Capítulo 21

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—Es enserio hermoso— Digo bajando del auto por fin.

—No tanto como tú— Dice.

Terminamos tardando un poco más de lo pensado ya que comimos algo, nos moríamos de hambre y no nos quedó otra opción.

Veo como me observa.

—Eres tan...— Eleva sus cejas —Olvídalo— Digo riendo.

—Ahora moriré con la duda— Dice y sonríe.

—Tan cursi— Eleva sus hombros.

—Todos tenemos un lado cursi, y supongo que sale cuando estás con la persona correcta— Dice buscando algo en sus jeans —Aquí estan— Dice sacando unas llaves— Pues...bienvenida a la casa que compre hace unos años— Abro los ojos.

—¿Compraste una casa?

—¿Te gusta?— Dice entrando conmigo detrás.

Ahora que puedo apreciarla más de cerca y por adentro, es hermosa, muy amplia y las paredes son de madera, más que una casa es una cabaña, tiene unos muebles los cuales le dan un aspecto más moderno, hay un sofa grande de color verde apagado, una mesa pequeña y una puerta supongo dará a un patio, entrando más puedo ver una piscina que deja mi boca abierta, ¿De dónde saco dinero para esto?.

—Es...Dios— Digo con la boca por el piso.

—Aquí dormiremos— Dice abriendo una puerta, hace que eleve una ceja.

—¿Dormiremos juntos?— Asiente y yo lo miro sonriendo.

—¿Qué?— Dice —Paso frío por las noches.

Me asomó dejando ver una cama grande, caben dos personas perfectamente.

Trago saliva.

—¿Ambos?— Suelto una risita —Es perfecto— Digo entrando y tirándome sobre la cama, Samuel me imita.

Ambos nos quedamos en silencio.

—Sabes— Dice —Creo que tendré que ir a comprar unas cosas, si quieres mientras duchate, vuelvo en un rato— Asiento.

Da un beso en mi mejilla y se para saliendo de la habitación, quedo ahí hasta escuchar el sonido de la puerta cerrar.

Me levanto y voy en busca del baño.

Abro una puerta dejando a la vista una cocina, es una cocina pequeña, pero linda, es bastante bonita, tiene un horno y otra puerta que también da al patio.

Salgo de la cocina para seguir por el pasillo para ir hacía la otra puerta.

Ahí veo el baño donde entro para prender el agua, es del mismo estilo que la cocina y el living, es amplio, solo que aquí las paredes son de un material blanco y marmolado con negro, abro el grifo dejando una toalla que estaba colgada ahí sobre el retrete.

Empiezo a despejarme de mí ropa y entro, el agua tibia empieza a cubrir mi cuerpo y mojar mi cabello.

Minutos después salgo envuelta en una toalla.

La puerta se abre y Samuel entra con dos bolsas grandes llegas de cosas.

Al verme sus ojos van sus preocupación alguna por mi cuerpo.
Visualizan cada rincón, tanto que me hace sentir pequeña.

—Traje unas cosas— Dice apartando su vista en cuanto se dio cuenta de que ya me enteré que me miraba —Te traje ropa— Dice entregándome unas remeras y jeans, sin contar la ropa interior —Habían prendas pero pocas— Sonrío en forma de agradecimiento.

—Dame un segundo qué me cambio— Digo, camino hacía la habitación,  siento su mirada en mi hasta que entró a al cuarto.

Me cambió con una remera roja y un jean que me queda bastante apretado, ignoro eso, igualmente esta cómodo.
Entre la ropa veo un paquete de toallitas femeninas y lanzó una carcajada, imaginar a Samuel comprando toallitas femeninas me causa risa y ternura.

—¿Preciosa?— Dice —¿Te encuentras bien?— Vuelvo a soltar una carcajada más fuerte que la anterior —¿Amor?— Unos 5 segundos después de derramar un par se lagrimas por la risa él entra, menos mal ya me cambie —¿Estas bien?— Dice mirandome con una sonrisa.

—Solo— Suelvo a reír —Toallitas femeninas, me compraste toallitas femeninas— Digo agarrando mi pecho —Eres todo un amor— Veo como sonríe y se acerca.

—Fue más difícil de lo que pensé, primero que todas las mujeres me miraban, después que no sabia sí agarrar grandes o pequeñas, con alas o sin alas, para flujo abundante, medio o poco— Suelto una risita parándome de puntitas.

Doy besitos por toda su cara.

—Gracias— Digo —Te amo— Miro sus ojos.

—Yo igual— Da un tierno beso en mí nariz y se marcha —Ven que te muestro lo demás.

Lo sigo y me muestra una bolsa, de ahí saca comida, su ropa, y preservativos.

Tapo mí cara —¿Condones?— Digo sonrojandome.

—Nunca se sabe cuando uno esta necesitado— Me río.

—Idiota— Digo sonriendo, él hace lo mismo.

—Hermosa— Me acerco y hundo mí cabeza en su cuello abrazándolo.

—Gracias.

—¿Gracias?

—Por alejarme de todo— Digo.

—Y luego el cursi es uno— Entrecierro los ojos separándome.

—¿Siempre cagando momentos Patterson?— Sonrío y noto como de su boca brota una sonora carcajada.

Sigue sacando comida de la bolsa.

—¿Estás muy cansada?— Pregunta.

La verdad es que no, no estoy cansada, quizá por todo lo que dormí en el viaje, la parada donde dormimos, quizá la comida o el azúcar de esa coca cola que terminó muriendo siendo lanzada de un coche a 110km por hora...

—Sinceramente no— Digo.

—Pues te llevaré a mi lugar favorito.

—¿Me cambio o estoy bien?— Pregunto.

—Estas perfecta— Dice y me entrega una bolsa de papas fritas —¿Quieres?— Agarro la bolsa y llevo un puñado a mi boca llenando de sal mis labios —Tienes algo aquí— Da un beso en mis labios lamiendo con su lengua la sal —Y aquí— Roba otro —Listo, libre de sal.

Media hora más tarde estamos subiendo al auto para marchar a ese lugar que tan emocionado esta por mostrarme.

—Prepara tus cuerdas vocales— Lo miro extrañada —El mejor karaoke del mundo nos espera.







Lo que ellos no saben © [COMPLETA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora