Capitulo 15 - Ponle mi nombre

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POV’s Mikaela

No, no, no. Me debo de estar volviendo loca. ¡Sí, eso! Debo estar empezando a alucinar, porque lo que estoy viendo ahora tiene que ser producto de mi imaginación y no que realmente estoy viendo al imbécil de Luciano frente a mí. 

Miro para ambos lados buscando la salida más cercana para echarme a correr, cuando recuerdo abruptamente que no soy yo la que debe evitarlo, él fue el que hizo mal las cosas. 

—Mikaela, olvida que estas dos últimas semanas no ha habido noche en que no sueñes con él. Tienes que hacerlo, está casado. Es un maldito infiel, ignóralo, que ese individuo te sea indiferente —me regaño mentalmente mientras me encamino nuevamente al estudio donde estoy trabajando ahora.

Volteó a guiar a los modelos y tomar las últimas fotografías del día. Gracias al cielo los chicos no hacen preguntas de mi cambio de ánimo. Termino exitosamente la sesión y ahora sí puedo decir “una cuenta menos”. Los modelos se despiden cuando de pronto viene una de las chicas corriendo hacia mí y me abraza.

—Hola —me dice tímida luego de su arranque de euforia—. ¡Felicitaciones! Sé que serán y lo harán muy feliz. Sabrán pasar los obstáculos, por eso no te preocupes —termina dejándome desconcertada, mientras ella me mira con una sonrisa llena de ilusión.

—¿Ehhh? ¿De qué hablas? ¿Te sientes bien? —me preocupo por su salud mental.

—Ahhh… Aún no lo sabes —afirma.

—Qué… Qué es lo que no sé —pregunto sin entender.

—Bueno, muy pronto lo sabrás

—¿Saber qué? —le dije con una gran interrogante cruzando mi rostro.

—Bueno, te dejo, ahí viene tu galán —mira hacia la izquierda consiguiendo que yo también lo haga y vea al imbécil que se acerca, la niña de la cual empiezo a dudar sobre su salud mental, vuelve a mirarme y me guiña un ojo para enseguida irse mientras grita—. Ponle mi nombre, Lorenza, recuerda —termina señalándose.

Qué chica para más rara, todo lo que hablamos fue por medio de susurros lo que hacía todo mucho más sospechoso. Bueno un problema a la vez, primero hay que deshacernos del que se acerca. Respirando profundo volteó a mirarlo, por un segundo entro en pánico, siento que el calor y el color se ha esfumado de mi cuerpo, todo empieza darme vueltas. Trato de mantenerme firme, pero poco a poco empiezo a tambalearme, nunca he sentido algo parecido a esto. Siento que alguien me sujeta del brazo permitiendo que conserve el equilibrio.

Al sentir la ligera pero firme presión sobre mi brazo, volteo instintivamente para solo encontrarme con el rostro con aparente preocupación de Luciano. Se me queda mirando y cuando finalmente salgo del aturdimiento, deshago bruscamente su agarre, alejándome de él para no caer en el hechizo de su mirada. Sé que debería ser amable, pero yo no tengo la culpa de que mi mirada sea tan transparente y refleje todo aquello que siento y en este momento esté lanzando dagas a su precioso y masculino rostro infiel.

—Mik… —intenta decir mi nombre, sin embargo, lo corto, no quiero caer en la tentación que crea con solo decir mi nombre.

—Señor, en qué puedo ayudarlo —digo seca, los diminutos cariñosos y pasionales quedaron olvidados en el momento en que vi el anillo, hasta el señor le queda grande, pero estoy en mi trabajo, debo guardar la compostura.

Mis palabras y el tono en que las expreso parecen impactarle, qué esperaba que lo viese y me arrojase a sus brazos. Se queda mudo, su rostro muestra perplejidad y confusión.

—Desea algo, debo continuar con mi trabajo, señor —remarco la última palabra.

—Pero… qué demonios —dice perdiendo un poco los papeles—. Mikaela, pelirroja… qué sucede, no es posible que no recuerdes la noche en el bar, lo que sucedió después del bar…

—Lo siento, creo que se confunde de persona, no lo conozco. ¿Algo en que pueda ayudarlo? —pregunté con una frialdad que hasta a mí me sorprende.

—Increíble, simplemente increíble. Cómo es posible que finjas no recordarme —empieza a acercarse lentamente a la par que el volumen de su voz se hace un susurro—, no recordar el calor de mi cuerpo junto al tuyo, mis caricias sobre tu piel —su índice ofrece una ligera caricia al ascender lentamente por mi brazo, su mirada penetrante no se ha apartado ni un segundo de la mía, amenazando con hacerme perder la cordura, aproxima su mano a mi rostro para continuar—, el peso de mis labios sobre los tuyos…

—Veo que ya se conocieron… 

No llega a tocarme, gracias al cielo alguien llega a interrumpir el hechizo que me está profiriendo. Enrique se lo queda mirando al ver que no se aleja de mí, al salir del trance al que me había arrojado, me alejo rápidamente de él.

—Ah, hola Quique. No, aquí el señor que al parecer se confundió —digo retomando el control de la situación, si es que en algún momento lo tuve.

—Sí, así parece —responde con una expresión de “esto aún no termina”, para inmediatamente mirar a Quique—. ¡Hermano! Dónde demonios estabas, te he estado esperando por casi veinte minutos, estaba a punto de irme —miente descaradamente.

—Luciano, no exageres… estaba atendiendo una llamada de Kat, era importante —aclara mi hermano—. Pero al parecer no estabas solo, aquí Miky te hacía compañía —no, no, Quique, qué haces, a mí ya no me metas, quiero desaparecer lentamente.

—Si, aquí la señorita muy amable se ofreció a llevarnos al despacho del presidente —dice el maldito.

—¿En serio? ¡Genial, Mikaela! Bueno chicos, como no hacen falta presentaciones, creo que ya podemos dirigirnos hacia allá, muero por regresar a casa —dice mi hermano mirándonos, sin entender ni un poco lo que quiere decir mi mirada.

A regañadientes camino al lado de Quique y el idiota hacía la oficina de Javier, mi socio en este negocio, nadie sabe que soy una de las socias fundadoras de esta empresa, así hay menos presión, solo hay tres personas, Paula, Javi y mi ex, y ojo que los dos primeros lo saben porque con ellos iniciamos este sueño.

Durante todo el camino hemos permanecido en absoluto silencio, lo único que se oyen son nuestras pisadas y el típico movimiento administrativo, esta parte es la más silenciosa de la planta. Mis manos tiemblan ligeramente, por lo cual las empuño para no hacerlo evidente, mis piernas parecen gelatinas, por lo cual mis pasos son tensos, y la culpa es directa y absolutamente de Luciano. Aligeró mis movimientos para llegar pronto y así mismo irme a recoger mis cosas para salir de este momentáneamente peligroso lugar.

Por fin llegamos. Estamos frente a la puerta de cristal matizado de la oficina del jefazo.

—Bueno, llegamos —digo mientras seco disimuladamente las palmas de mis manos en mis pantalones, toco la puerta que Javier abre a los pocos segundos—. Jefazo, aquí traigo a mi… Enrique con un nuevo cliente, creo que tienen cita con usted. 

Siempre me debe pasar todo a mí, creo que soy un imán para la mala suerte. Cuando no quiero que el idiota sepa nada sobre mi vida, casi se me sale que Quique es mi hermano y encima Javi se me queda mirando como si tuviera tres ojos cuando le hablé demasiado formal. Pero para empeorar todo, está el silencio abrumador en que los tres se han quedado manteniendo su mirada en mí, haciendo todo esto mucho más incómodo.

—Yo paso retirarme, hasta luego, que su visita a la empresa les resulte gratificante —rompi el hielo, para de una buena vez irme, cuando de repente todo se me cae cuando Javier me dirige unas cuantas palabras.

—No, quédate. Tú te encargarás de las fotos de esta cuenta —dice dejándome paralizada.



Hola, hola. Volví, disculpen la demora, dije que haría una súper maratón hace una semana, pero, no tenía la suficiente inspiración, imaginación y cabeza para hacerlo. Cuando hago algo me gusta hacerlo bien, y si antes no publique es porque sabía que si en ese momento me ponía a escribir tendría un resultado mediocre y eso no va conmigo. Espero entiendan y comprendan mi punto, lo bueno de todo esto es que ahora los capítulos serán más continuos pues ya estoy de nuevo con las pilas y la inspiración para seguir creando contenido.

Sin nada más por agregar, me despido por el momento, espero que les guste y ya saben dejen sus comentarios, eso me motiva a seguir.

Whisky + Vodka = FamiliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora