Capítulo 19 - Hermanos sobreprotectores y un día de locos

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POV's Mikaela

Siento sus labios recorrer mi cuello, sus manos bailan por mi cuerpo buscando el cierre de mi vestido, mientras su cuerpo me empujaba a la pared. Apenas habíamos logrado cerrar la puerta de la habitación cuando ya nos encontrábamos en esta situación. Se restriega contra mí haciéndome notar su excitación, la mía ya desbordó los límites y mis manos se apresuran abriendo los botones de su camisa.

La suavidad de la cama cobija nuestro encuentro, nuestra desnudez ya no importa. Sus ojos conectados a los míos determinan mis frenéticos latidos, es una tortura tener a este hombre sobre mí y que su intensa mirada diga más que sus palabras.

—Nunca dejes de mirarme así —digo en un hilo de voz.

Acaricia mi rostro y deja un casto beso en mis labios. Es dulce y pasional al mismo tiempo. En este momento no quiero pensar en nada más que esto.

—Soy débil ante ti, y a la vez me siento más fuerte. Tu indiferencia me duele, no lo hagas —no respondo, simplemente lo atraigo hacia mí y lo beso envolviendo su cintura con mis piernas.

Poco a poco sus acometidas se van acelerando, nuestra respiración se vuelve más errática. Se acelera mi ritmo cardiaco, su nombre sale de mis labios al ritmo de su vaivén. Arremete contra mis labios ahogando sus gemidos y tragándose los míos.

—Pelirroja —suspira en mi cuello, me besa hasta dejarme sin respiración para luego acurrucarse junto a mí.

Me remuevo en la cama, los primeros rayos solares dan directamente a mi rostro, un brazo aprisiona mi cintura contra un firme torso. Ay no, ay no, ay no... este brazo yo lo conozco. Si, lo conozco y tengo la impresión de que realmente no me va a gustar lo que vea al girarme.

Lentamente me volteo, no quiero abrir los ojos pero lo hago. Me encuentro con unos hermosos ojos oscuros, Luciano me mira como queriendo leer mis expresiones, sabe que saldré corriendo. Soy más rápida y antes de que apriete su agarre, me levanto y empiezo a levantar mis prendas de vestir. Él solamente me mira.

—¿Qué se supone que haces? —dice levantándose de un brinco. No respondo, sigo buscando lo que me falta— ¡Ey! Te estoy hablando.

—Pues que crees que hago —le respondo irónica—. Esto no debió pasar —murmuro para mí, pero está claro que él logró escucharme.

—No, no, no, no —dice quitándome las prendas de las manos—. Esta vez no huirás, hablarás conmigo, no dejaré que te vayas sin darme una explicación.

—Luciano dame mi ropa —digo casi llorando, estoy muy sensible últimamente.

—Mikaela... —se acerca a mí para examinar mi rostro— qué sucede bonita.

—Luciano, dame mi ropa —vuelvo a repetir luego de respirar profundo.

—Ahí está —lo deja al borde de la cama—. Ven, hablemos —se sienta conmigo en la cama.

—Cómo fue que llegué a este punto —me pregunto.

—Pasó porque tenía que pasar, pasó porque así lo quisimos —responde sencillamente.

—No debió pasar, te aprovechaste del estado en el que me encontraba —sé que estoy siendo injusta, pero realmente no quiero pensar más en esto, solo quiero llegar a mi casa y enterrarme bajo mis cobijas.

—No, eso sí que no fue lo que pasó y lo sabes bien —dice casi enojado.

—Estaba vulnerable —me defiendo, o al menos lo intento— y me invitaste a subir.

Whisky + Vodka = FamiliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora