Cristales Rotos

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-La humanidad corrompe hasta la más linda flor... si esta marchita... pierde su encanto- susurro una solitaria voz en medio de un oscuro habitáculo tintado de rojo intenso. Silbando "Twisted Nerve" recorría la habitación examinando sus artilugios.

-Creo que usare los alicates...por ahora...-

Los gritos se oían a kilómetros de distancia. Una lástima que nadie pueda oírlos.

-Tranquilo...no te matare ahora... así que si estuviera en tu lugar, disfrutaría.- Con una sonrisa maliciosa prosiguió con sus silbidos.

Se agacho entre las piernas del hombre desnudo que se hallaba sentado en la silla del interrogatorio creada en la Edad Media utilizada por la Santa Inquisición.

-La mejor compra de mi vida- Enfatizo acariciando a la silla.

-Empecemos-

-¿Dónde está?-

-¡¡No lo se lo juro!!...¡¡ya te he dicho que no la conozco, no sé quién es!!... por favor tengo una hija...- lloro mientras retiraba la mirada a su captora -Por favor...-

-Respuesta incorrecta- Susurro mientras arrancaba una uña de la mano.

-Tienes dos intentos más... dime la verdad, o tu querida hija crecerá sin recordar la cara de su padre-

-¡¡Lo juro no lo sé!!-

Chasqueando la lengua cogió el mazo golpeando la pierna izquierda del hombre, provocando que la carne se hundiera en las afiladas púas. Sollozando y al borde del desmallo, el hombre se meo encima.

-Hombres... imbéciles- enfatizo rodando los ojos. -último intento...sabes la respuesta- canto dando saltitos con el mazo.

-Yo no lo sé...lo juro-

-Me decepcionas Gabriel. La lealtad es de cobardes y egoístas con necesidad de una protección futura. Pero hoy querido amigo morirás por esa "entrañable" lealtad.- Recalco con una vocecilla que estremeció a Gabriel. Con una amplia sonrisa apretó el mango del mazo para otorgar su golpe final.

-¡¡Para!! ¡¡Te lo diré!!- A escasos milímetros del cráneo la captora detuvo el mazo.

-Angelito bonito, dile algo a este querido demonito- canto mientras bailaba alrededor del despojo humano llamado Gabriel.

-Solo sé que la adoptaron hace años y se la llevaron a Irlanda...¡¡es lo único que se!!- Los ojos color carbón brillaron ante tal información, y una sonrisa malévola apareció en su blanco rostro.

-Tanto drama para tan poca información, pues vaya pérdida de tiempo la verdad, me esperaba más de ti angelito bonito- Pasándole la mano por el pelo color oro del hombre sollozante.

-¿Ahora me dejaras ir?- Suplico Gabriel siendo su último intento de zafarse de su captora.

-Lo lamento esta opción no está en el menú- Con una fingida cara de preocupación incluyendo un leve guiño al final. –Pero no te preocupes tengo algo que está en el menú y será de tu agrado, siempre lo mejor para los angelitos- Dijo tocándole la punta de la nariz con el dedo.

–Esto...- Mientras arrastraba un utensilio antiguo con forma extraña. –Es la cuna de Judas, ¿te suena lindo angelito?- Gabriel se removió asustado sin pensar que estaba siendo empalado con miles de pinchos en su cuerpo, gritando ante tal contacto.

-Eso creía yo, te suena, pues me has ahorrado tiempo en la explicación, la cosa lindo angelito es que esta es mi versión...- sonreía mientras acariciaba la cuña de metal.

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