«Perdí un amigo
Como llaves en un sofá»
I lost a friend – FinneasMiro a mi alrededor mientras sostengo mi taza de chocolate caliente. Me encontraba felizmente leyendo en mi balcón, sentada en mi sillón viejo y una abrigadora manta. Los días libres a mi parecer habían sido perfectos para relajarme.
Me encontraba leyendo uno de los libros que semanas atrás compré junto a Holden y no faltaba mucho para acabarlo.
Continúo mi interesante lectura, pero una pequeña mancha blanca que se posa en una de las páginas de mi libro, me distrae por completo. Observo de forma instantánea el cielo y me percato que aquella diminuta sombra consistía en un copo de nieve.
En realidad, no había palabras para describir mis sentimientos actuales, ya que me considero una gran fanática del invierno. Adoro el paisaje de colores fríos que se forma, las bajas temperaturas que te obligan a tomar chocolate y la buena vibra que hay por todo el mundo. Son las fechas en donde gran parte de la tristeza se consume.
Sin embargo, aquel momento de completa serenidad fue interrumpido por la alarma de mi celular, la cual me notificaba que mi hora de hacer ejercicio había llegado.
Últimamente he querido mantener una rutina de entrenamiento diaria. Con completa sinceridad, admito que hacer deportes nunca ha sido algo que me apasione. Cuando era pequeña quise entrar a tenis, pero mi padre me lo prohibió, y a día de hoy, desconozco porqué lo hizo. Así que allí acabó mi interés por ellos.
Entro a mi habitación y comienzo a armar mi espacio deportivo, coloco una esterilla o manta para yoga y junto a esta, ubico mi botella de agua y un par de pesas de pocos kilogramos.
Me visto con unos pantalones anchos y una blusa holgada. Por último, busco en mi computador algunos videos y decido comenzar a seguir las indicaciones de la chica a través de mi pantalla.
El implementar el ejercicio a mi rutina diaria podría llegar a considerarse algo muy positivo; sin embargo, no creo que sea mi caso, ya que no suelo hacer algunas cortas rutinas, sino que me llevo varias horas en ellas, acabando con mucho dolor de cuerpo.
—Ya no puedo más —digo acostada sobre el suelo con la respiración muy acelerada. Tomo mi celular aún en aquella pose y me notifica que llevo dos horas haciendo ejercicio. Con dificultad me levanto del suelo y me encamino a mi baño para poder tomar una refrescante ducha.
Cuando acabo de bañarme y luego de ponerme algo de ropa, decido pesarme, últimamente tiendo hacer esto frecuentemente; sin embargo, ya no suelo temer por los números que presentan mi báscula, porque siempre disminuyen.
Subo con confianza y observo la pequeña pantalla de la balanza. Sesenta y cuatro kilogramos es lo que muestra este espacio y un pequeño alivio se posa en mi interior. Mi mayor miedo es que estos números se queden atrapados en una cantidad o peor, que el número suba.
—Chloe —escucho de fondo, logrando llamar mi atención. Oculto mi báscula y salgo del lugar—. Te buscan —dice Matthew cuando abro la puerta y me señala a Holden quien se encuentra sentado en uno de los sillones de la sala de estar.
—¿Qué sucede? —pregunto algo nerviosa, ya que es extraño verlo por estos rumbos. Además, me siento así ya que llevo puesta una bata, prenda que me tiende a incomodar.
—Vamos a salir —comenta él sonriente.
—¿De qué me perdí?
—Conseguí entradas para uno de los museos de la ciudad —dice Holden y me muestra con satisfacción dos trozos de papel en color azul—. Solo alístate —añade riendo sutilmente al ver mi reacción. Tan solo asiento y vuelvo a mi habitación.
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Mi Cuerpo, Mi Maldición | Terminada
Novela JuvenilMuchos creen que cuando bajas de peso tu vida cambia por completo. Todo lo que antes era oscuridad, cambia a radiar con intensidad. Pues Chloe, no pensaba distinto. Creía que su vida daría un giro drástico al lograr su objetivo de cambiar su físico...