Capítulo 23

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- Buenos días, ¿has dormido bien?.- Preguntó Elisabeth al ver a su hija, aún somnolienta.

Emily había entrado en la cocina, generalmente dominio exclusivamente de Anna, la fiel empleada de la familia que trabajaba para ellos desde que tenía uso de razón, pero aquel día, estaba sentada junto a su madre tomándose una taza de café tranquilamente. Emily no podía estar menos que sorprendida. Era incapaz de recordar a su madre en la cocina de la casa. Siempre desayunaba en el jardín, en su dormitorio, o en el comedor. Parecía que al fin y al cabo, las cosas habían cambiado mucho por allí.

- En realidad sí...Y la verdad, es extraño...- Contestó con una sonrisa. No había tenido pesadillas, y sí, resultaba sumamente extraño.

Anna, se levantó y le ofreció una silla.

- Sientate jovencita..., - Le habló con cariño- Te serviré el desayuno...- Y luego se la quedó mirando detenidamente- Estás muy pálida- Añadió frunciendo el ceño.- ¿Estás enferma?.

Apenas había tenido tiempo de saludarla con un cálido abrazo, cuando había llegado la noche anterior. Parecía tan abatida, que dejó que su madre se encargara de ella. No había querido cenar y se había ido directamente a la cama sin dar razón alguna de los motivos que la habían llevado hasta allí.

- No... Sólo han sido unos días un poco difíciles- Se limitó a explicar, al tiempo que tomaba asiento junto a su madre- No es necesario que hagas eso Anna- Se apresuró a decirle al ver que comenzaba a servirle el zumo- Puedo hacerlo sola- Continuó un poco incomodada. Había olvidado completamente lo que era vivir en aquella casa rodeada de personas que se encargaban de hasta el más mínimo detalle.

- Ya se que puedes hacerlo sola- Le contestó acariciándole la cabeza- Sólo deja que te cuidemos un poco ¿de acuerdo?. - Y seguidamente se sentó junto a ella, en el sitio que quedaba libre y se centró en su propio cafe.

Emily se dio por vencida, y le sonrió agradecida. Contra todo pronóstico, se sentía a gusto allí. Tomó un sorbo de zumo mientras comenzaba a untar una tostada con mermelada.

Miró hacia las otras dos mujeres, que permanecían en silencio, cruzándose miradas cómplices.

- Sé que os estáis preguntando qué pasa...- Dijo Emily rompiendo el silencio- Yo... sólo necesitaba alejarme un poco de todo...

- ¿Qué ocurre Emily?- Le preguntó Elisabeth con preocupación. Conocía más o menos los detalles de lo que había ocurrido con Doyle. El agente Hotchner la había mantenido al tanto de lo ocurrido y de su supuesta muerte, pero apenas había sabido nada de ella desde que había vuelto.

Emily dudó por unos momentos. ¿Que qué le ocurría? Habría sido más fácil preguntar qué no le ocurría.

- No sabría ni por donde empezar- Titubeó cabizbaja, dejando la tostada sobre el plato.

Anna, se levantó y recogió sus cubiertos.

- Por lo pronto os dejaré a solas- Anunció dándole un suave beso en la frente a Emily- Te veo luego, pequeña... podríamos dar una vuelta por el jardín... las rosas están preciosas- Añadió con dulzura.

Cuando se quedaron a solas, Emily suspiró tratando de reunir valor.

- Bueno... Supongo que lo principal es que... Parece ser que vas a ser abuela...- Le informó sin poder evitar sentirse avergonzada como si tuviera otra vez 15 años. Sólo que ahora era una mujer adulta y el sonrojo de su rostro no parecía tener justificación y, sin embargo allí estaba. La mirada atónita de su madre, no ayudó demasiado.

- Oh... Vaya...- Consiguió balbucear la embajadora cuando consiguió volver a respirar. Pero era evidente que su hija se parecía más a ella de lo que ninguna de las dos admitiría nunca. Recuperó el control de la situación rápidamente y se centró en los detalles- ¿De cuánto estás?

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