Capítulo 25

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*WARNING. Si no te gusta las escenas hot, este capítulo no es para ti. Asi que saltátelo :)*

*Narra María*

Me levanto de la cama, en dirección a la habitación dónde Samuel suele grabar. Escucho cómo se despide del vídeo, que acaba de grabar. Me asomo por la puerta, comprobando que ha terminado y entro. Me siento en su regazo, y rodeo su cuello con uno de mis brazos.

-¿Cómo están mis amores?-dice acariciando mi vientre.

-Perfectísimos-le contesto, sonriéndole.

Le beso, mientras lo acerco más a mi. Me acomodo mejor, dejando mis piernas a ambos lados de las suyas. Comienzo a mover mi cintura, con  la ayuda de sus manos. El beso no deja de subir de tono, nuestras se mueven al compás, parando para coger aire. 

-Amor, ¿y si le hacemos daño?-le pregunto, separándome un poco. Si empezamos, no podremos parar.

-No le va a pasar nada, ya se lo pregunté al doctor-responde, mientras comienza a besar mi cuello

Río, este hombre y sus ocurrencias. Me desprendo de su camiseta, tirándola hacia un lado y paseo mis manos por todo su pecho. Me toma en brazos, y comienza a caminar hacia la cama. Cuando me deja suavemente, se apoya en sus brazos y continua con sus besos por todo mi pecho, bajando hacia mi vientre.

-Bebé, tu cierra los ojos cariño-dice él, antes de continuar.

Me echo a reír de nuevo, y ambos nos desprendemos de la ropa restante. Él me toca como si fuera a romperte, como si fuera de cristal. Entra lentamente en mí, y cuando está completamente dentro, ambos soltamos un suspiro.

-¿Estas bien?-dice mirándome, yo asiento con la cabeza.

Comienza a moverse, lentamente pero yo muevo mi cintura en busca de más. Parece darse cuenta, y aumenta sus movimientos. Entrelaza nuestras manos, por encima de mi cabeza, y vuelve a besarme. Su aliento choca contra el mío, mientras nuestros gemidos suenan por toda la habitación. 

Cuando alcanzamos el clímax, soltamos un suspiro y se deja caer sobre mí. Al instante, se da cuenta y se hace a un lado. Rodea mi cintura con su brazo, para colocarme sobre él y después abrazarme.

-¿Te encuentras bien, princesa?-dice, una vez más preocupado.

-Sí, no te preocupes amor.-Le respondo.

Lo abrazo más fuerte, y dejo un beso en su mejilla. 

-Ahora a darse una duchita, y de vuelta a descansar-dice poniéndose de pie, conmigo en brazos. 

Camina hacia la ducha, y abre el grifo regulando la temperatura. Me deja en el suelo, y nos sumerge bajo el agua. Me abraza contra su cuerpo, acariciando mi pelo. Se balancea, como si estuviéramos danzando una canción lenta. Me separo, y cojo el champú. Se agacha un poco, y comienzo a lavar su pelo. Prosigo lavando su cuerpo, él se deja hacer tranquilo. Después es él, el que me lava el pelo y el cuerpo.

Al terminar, apago el grifo y él sale de la ducha. Se coloca una toalla en su cintura, y me cubre a mi con otra. Nos ponemos delante del espejo, mi vientre se comienza a notar. Él pasea sus manos, acariciándolo. Deja un beso en mi cabeza, y sale del baño. Cuando vuelve, trae nuestra ropa entre sus manos. Empezamos a vestirnos, pero antes de que pueda ponerme la camiseta me para.

-Hola mi amor-dice agachándose, frente a mí.-¿Cómo estás? Espero que no hayas escuchado nada, mamá y papá solo estaban jugando. He visto que a mamá, ya le está creciendo el vientre. Eso quiere decir que te estás haciendo mayor, pero recuerda que aún te tienes que quedar ahí. No tengas prisa por salir, aún debemos preparar todo para tu llegada. Tú sólo preocúpate por crecer y por hacerte fuerte. Tu mamá, y yo te amamos mucho. Recuérdalo, ¿vale? Adiós, amor.

Me echo a reír, y tomo su mano para que se ponga de pie. Le beso, y él me coloca la camiseta. Vamos hacia la habitación, y ponemos una película. Cojo algunos dulces de la cocina, y nos tumbamos abrazados. Sí, somos muy pegaditos. No lo podemos evitar. Siento un movimiento dentro de mí, seguramente sea hambre. Pero no, lo vuelvo a sentir, ¡es el bebé!

-Samu, dame tu mano-le digo, emocionada.

-¿Para qué?-dice, tendiéndome su mano. La coloco a un lado de mi vientre, viendo cómo se iluminan sus ojos.-¿Eso es el bebé?

Asiento con la cabeza, ya hemos comenzado a llorar. Esto es muy emocionante, nunca lo habíamos sentido. Nos quedamos un rato así, con su mano apoyada en mi vientre notando los movimientos del bebé.

Mi querido Gamer.... (SIN EDITAR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora