Capítulo 4 - Verdades y situaciones vergonzosas

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La conversación con mis padres fue rápida y sin muchas explicaciones, ellos no sabían que intentábamos tener un hijo, por ello solo les dije que fue una separación porque ya no nos comprendemos, que la magia del amor se fue, que dolió aceptarlo pero lo superaría, ellos no tienen porqué saber que quizás su hija no puede tener hijos y su esposo la dejó por obsesionarse con eso. No, si lo que quiero es superar, será mejor que nadie más se entere que intentaba ser mamá, suficiente con mis hermanos y mi mejor amiga.

Bajo las escaleras observando a las personas que se encuentran presentes, sus cuerpos están tensos, con claras señales de nerviosismo. Tomo aire para tranquilizarme, lo que viene no será nada fácil, será la primera vez que lo hable con alguien que no sea mi conciencia. Me siento junto a Octavio y empiezo a contarles lo sucedido.

- A ver, por dónde empiezo- pregunto observándolos.

- Creo que explicándonos qué es lo que sucede con Jorge.- dice Enrique con cautela, a lo que mi monito me da un apretón en la mano infundiéndome valor.

- Bien - froto mis manos liberando un poco de tensión- Jorge me pidió el divorcio.

- ¿Bromeas, verdad? El imbécil no te pudo hacer eso, si te engañó juro que le partiré la cara a ese cabrón.- Enrique camina de un punto a otro mientras sigue maldiciendo.

- Pero, por qué- pregunta Paula con los ojos desorbitados.

- Paula, yo ya te había comentado que las cosas no iban bien, que notaba a Jorge cambiado, que las veces que me miraba lo hacía distinto. Incluso te dije que en la cama ya no era el mismo.- conteste con lágrimas en los ojos, me dolía recordar aquel momento.

- Cómo fue que sucedió eso, según tenía entendido ustedes estaban intentando un bebé- dice Octavio notablemente confundido, nunca había hablado con ellos sobre los problemas que habían en mi matrimonio últimamente.

Así fue como poco a poco fui contándoles lo que sucedió en ese almuerzo que marcaría mi futuro. Les relaté desde que me realicé en el trabajo la prueba de embarazo que resultó negativa hasta el punto en que me dijo que me obsesioné con lo de tener un hijo y dejé de lado la parte romántica y pasional de la relación. Sus reacciones fueron muy diversas, pero todo dentro de lo que tenía previsto.

- Es un patán acaso el bebé no sería de ambos, acaso los dos no estaban ilusionados.- dice Paula con los puños apretados.

- Al parecer en algún momento se cansó de que lo intentemos.- susurro en un sollozo. Octavio, mi monito, me abraza fuertemente, es mi protector desde que era bebé y él tenía 5 años.

- Ese idiota me las pagará, se llevó uno de mis tesoros prometiendo protegerlo y ahora mira cómo te trata.- habla Enrique acercándose a la puerta con los ojos rojos de ira.

- No entiendo cómo pudo denigrarte a solo buen sexo durante todos estos años, un matrimonio no involucra simplemente eso. Además,  en qué momento perdió el interés en ser papá, aquí existe algo más de eso no tengo duda.- indica Octavio también levantándose.

- A dónde van, si se los dije no fue para que lo vayan a buscar y hacerle quién sabe qué cosas, sino para que se queden conmigo brindándome apoyo. Ya luego podrán ir a defenderme, ahora solo quiero que me mimen.- sollozo acercándome a ellos, quienes acortan la distancia para abrazarme.

Mis hermanos tienen formas muy distintas de protegerme, Enrique, al ser mayor que yo por 13 años, siempre me ha protegido como si fuera su hija y trata de alejar a todos aquellos que podrían hacerme daño. Mientras que Octavio, me aconseja y deja que yo experimente, interviniendo y defendiéndome cuando algo me hiere o se sale de control. A veces no logran entender que ya crecí y también sé solucionar mis problemas. Aunque no niego que necesite su protección, ahora lo mejor que pueden hacer es quedarse a mi lado, ya luego tendrán tiempo de enfrentarlo.

Whisky + Vodka = FamiliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora