«Chicas rosas en jarrones de cristal
Cuerpos perfectos, rostros perfectos
Todas pertenecen a revistas»
Sunflower - Sierra Burgess—Señorita Brown, guarde ese libro en este momento, ya va a comenzar la clase —advirtió mi profesora de clase de Historia.
—Lo lamento —respondí en un sutil tono, guardando el libro en mi mochila, mientras todos mis compañeros me miraban y guardaban completo silencio, pero sus miradas podían expresar más de una burla silenciosa.
—Jóvenes, recuerden que las pruebas se acercan. Como recomendación, les digo que estudien desde ya —comenta la profesora de alto moño rojizo mientras pasa por cada uno de nuestros pupitres y brinda a cada estudiante un trozo de hoja, en donde se describen todos los temas que vendrán en la prueba que daremos en pocas semanas.
Por las siguientes horas, la profesora se sumerge en una específica explicación sobre el Renacimiento y todo lo que esta época conlleva. Sin embargo, a pesar de que sus explicaciones no sean lo más entendibles, puedo llegar a tomar varios apuntes, los cuales me serán útiles para mis exámenes.
Al acabar la clase, tomo mi mochila y salgo del salón para poder encaminarme a mi lugar seguro del colegio. Puedo parecer una persona nada cuerda de la mente, pero cada día como parte de mi rutina, suelo ir a uno de los lindos árboles que rodean el patio escolar para poder tener mi espacio privado. Logrando disfrutar de mi lectura diaria y los platillos que llevo como merienda.
Una vez fuera de las instalaciones de la preparatoria, me encamino por el suave césped de la zona, hasta finalmente llegar a mi preciado lugar. Abrí mi libro con delicadeza y sentí como la historia comenzaba a atraparme, abandonando todos mis problemas —por lo menos, por los siguientes minutos—. Desde que tengo memoria, los libros siempre han sido mi escape y refugio del aterrador mundo exterior, ellos no me juzgan tan solo me reciben con su cálido aroma y fantásticas historias en las cuales perder la noción del tiempo.
Sin percatarme del transcurso de los minutos, llega la hora de volver a clases. Así que con un silencioso reprocho, cierro mi libro y guardo en mi mochila el restante de merienda.
Observé la pantalla de mi celular, en donde se hallaba mi horario y este me indicaba que en pocos minutos mi felicidad sería arrebatada, y la razón de esto, era que mi siguiente clase era la de educación física. Materia la cual detesto.
Al llegar al gran gimnasio, me dirijo con frustración al baño de chicas para poder reemplazar mi actual vestimenta por ropa deportiva. Así que ingreso a uno de los cubículos para poder cambiar mi ropa y poco a poco la incomodidad se ve reflejada en mí, ya que el uniforme para esta clase consistía en unos cortos pantalones deportivos en color morado y una apretada blusa blanca.
—Linda piernas, Chloe —dice de forma burlista, un chico de cabello rubio, al verme salir del baño—. Suerte con la báscula —agrega con una pequeña risa molesta. Observo con pánico a mi profesor y allí estaba, junto a una balanza en color negro, mientras anunciaba el peso y centímetros en altura que cada persona poseía, y los anotaba en una libreta.
Me quedo sentada en una silla en la esquina, intentando pasar desapercibida y deseando internamente que mi nombre se borre de su lista, como si por arte de magia proveniente de Harry Potter se tratase.
—Señorita Brown, es su turno —dijo el profesor mientras revisaba algunas hojas con apuntes. Respiro profundo y me acerco a la báscula, mis manos temblaban y todos me observaban con curiosidad. Tenía miedo y mucho, las chicas de mi grupo no suelen pasar los 60 kilogramos y los chicos los 70 kilogramos.
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Mi Cuerpo, Mi Maldición | Terminada
Teen FictionMuchos creen que cuando bajas de peso tu vida cambia por completo. Todo lo que antes era oscuridad, cambia a radiar con intensidad. Pues Chloe, no pensaba distinto. Creía que su vida daría un giro drástico al lograr su objetivo de cambiar su físico...