capitulo 9

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{capitulo nueve} 



—Eres un amor, pequeña cosita tierna —murmuró ella mirándome fijamente con los ojos brillantes y con un ligero puchero en la boca. Hice una mueca sorprendida porque no supe de donde mierda salió eso y antes de que pudiera decir algo la chica me soltó el brazo, me rodeó la cintura con precisión, como si yo le hubiera dado el maldito permiso de tocarme y se me acercó rápidamente, estampándose contra mi cuerpo y enterrando su cara en mi cuello—. Quieres ser un león pero sólo eres un gatito. 

Me quedé tieso con los brazos volando para no tocarla. Sus brazos se enroscaban en torno a mí sin ningún indicio de timidez, su piel era suave y cálida, me quemaba por encima de la camisa y me dieron ganas de quitármela y para sentirla mejor sobre mi cuerpo. Su nariz estaba enterrada en mi cuello y cada respiración ahí me hizo estremecer. Después de unos segundos de incomodidad relajé mis brazos y coloqué mis manos en su espalda pequeña, casi la llenándola por completo. Tomé aire porque me gustó sentirla y la apreté contra mí. 

Ni siquiera recordaba cuando había sido la ultima vez que alguien me abrazó de esa manera, tan fuerte y por tanto tiempo. No recordaba incluso si alguien además de mi mamá me había dado un abrazo. ¿Quien se me iba a querer incluso acercar? Por Dios, que niña tan estúpida. 

—¿Cuando fue la ultima vez que alguien te abrazo, gatito? 

—Eso no te importa —contesté molestándome de nuevo, y la alejé de mí—. No sé porque hiciste eso, pero ahora estoy seguro de que no sabes cuando alguien no te soporta.

—¿Tú no me soportas? —preguntó dejando caer sus brazos lentamente, haciendo una voz bajita y suave y mirándome de una manera demasiado fabricada, demasiado tierna como para que ella no supiera como utilizarla perfectamente. Y ahora me estaba sintiendo mal por querer decirle la verdad. Entonces recordé que tengo que ser su jodido amigo, no, su mejor amigo, y decirle que no la soporto no me va a ayudar mucho. Y si esta chica me odia mi mamá me va a golpear y mi papá se va a poner muy enojado.

—No mucho —solté de repente, pero levantó las cejas sorprendida—. Quiero decir, um, me caes bien pero... eres rara ¿Lo sabías? ¿Quien va por ahí abrazando gente que no conoce? Yo podría ser un asesino peligroso y tú no lo sabes. 


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Me tragué las ganas de reír y seguí haciendo esa cara que hace que todos me perdonen, incluso Graham, incluso los maestros, y este chico rudo ya está vacilando porque se siente culpable. Ahora es mi momento de ser una víctima. 

—Te conozco de la escuela y ahora resulta que nuestras familias son amigas. Pero no te preocupes, yo siempre suelo ser muy amistosa y sólo... sólo pensé que necesitabas un abrazo. Lo siento —dije con voz bajita bajando la cabeza y volteándome para irme de su lado siendo una pobre niña lastimada. En menos de cinco segundos él estaría detrás de mí pidiendo disculpas. 

Justin maldijo, yo no me detuve. Sonreí cuando escuché sus pasos detrás de mí y me tocó la espalda levemente para que volteara. Ugh, los hombres son tan predecibles. 

Puse mi cara de lastima de nuevo mientras volteaba. 

—Lo siento, _______ —murmuró rápidamente, mirando a otro lado, como si disculparse fuera la peor cosa del mundo. Estábamos debajo una lampara y yo tenía la vista perfecta de su mandíbula, como siempre apretada, y cuando bajó la mirada miré sus pestañas largas iluminadas y sus ojos entornados hacia mí. 

Demonios, este chico es ridículamente hermoso. 

—No quise ser un idiota, me sale naturalmente. Lo siento. 

—Está bien, está bien —me encogí de hombros y me detuve de abrazarlo de nuevo, acariciar su rostro precioso o algo por el estilo—. ¿Regresamos a casa?

—Hemos estado afuera sólo por cinco minutos —dijo relajándose—. Si volvemos ahora, mi mamá me hará salir de nuevo contigo, y esta vez mandará a alguno de los chicos... mejor nos quedamos aquí otro rato. 

Nos sentamos en la calle y nos quedamos en silencio varios minutos, porque no sabíamos que demonios decir. Y yo estaba toda nerviosa porque su pierna rozaba con la mía cada vez que la movía y mi estomago vibraba cada vez que eso sucedía. 

—¿Entonces no hablas mucho? —le pregunté para matar el silencio, porque estar callada para mí se siente horrible.

—No —contestó cortante. Y esta vez no pensé que estaba siendo un arrogante hijo de puta, esta vez pensé que esa era su forma de ser con todo el mundo y crecieron en mi interior las ganas de abrazarlo hasta que sea un hombre tierno. 


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André abrió la puerta del auto de Justin y me ayudó a bajar de ahí, y de pronto me sentí como en una típica película de adolescentes porque todos los chicos que estaban afuera en ese momento se nos quedaron viendo, y me refiero todos ellos. 
Y cuando Justin salió del auto luciendo extremadamente guapo, con su típica expresión de "odio a todos", llegó a mi lado y puso su mano en mi espalda para que subiéramos las escaleras, creo que hasta escuché a alguien jadear. 

¿Tan popular era ese chico que no quería hablar con nadie? Pobrecito, no me sorprende que siempre tenga esa cara de fastidio. Pero con la cara y el cuerpo que tiene tampoco me sorprende que todas las chicas me estén viendo con ganas de matarme. 

En el momento que pasamos las puertas y Justin se agachó para decirme al oído que lo esperara en la hora del almuerzo para comer juntos, mi vista se posó en dos cuerpos igualmente tensos y dos caras igualmente sorprendidas. Pero no estaban sólo sorprendidas y ya, ellas estaban con cara de que querían llorar. 

—Está bien, nos vemos —le dije a Justin y le sonreí antes de ir corriendo hacia mis mejores amigas que aun no se movían ni un poco. —Hola niñas. 

Nedime se estremeció y su boca se cerró de golpe, haciendo que su mandíbula se apretara, pero era diferente a como lo hacia Justin. Él lucía sexy cuando lo hacía, me daban ganas de morderlo, pero Nedime lucía apunto de explotar y estaba preocupada por ella.

—Una cosa, _____ —dijo, con la mandíbula apretada. Yamin seguía con la boca ligeramente abierta—. Una cosa te pedimos: no te acerques a ese hijo de puta. ¿Y que haces? ¿Quieres que juegue contigo? ¿Quieres que... 

—Nedi, relájate —la interrumpí—. Primero déjame contarte y después me odias.

ρeω, ρeωDonde viven las historias. Descúbrelo ahora