus estupideces inmaduras —escupió con rabia, caminando más cerca de nosotros.
Seguramente el panorama sería gracioso. Dos chicos de metro noventa más o menos, no es que seamos gordos pero definitivamente no somos muy delgados, asustados por una mujer de un metro sesenta, delgada como un espagueti y con cara de ángel.
—¿Cuantas veces se han peleado a los puños esta semana? —preguntó, fulminándonos con la mirada —. Sé de esa cosa estúpida que su padre les dice a todos ustedes: "en la cara no" ¡Ni en la cara ni en ningún otro lugar! ¡Mis hijos no son ningunos animales o primitivos salvajes! ¡SON HERMANOS, POR EL AMOR DE DIOS! ¡NO QUIERO QUE SE VUELVAN A PELEAR ASÍ NUNCA JAMÁS!
—Mamá... —empecé a hablar, tembloroso e inseguro—. No estábamos peleando de verdad, era... Era... Fraternal, con amor.
—¡¿Fraternal?! —me gritó realmente fuerte, haciéndome saltar poquito del susto. Tomó la cara de André con fuerza y la volteó hacia mí. Sus ojos castaños desgraciadamente iguales a los míos estaban muy abiertos y asustados, como de alíen, sus mejillas aplastadas bajo las uñas rojas y largas de mi mamá y sus labios
abiertos como si fuera un pescado—. Mira esto, muchacho idiota, este moretón no fue hecho con amor.
—lo siento... Fue su culpa, él... Él rompió mi traje, mira —le dije rápidamente enseñándole mi brazo, con la manga colgando.
Ella jadeó son horror y soltó la cara de mi hermano bruscamente para caminar hacia mi brazo y examinar el corte.
—¡LA FIESTA EMPIEZA EN MEDIA HORA! —ladró, haciendo que ambos nos encogiéramos—. ¡¿Qué se supone que tengo que hacer con ustedes?!
—¿Amarnos y aceptarnos? —opinó André. Mi mamá bufó.
—No. No sé como le vas a hacer, Justin Drew, pero tienes que encontrar una chaqueta decente en media hora —me dijo apuntándome con un dedo, y se volteó a André—. Y tú, más te vale que te controles con tus hermanos. Y ambos verán más tarde como les irá con su padre.
Se dio una vuelta y se alejó de nosotros con sus tacones resonando fuertemente en toda la casa conforme se alejaba.
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ρeω, ρeω
Novela JuvenilJusto cuando pensé que mi vida no podía ser más malditamente complicada, llegó él a poner todo de cabeza. Aun más de lo que ya estaba. ¿Quien lo iba a decir? Me enamoré del tipo menos... Menos como yo. "Quizás tú estás deseando un cuento de hadas...