〖Cap.10〗

2K 207 56
                                    

«Todas esas palabras, comenzando guerras
Sobre quien puede lastimar más»
Back to Beautiful – Sofía Carson

Despierto un tanto asustada por no encontrarme en mi acogedora habitación; sin embargo, a los pocos segundos, recobro la memoria y recuerdo a detalle cada suceso previo a quedarme dormida en este lugar. Siendo sincera, estaba muriendo de vergüenza por estar en la casa de Holden, pero al menos no me encontraba lastimada por mi padre y sus impulsos agresivos.

     —Finalmente despiertas —menciona Holden abriendo la puerta despacio para luego recostarse al marco de esta. Él se encontraba con un lindo pijama blanco con manchas azules, pero lo que me resultaba más llamativo era su cabello desordenado—. ¿Cómo te sientes? —dice él con calidez y toma asiento en la cama.

     —La verdad, bastante bien —susurro sentándome—. Holden —exclamo observándolo—. Gracias por lo de anoche, no tenías que hacerlo. En realidad, me siento apenada, porque fui muy... —digo con la cabeza gacha, pero Holden se acerca a mí y con su mano toma mi rostro para levantarlo, poniéndome nerviosa.

     —¿Cómo te cortaste?

     —No fue nada —comento quitándole importancia al asunto—. Fue mi culpa por hacer enfadar a mi padre.

     —¿Tú padre te hizo eso? —cuestiona aterrado.

     —Bueno, en realidad, él lanzó un vaso de vidrio y uno de estos me cortó. No es nada —respondo y él tan solo me escucha no muy convencido de mis palabras. Técnicamente, no le mentí, tan solo le dije una verdad disfrazada.

      Holden se levanta y me trae algo de comida, la cual miro con cierta preocupación. Por suerte, él se dirige a su habitación para cambiarse, así que aprovecho dichos minutos para comer las tostadas.

     Cuando él vuelve, le agradezco el gran gesto y finalmente, salgo de su departamento.

     —Si necesitas escapar de tu padre, aquí me tienes. —Fue lo último que dijo después de nuestra despedida y posterior a eso, cierra la puerta de su hogar.


Luego de haber caminado hasta mi edificio, sumergida en mis penosos pensamientos, logro llegar a mi hogar. Como siempre, me quito los zapatos antes de entrar y algo de felicidad se interna en mí, ya que no hay nadie en el departamento.

     Me encamino hacia mi habitación y posterior, hacia el baño en donde decido tomar una relajante ducha. Sé que ahora mismo debería estar en clases, pero como desperté tarde en una casa ajena perdí la mitad del día y no pensaba llegar en la tarde al colegio. La verdad, cuando me enteré de la hora que era y de que había faltado a clases, casi colapso. Desde allí, entendí por qué todas las fiestas las suelen hacer los viernes o fines de semana.

     Cuando salgo de la ducha, seco mi cuerpo y lo cubro con una bata blanca con detalles en morado. Observo el espejo y puedo notar que mi herida aún no ha sanado, pero decido no tomarle gran importancia, sino que comienzo enfocar mi mirada al retrete.

     Siendo algo ya ordinario, acabo sentada en el suelo vomitando. Sin embargo, cuando me levanto no solo me tiendo a marear, sino que un líquido extraño comienza a salir de mi nariz. Miro mi reflejo en el espejo y es sangre lo que veo. Tomo algunas toallas e intento limpiar esta, pero el líquido aún continúa saliendo. Incluso, llegando a pasar por mi garganta, provocando una muy desagradable sensación.

     Me siento sobre el retrete y me quedo unos minutos allí, esperando hasta que la sangre deje de salir.

     —Vamos, para ya —digo un tanto preocupada. Es cierto que llevaba algunas semanas con esto de vomitar, pero nunca me había pasado algo igual.

Mi Cuerpo, Mi Maldición | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora