capitulo 28

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{capitulo veintiocho}

¿Por qué, por qué, por qué? Lo siento. Lo siento tanto. Estoy tan arrepentido de todo. Yo no quise... yo nunca quería, nunca, nunca.

Lloré fuerte, pataleé de coraje, y grité tanto que mi garganta ardió y de pronto la voz ya no cedía, y mi mano sangraba y podía ver mi carne y mis huesos y no podía mover mis dedos, mi cabeza palpitaba sin control y tenía sangre de la herida en mi frente entrando a mi ojo izquierdo. Estrellé mi propia cabeza contra la pared, pero no me dolió. Reventé mi mano derecha en mi pared y tampoco dolió. Estaba entumecido. No sentía nada. Sólo podía ver las caras en mi cabeza, escuchar las voces, los gemidos de dolor, los sollozos, los ruegos, todo. Todo se viene al mismo tiempo, como un remolino. No puede ser que esto me siga afectando de esta manera. Debería de superarlo ¿no? Sí, debería de hacerlo de una maldita vez. Hace 5 años que esto pasa, hace 5 años que debí juntar mi mierda y lidiar todo esto como un maldito hombre.

Sí, he matado a más gente de la que puedo contar o recordar. Sí, he visto torturas en primera fila y he echo unas cuantas. Sí, mierda, todos en mi familia son unos matones malos de la cabeza. Sí, algún día alguien me va a hacer todo lo que me merezco. Algún día alguien me va a atar a una silla y me dará mi merecido, y ese día yo me voy a tragar todas las suplicas y dejaré que me hagan todo lo que quieran, todo lo que sé que debo tener. Pero no soy la única persona que tiene estos problemas, soy solo una de millones.

Me lo digo todas las noches: Supéralo. Supéralo. Supéralo. Pero no puedo. No debería. No es humano, no es como se supone que debería ser. Dios es quien decide quien vive y quien muere, no yo.

Sollocé con más fuerza y me enrosqué en el piso. Tomé mi nuca con la mano que aun podía mover y agarré con fuerza mi cabello y mi cuello, tirando de ellos fuertemente hacia abajo, llorando en el piso como un marica. Sollozando como un bebé. Y no podía parar.

Supéralo, esto es lo que harás toda tu vida. Supéralo, este es tu legado. Supéralo, la gente muere. La gente mala muere de malas maneras. Ellos se lo merecían. Pero yo me lo merezco también, en ese caso. ¿Por qué nadie lo ha echo aun? Deberían hacerlo. Rápido, lo más rápido que puedan. Debería hacerlo yo mismo, acabar esto de una maldita vez. Si yo no lo hago, nadie más lo hará, lo sé. La gente que se quiere ir es la que más tiempo se queda.

Hazlo. Hazlo fácil y sin dolor. Tu felicidad está al alcance de una bala.

Sequé mis estúpidas lagrimas bruscamente y me arrastré hasta mi escritorio, dispuesto a acabar con todo de una vez. Me levanté con mucho esfuerzo y robé una mirada de mí mismo en mi espejo completo.

Mi pecho desnudo estaba rojo, mi respiración era fuerte y pesada, mis hombros tensos y alerta levantándose diez centímetros con cada tomada de aire, mi cabello estaba parado hacia todas las direcciones, mi mano derecha estaba goteando sangre como una llave abierta y mis lagrimas se confundían con mi sangre corriendo en mi cara. Mis ojos estaban desorbitados y completamente inyectados de sangre, luciendo tintos en lugar de simplemente rojos y haciendo resaltar mi pupila al máximo. Mi nariz todavía tenía un poco de cocaína en la punta.

Lucía tanto como una mierda psicótica que mi deseo de encontrar algún arma y volarme la cabeza creció instantáneamente, junto con el asco hacia mi patética persona.

Escarbé en mi escritorio sin saber bien lo que hacía. Mi mirada no se concentraba mucho en las cosas y me tuve que agarrar con fuerza del escritorio para no caer al piso. Y justo cuando encontré lo que estaba buscando, mi celular se encendió, vibró y sonó fuertemente, llamando mi atención. Lo iba a ignorar, porque ya nada importaba, pero un vistazo a él me hizo dejar de respirar por completo. El identificador decía "_____ " y salía una foto que le tomé cuando estábamos juntos en la cama. No contesté y dejó de sonar, pero yo no hice otro movimiento hasta que empezó a vibrar de nuevo y esa foto volvió a aparecer. Su cabello estaba echo un lío en su mejilla y su ojo derecho brillaba con travesura mientras una hermosa sonrisa se notaba en sus labios. Suspiré y contesté.

ρeω, ρeωDonde viven las historias. Descúbrelo ahora