doce

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La vida consiste en la repetición constante del placer. 

Schopenhauer.

Hoy era ese día que sería libre, y no iría a la tienda, asi que un poco ansiosa, me excusé que saldría con Hoseok a conocer la ciudad. De hecho había conocido un poco ya y no era nada más que Busan, pero con mayor tecnología. No era algo del otro mundo, y tenía un montón de fotos, así que si me preguntaban qué lugares visité mencionaría algunos de los que ya había estado allí.

Hoseok abrió la puerta, y apenas al verme ahí, se acercó con prisa para besarme. Estaba hambrienta de él y mi cuerpo virginal empezaba a desear algo que nunca había experimentado.

Sé que también íbamos rápido. No éramos nada, absolutamente nada, pero nos habíamos besado ya un par de veces a escondidas, y hoy era el día en el que finalmente podía estar horas con él sin temer que Minah o Kangjoon nos interrumpiera.

Caí en el mueble de su sala. Sus padres casi nunca estaban, así que no había problemas de alguna interrupción. Hoseok mordió la piel de mi cuello antes que me quejara. Él no podía dejarme marcas, sino todos se darían cuenta, y no tenía ganas de responder por algo que yo no sabía. Él se colocó entre mis piernas alzando el vestido floreado de color azul empezando a frotarse ahí mismo mientras me besaba.

Me estaba volviendo loca con su forma de moverse. Era realmente abrumante... Sus manos quemaban sobre mi piel y yo no podía dejarle de besar. Hoseok tiró de mi ropa interior a un lado y empezó a acariciarme, haciéndome exaltar. Nadie antes me había tocado antes.

—Espera...

Le dije cuando sentí que me iba tocar ahí o tal vez iba a meterme un dedo, pues le había colocado en la entrada. —Hoseok, soy virgen, sé... Sé lento. Ya luego sé lo que quieras.

— ¿En serio eres virgen?

Dijo él. ¿Es que acaso no parecía? Su pregunta me sonó rarísima.

Asentí.

Él se rascó la cabeza y luego asintió. No supe cómo tomar su reacción, pero cuando ingresó un dedo no sentí nada de dolor, solo extrañeza, lo movió de adelante hacia atrás, suavemente, y luego otro después de unos segundos. Los movimientos eran suaves, y me hacía sentir extraña en el buen sentido, porque mi cuerpo estaba erizado, aunque este aún estuviera cubierto

—Vamos al cuarto.

Dijo, levantándose. Él tendió su mano y yo la apreté siguiéndole. Me había levantado mi ropa interior y cuando esta chocó con mi intimidad pude notar que yo estaba más que mojada. Literal parecía que chorreaba. Las sábanas de Hoseok eran blancas, muy blancas, pero a él no le importó que las íbamos a ensuciar con sangre.

Me senté sobre la cama, y él se volvió a acercar a mí, haciendo que me recostara y acomodara sobre la cama con mis piernas envolviendo su estrecha cintura. Sus besos realmente me tenían deseando más y más. Volvió a hacer lo mismo, a bajar mi ropa interior y levantar mi vestido. No quería que me desnude del todo, sería más fácil salir así por alguna emergencia.

Hoseok se cernió sobre mí cada vez más, besando mi cuello, incluso llegando a sentir los ligeros rastros de vello facial ahí, sin molestarme lo suficiente. Me sentí tan débil una vez más y mis piernas no temblaban del miedo, sino de la gran sensación que sentía. Cuando besó mis labios luego de sentirle quitarse su ropa, como si no se avergonzara mostrarse desnudo, empecé a panicar.

Mi primera vez estaba por venir y esperaba que fuera bonita.

Realmente lo esperaba.

Toxic + jhs ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora