POV's Luciano
Abro los ojos y tengo volver a cerrarlos inmediatamente debido a la insoportable claridad, que no contribuye en nada con mi indeseable resaca. No recuerdo cuándo fue la última vez que me emborraché, pero lo que sí recuerdo es que ayer pasé una grandiosa noche con una mujer increíble y hermosa. Y no solo lo digo por lo que pasó en estas cuatro paredes sino también por cómo la pasamos en la discoteca anoche cuando ya estaba a punto de irme muerto de aburrimiento luego de que mi mejor amigo le prestara más atención a su novia y el loco de Oct desapareciera.
Salgo de mis pensamientos cuando estiro mi brazo buscando el cuerpo de la pelirroja y solo me topo con el desorden de sábanas frías. Giro mi cabeza para ambos lados, nada. Me acomodo boca arriba para de esta manera tener una mejor visión del dormitorio, pero nada. No hay ni rastro de la pelirroja. Ni siquiera su ropa.
Me paro de un brinco y la busco en el baño. No está. Salgo como un rayo del cuarto a buscarla, pero al parecer decidió irse y no dejar por lo menos una nota. Cumplió lo que dijo cuando pensaba irse en la madrugada luego de un mano a mano de tequila. Hasta algún día, eso fue lo que dijo. Con unos tragos demás eso me parecía lo mejor, pero luego de una noche espectacular por lo menos merecíamos conocernos más. Tanto ella como yo, aún no logro creer que se haya marchado sin despedirse. Como si no hubiera sucedido nada.
Ingreso de nuevo a mi cuarto y mi cama sigue siendo igual de atractiva como hace unos minutos. Me tiro sobre ella y tapo mis ojos con mi brazo recordando cómo se sintió besar y tener entre mis brazos a la pelirroja, mi pelirroja, aunque sea en mi mente será siempre mía. Esa mujer es inolvidable, es divertida, entusiasta, cariñosa y muy pasional.
—Mikaela —murmuro con una sonrisa boba— mi angel guerrero.
Luego de una merecida siesta post embriaguez y un relajante baño, voy a la cocina por un vaso de agua helada, es lo único que logra aliviarme la resaca. Busco algo que comer, pero nada me resulta apetitoso.
Salgo a la sala, la luz que entra por las ventanas impacta directamente a mis ojos, maldigo la hora en que no cerré las cortinas. Con un brazo cubriendo mis ojos entrecerrados, corro a cerrarlas para luego sentarme en el sillón más alejado. Al lado de este se encuentra un estante con libros antiguos sobre vinicultura, una pasión que fue transferida en mi familia a través de generaciones.
En otras ocasiones habría tomado un libro y puesto a leer sobre diversas técnicas antiguas, pero hoy mi mente está ocupada en otra cosa, en una persona en particular, en una hermosa pelirroja de ojos verdes.
—Dios, pelirroja, qué me has hecho —pienso—. Luciano, fue solo una noche, una grandiosa, pero es muy poco tiempo como para que no puedas sacarla de tu cabeza —me regaño.
Me relajo pensando en ese ángel guerrero que hace unas horas visitó este lugar y no dejó ningún recuerdo. No sé si pasaron horas, pero la última vez que pensé tanto en una mujer fue con Regina. Sé que es seguro que no la vuelva a ver, sin embargo no pierdo la esperanza.
Sin querer caigo en un profundo sueño, del cual salgo, cuando escucho que tocan descontroladamente el timbre, ya imagino quién puede ser, mi hermana, es la única persona que tocaría de esa manera mi puerta. Hace un mes que se mudó a este edificio y ya es la tercera vez que hace esto y siempre por la misma razón.
Me paro perezosamente y arrastrando los pies me dirijo a abrir la puerta. Frente a mí aparece una sonriente y apresurada Liana.
—¡Hey! Necesito mi juego de llaves para ya —exclama apurada empujando mi hombro para poder ingresar al departamento.
—Hola hermanita, ¿cómo estás?¿bien? yo tratando de no pensar en nada un rato —digo sarcástico y un poco resentido por no haber recibido un saludo de mi pequeña.
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Whisky + Vodka = Familia
ChickLit¡Negativo! Eso es lo que recibe en cada prueba que se realiza. Mikaela es una fotógrafa publicitaria que lleva dos años intentando con su esposo tener un bebé. Tratamiento tras tratamiento siempre es el mismo resultado, ha intentado todos y cada un...