Capítulo 4

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—Lo intento pero...— Una  muy enojada Ámber aparece y en ese instante me separo del cuerpo de Samuel como puedo.

—¡Eres tan perra de estar con mí novio!— Suelto una risita.

—¿Y si esta conmigo que vas a hacerme?— Digo riendo —¡Oh!¿No era que estabas con tú vecino?— Samuel se tapa la boca para reír y la cara de Ámber es inexplicable.

La ira se hace presenté en sus facciones y se acerca intimidante.

—No es de tu incumbencia lo que haga— Dice extremadamente cerca, tanto que
siento la ira emanar de ella.

Quedamos quietas hasta que me hago a un costado y paso para irme con Samuel.

—Amor vamos— Dice Ámber agarrándolo de la mano y llevándolo con ella.

—Lo siento— Levanta los hombros despreocupado y agarra mí mano, me detengo en seco cuando entrelaza nuestros dedos, y escucho los pasos de Ámber acercándose a mí.

Se acerca a mí oído y dice —Esto no se queda así Madison— Se da la vuelta y se va como si nada.

Mi mano sigue aferrada a la de Samuel.

—Necesito mí mano— Digo mirándolo.

—Necesitas divertirte un poco más, que dices si esta noche te paso a buscar a tu casa y vamos a...comer algo— Lo miro extrañada.

—Si.

—Entonces nos vemos esta noche— Dice sonriendo se acerca a mí y amaga a darme un beso pero me corro a lo que me da el beso en la mejilla.

—Nos vemos— Digo notando como sonríe.

Se da la vuelta y se va por los pasillos supongo su salón, yo me dirigo al mío, y me siento en un banco a esperar que toque el timbre para entrar.

(17:58)

Salgo corriendo de mi salón hacía afuera, necesito cambiarme para ir con Samuel.

En clase hable por teléfono con él.

Seguramente se estén preguntando ¿Cuándo le diste tú número? Él me escribió, así que no lo sé.

Bueno...me concentre en escribirle a Samuel, quien me respondió rápido y me puso que a las 20:00 me pasaba a buscar.

Asi que corro hasta mi casa, hoy Rafa no me pudo pasar a buscar.

Entro en mí cuarto una vez llegué y empiezo a retirarme la ropa para pegarme una rápida ducha.

Luego de bañarme rápido, salgo de la ducha y me seco.

Una vez seca empiezo a revolver la ropa, y no sé que ponerme.

Vestidos... vestidos... esté

Saco un hermoso vestido color verde agua, simplemente bello.

Me lo colocó con zapatos y arreglo mí pelo, intentanto secarlo lo más rápido posible.

Luego de hacer lo mejor posible con mi apariencia, se escuchan dos bocinazos afuera.

Corro por las escaleras y salgo de la casa despreocupada ya que mis padres no están en casa, si no esto sería mucho más complicado.

Subo al auto del chico de ojos verdes.
Parece un Dios Griego, pero es solo amigo...aunque los amigos no se besan...pero igual.

—¿Cómo estas?— Dice el robandome un beso, a lo que solo respondo.

—Bien— Le sonrió —¿Y tú?— Pregunto.

—Ahora que estoy contigo...mejor que nunca— Dios...creo que es la quinta vez que me tapo la cara en el dia.

Le sonrió nerviosa y me acomodo en el asiento abrochandome el cinturón.

Sentada el toma mi mano.
Y de vez en cuando la saca para poner los cambios,pero segundos después vuelve a agarrar mi mano con fuerza.

Una vez llegamos bajamos del auto... todavía de la mano, el me dirige dentro del lugar.

Bastante sofisticado y lindo.

Nos sentamos en una mesa.

Y empezamos a ver que ordenar, termimo ordenando lo mismo que él.

La comida aún no llega, él saca una lápicera de su bolsillo, agarra una servilleta y escribe algo.

Me pasa la servilleta y la leo.

¿Sabes lo hermosa que eres?

Sonrio ante el lindo acto y agarró la misma servilleta, le quito la lápicera y coloco.

Tú eres aún mas lindo.

Se lo entrego con nervios y noto como sonríe.

Vuelve a escribir.

Me encantas.

Sonrió otra vez, agarro la lapizera y coloco.

Deja de ser tan así.

Le paso la lápicera.

Escribe...

¿Te puedo hacer una pregunta?

Agarró una servilleta y coloco.

Ya la hiciste, pero si.

Le entrego el papelito y él escribe.

¿Te gustaría si...intentamos algo? Nada serio.

Mis ojos se abren y lo miró...miro el papel y luego a él.

No me parece tan malo ver que puede llegar a pasar, escribo "Si" escribo sonriendo como idiota.

Se lo pasó y ahora es él el que sonríe como idiota.

Una vez nos traen los platos que pedimos siento como algo me toca la pierna debajo de la mesa.

La chica que nos atiende deja la copa de vino y luego de servirla se retira.

Samuel empieza a tocar mí pierna con su pie, hace masajes suavemente por la parte de el tobillo.
Agarra la copa de vino e intimidante empieza a subir la pierna.

Tanto que empiezo a sentirme incomoda.

Una vez esta tocando por abajo de mí rodilla, empieza a esforzarse para llegar más.

Y empieza a chocar su rodilla contra la mesa, empiezo a reírme a carcajadas y él igual mientras digusta el vino.

Me mira y se ve tan lindo.

Empiezo a probar la comida, la cúal esta deliciosa, y cuando me quiero acordar ya acabé.

Nos levantamos de la silla con Samuel y caminamos hacia la salida.

Nos subimos a su auto y empezamos a reir por cualquier tontería que cualquiera acote.

—Pobre de tú rodilla— Noto como sigue riendo mientras yo imito su acto, el camino se hace tan corto.
Una vez llegamos.

—¿Nos vemos mañana?— Dice.

—Supongo...— Digo.

Me sonríe.

—¿Quieres...quedarte a dormir?— Pregunto al chico de ojos verdes.

Lo que ellos no saben © [COMPLETA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora