veinte

2.2K 342 37
                                    

Nuestras convicciones más arraigadas, más indubitables, son las más sospechosas. Ellas constituyen nuestro límite, nuestros confines, nuestra prisión
José Ortega y Gasset

Porque lo quería, esa era la respuesta. Sin embargo, ya no me sentía cómoda con todo esto.

Hoseok finalmente respondió los mensajes. Había estado muy ocupado, pero en ese momento que estaba libre quiso hacer videollamada. Decidí aceptar.

Sostenía un libro con fuerza mientras observaba la pantalla. Él sonreía ampliamente al verme, preguntando cómo estaba. Al enseñar mi libro le hice entender que estaba estudiando, pero aún así quería escucharlo. Dejé que él hablara sobre las cosas que le había pasado y de vez en cuando miraba mi libro. No podía decírselo. Sentía mi garganta secarse en el momento que quería decirle "terminemos"

Hoseok después de un rato hizo una mueca.

—¿Tienes examen?

Asentí. Tenía uno al día siguiente. —Entonces te dejo que estudies, no estás prestándome atención.

Él, a pesar que lo dijo con una voz suave, pude darme cuenta que le molestó. Mi yo anterior hubiera tirado el libro a un lado y seguir la conversación, pero solo dije un "está bien" y me despedí de él rápidamente. Corté la llamada segundos después.

Cerré los ojos con fuerza.

Le iba a romper el corazón.

Estaba segurísima, pero no aguantaba más teniéndole lejos. Bien podría viajar, pero sabía que no podía, no durante época de clases. Ni siquiera había una expedición para ir a Seúl, nada, ni un congreso, simposio, absolutamente nada. Volví a tomar mi celular y empecé a escribir desesperadamente lo que quería decirle mientras las lágrimas caían sin control.

Lo siento, Hoseok.

Entonces envié el mensaje. El signo de visto apareció. Y fue cuestión de un minuto, sin dejar de llorar aún, que recibí un mensaje.

Lo sabía, Seulgi. Lo veía venir, joder.
Vete bien a la mierda

Toxic + jhs ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora