Sinopsis:
Hay 3 reglas importantes en la vida que hay que cumplir para poder coexistir sin ningún problema.
Regla N° 1, nunca te enamores del amigo de tu hermano.
Regla N° 2, nunca te enamores de un profesor.
Regla N°3, nunca te enamores de tu mejor...
De la peor manera lo vi y no volteé. A pesar de que ya sabía que esto sucedería, no pude caminar lejos y llorar en el baño como había pensado hacer.
¿Por qué?
No lo sabía.
La escena frente a mí se repetía una y otra vez en mi mente, como si fuera una película.
Todavía no era demasiado tarde para reconsiderar correr hacia el baño, lejos de las miradas de mis compañeros. Porque si por casualidad rompía a llorar antes de llegar a mi destino... sería una completa tonta frente a todos.
Cerré los ojos unos segundos tratando de tranquilizar a mi loco corazón y alejando las lágrimas de mis ojos.
No iba a llorar, no aquí.
Lo tendría que haber visto venir, las señales estaban allí en todo momento.
¿Cómo pude ser tan tonta? ¿Pensar que iba a tener una oportunidad?
No, había estado equivocada.
Él solo me quería como su amiga, nunca pensó en mí como algo más. Solo fue mi tonta cabeza, me había jugado una mala pasada al sentir que mi mejor amigo podía llegar a tener sentimientos por mí.
¿Ingenua?
Esa palabra me quedaba corta.
Si tan solo mi valor hubiese aparecido antes... ¿Eso habría cambiado algo?
Tardé años en armarme de valor para confesar mis sentimientos a mi mejor amigo.
No tenía muy en claro cuando fue el momento que comencé a mirarlo como algo más, pero mis sentimientos florecieron de una manera que hasta había comenzado a doler al mantenerlos para mí misma.
Pero justo cuando me había decido confesarlo todo, él ya tenía su corazón en alguien más.
Nunca olvidaría como hace unos minutos atrás corrió al verme en el pasillo y me rodeó con sus brazos.
Me sorprendí mucho, pero a la vez fue lo que me motivó a querer liberar mis pensamientos.
Era ahora o nunca.
Pero... cuando abrí mi boca para decirlo, él me interrumpió.
"Me voy a confesar", fueron sus palabras.
Pero no a mí, no hace falta aclarar.
Si no, a alguien más...
Mordí mis labios mientras escuchaba atentamente quien era la persona que le gustaba. Nunca me había dicho nada, ni siquiera lo había visto venir.
Pero cada detalle sobre cada acto que él hacía para verla o acercarse a ella, me hicieron sentir como una completa tonta.
Estaba ahí, todo lo que él hacía siempre estuvo ahí.
Yo no lo quise ver.
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