〖Epílogo〗

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     ~Diez años después~

—¡Vuelva pronto! —exclamé a la chica pelirroja que hacía unos cuantos minutos, había entrado por la puerta de mi pastelería para recoger un lindo pastel de bodas con temática primaveral.

—Las bases del pastel de cumpleaños, ya están frías —indicó Julie, señalando los trozos de pan. Julie es mi ayudante en la pastelería, la conocí en uno de los cursos sobre decoración de pasteles, desde entonces nos hemos vuelto muy cercanas. En uno de los muchos momentos que hemos compartido surgió la idea de abrir nuestra propia pastelería y desde entonces, ambas nos propusimos esa meta y algunos años después logramos hacer ese sueño realidad.

Ambas comenzamos con la decoración del pastel de cumpleaños para una niña de seis años. Pero, un sonido proveniente de mi celular hizo que me desconcentrara. Era un mensaje de Holden, este decía «Necesito hablar contigo, ¿puedes ir a casa?». Al leer esto. millones de posibles temas de conversación invadieron mi mente, así que dejé a Julie encargada de la pastelería.

Me quité mi delantal y salí de aquel lugar que poseía un exquisito aroma a pan dulce y tomé un taxi para poder llegar a mi cabaña.

Cuando el auto se estacionó, le pagué al conductor y bajé del vehículo, debía caminar algunos metros para poder llegar a mi hogar. La entrada a mi casa consiste en un gran portón negro y arbustos con flores de todos colores dividen nuestro terreno. El camino hacia mi hogar está hecho con piedras de gran tamaño, colocadas perfectamente en el suelo, todo el alrededor es césped y árboles. Después de caminar varios minutos, puedo visualizar mi linda cabaña rústica, la cual Holden y yo construimos hace pocos meses.

—¿Estás aquí? —digo al entrar a la cómoda morada. No hay ningún rastro de Holden, lo cual se me hizo extraño, ya que él me había enviado un mensaje para vernos.

—¡Hola, hermosa! —respondió finalmente mientras rodeaba mi cintura con sus brazos.

—¿Por qué tanta urgencia? —pregunto con curiosidad—. ¿Qué necesitabas decirme?

—Reformulo mi frase, necesito enseñarte algo.

—Muy bien y ¿qué me quieres enseñar? —digo divertida.

—Antes necesito cubrir tus ojos con esto. —El coloca una especie de tela en mis ojos, la ata detrás de mi cabeza y con ayuda de su voz y sus manos me guía al misterioso lugar.


      —¿Cuándo llegamos? —pregunto por quinta vez consecutiva. Llevo caminando un largo tiempo y no resulta tan entretenido caminar sin poder observar nada.

—Listo, ya llegamos —expresó finalmente.

—Por fin —dije riendo.

—¿Preparada? —pregunta con voz algo temblorosa.

—Creo que sí —respondo, nerviosa.

—Quítate la tela —indicó y yo decidí seguir su instrucción.

Me encontraba en el bosque junto a nuestra cabaña, un lugar hermoso al cual suelo ir cuando deseo leer. Sin embargo, Holden había decorado algunas ramas con brillantes luces, además, había colocado una cajita de madera con un par de copas, una botella de vino tinto y un peculiar libro.

—Toma el libro —menciona esa hermosa voz. Me encamino hasta la caja de madera y lo tomo. Su tapa era gruesa y su portada algo sencilla: fondo en color crema con sutiles decoraciones bordadas con hilo blanco y fina letra. Su título era Así empieza una nueva historia. Un libro peculiar y desconocido para mí, nunca había escuchado sobre él.

—Linda, hemos pasado muchas experiencias juntos, tanto buenas como malas, pero me quedaré con las primeras —exclama él e intento buscarlo, pero resulta imposible—. Cuando nos conocimos éramos tan solo un par de adolescentes, pero se podría decir que el destino o el hilo rojo, como tú dices, nos tenía planes más grandes —añade con risa nerviosa—. Te amo, siempre has sido perfecta ante mis ojos y no sabes lo feliz que me haces. Me siento el hombre más afortunado —menciona y hace una pequeña pausa—. Puedes abrir el libro.

Tomo la tapa de libro y la separo de las hojas, pero me quedo paralizada al observar que aquello no era un libro. Me encontré con un pequeño espacio en el cual yacía un brillante anillo con una bella perla en color morado.

—¿Te quieres casar conmigo? —expresa él detrás de mí. Yo lo volteo a ver y cubro mi boca con mis manos—. No llores —dice él, nervioso al observarme.

—Sabes que soy sensible y me haces eso —respondo, intentado tranquilizarme—. Por supuesto —menciono, finalmente.

Mi futuro prometido, toma mi mano y coloca el anillo en el dedo correcto. Ambos nos miramos, después de ese conmovedor momento y comenzamos una nueva etapa con un beso lleno de dulzura y deseo.

—¡Gracias por siempre ser mi luz! —exclamo cuando separamos nuestros labios, pero nuestras manos aún se encontraban tomadas entre sí. 

 

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Mi Cuerpo, Mi Maldición | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora