Capítulo 3

418 26 2
                                    

Al volver a la sala de reuniones, lo primero que vieron J.J. y Emily fueron a sus compañeros  en un silencio total, mientras que Derek se mantenía sentado con evidente gesto de fastidio. Ambas se sentaron junto a ellos, cruzando la mirada momentaneamente y preguntándose qué demonios había pasado, pero parecía que nadie quería hablar.

- Creo que deberíamos registrar tu apartamento, Emily- Le dijo Hotch con cara de disculpa- Si realmente no le has enseñado a nadie ese tatuaje, tenemos que contemplar la posibilidad de que haya puesto cámaras.

Emily súbitamente palideció, no había pensado siquiera en esa posibilidad. En su apartamento había instalado una alarma, y la puerta era de seguridad. La idea de que alguien pudiera haber invadido de ese modo su privacidad la ponía enferma.

- Oye, ¿estás bien?- Le preguntó Reid con cierta alarma.

- Sí...- Balbuceó- Lo siento... Iré yo...

- No- La interrumpió Hotch- No quiero que corras riesgos. J.J y Rossi pueden hacerlo.

- Hotch, si alguien ha conseguido poner cámaras, seguramente se habrá llevado algún objeto, y sólo yo puedo saberlo- Argumentó ella con convicción.

Hotch la observó durante unos instantes, calibrando la situación, pero no podía refutar nada a su razonamiento.

- Está bien- Cedió con resignación- Ve con ellos, y de paso tráete algunas cosas para pasar la noche aquí. Estarás más segura.

Ella abrió la boca para protestar, pero la mirada de advertencia que Hotch le dirigió la obligó a permanecer callada. Buscó ayuda en Derek, pero éste parecía estar de acuerdo con su jefe. Debía haberlo imaginado, por supuesto. Derek era sin duda el que más miedo tendría en aquella situación. No discutiría ninguna decisión que fuera destinada a garantizar su seguridad.

- Yo puedo acompañarla.- Se ofreció él rápidamente..

Hotch, estuvo a punto de rechazar su propuesta. Dadas las circunstancias prefería mantenerlos alejados, pero no podía negar que si surgía algún problema, Morgan era el más fuerte de ellos, y el que podría protegerla mejor.

- Está bien, Rossi os acompañará. J.J, quédate con Reid e investigad las similitudes de los dos tatuajes. García, comprueba los antecedentes penales de los tatuadores de la zona, a ver quien podría hacer esa clase de tatuajes, y para descartar todas las posibilidades, haced un seguimiento de la actividad de los médicos que trataron a Emily en París, por si alguno se encuentra ahora en Estados Unidos.

- De acuerdo- Dijeron casi al unísono.

Unos veinte minutos después Derek, Rossi y Emily entraron en el apartamento de ésta última, y registraron cada rincón de la casa. Rossi y Derek se quedaron en el salón comedor, mientras que Emily se concentró en el dormitorio. No estaba dispuesta a que por accidente Rossi se encontrara con algo que no debiera y la pusiera tanto a ella como a Derek en una situación incómoda. Sospechaba la razón por la cual Hotch le había pedido a Rossi que los acompañara. Sin duda, era el más experimentado y el más perceptivo de todos ellos. En realidad, no estaba allí sólo para registrar la casa, sino para vigilarlos a ellos. Desde que había vuelto con J.J. a la sala de reuniones, había cruzado apenas un par de frases con Derek. Su habilidad para compartimentar parecía haber regresado.

Estaba registrando su tocador cuando vio la pequeña cámara. Si no hubiera sido porque la estaba buscando, jamás habría reparado en ella, disimulada en el labrado del marco del espejo. Su corazón casi se paralizó cuando se dio cuenta de que estaba frente a la cama. Sintió que le fallaban las piernas, y tuvo que sentarse en la butaca del tocador durante unos segundos. Cuando consiguió medianamente recuperarse, abrió los cajones intentando hacer memoria de toda su ropa interior, para ver si le faltaba algo. Enseguida se dio cuenta. Si hubiera sido cualquier otra cosa posiblemente no lo hubiera hecho, pero justo faltaba un conjunto de color azul turquesa y sabía exactamente la razón. Era el que llevaba puesto la primera noche que había hecho el amor con Derek. Siguió abriendo cajones, y la siguiente pieza que faltaba, confirmó sus sospechas. El pijama de satén, corto, que se había puesto también aquella noche. De nuevo se sentó, ahora en la cama, intentando recuperar el aire que parecía haber escapado de sus pulmones.

InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora