Capítulo 20 - Lo siento

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Sin saber cómo, Raoul, Álvaro y Ricky se encuentran en el sofá del salón de los Vázquez frente a Susana.

- A ver, antes de preguntar nada... -empieza la madre- queréis decir algo vosotros?

- Estás enfadada? -pregunta preocupado Álvaro

- Claro que no -afirma Susana frunciendo el ceño

- Es que no sé, por teléfono parecías furiosa -se defiende el mayor

- Pero porque estaba sorprendida, no me lo esperaba -aclara la mujer- pero no me voy a enfadar contigo por esto, por Dios

- Y qué voy a hacer, mamá? -pregunta Álvaro con miedo y con la esperanza de que la persona más sabia que conoce tenga una respuesta

- Tú qué piensas? -le pregunta Susana ahora a Ricky

- Si él quiere esperar, yo espero -sentencia el enfermero- pero creo que cuanto más tarde en zanjar el asunto, peor

- Joder, Ricky, pero no es tan fácil -argumenta Álvaro

- Ya lo sé -le acaricia la nuca el mallorquín- es tú decisión y no te voy a presionar, pero creo que es peor que estén todo el día con el cotilleo de turno sin tener ni idea de nada que que les quites el morbo confirmándolo

- Pues yo estoy de acuerdo -habla por primera vez desde que llegaron Raoul

Todas las miradas se clavan en él haciendo que un tono rojizo se apodere de su rostro. Pero el consejo de su hermano parece ser el factor que empuja a Álvaro a saltar de lleno al vacío.

- Lo voy a hacer -dice levantándose torpemente del sofá con las muletas

- Qué? -se sorprende su madre

- Que voy a acabar con esto -se va a por su móvil y empieza a toquetear un montón de cosas

Los otros dos chicos y su madre se miran extrañados y sin entender muy bien qué pretende Álvaro.

- Ale, ya está -deja el móvil encima de la mesa

- Qué has hecho? -pregunta Ricky

- Sorpresa -responde el mayor de los hermanos

Raoul se mete en todas las redes sociales que tiene intuyendo qué es lo que ha hecho Álvaro. Y no le hace falta mucho tiempo para ver las mismas imágenes y la misma frase en los perfiles de Twitter e Instagram de su hermano. Un selfie tomado por el propio Álvaro en el que sale Ricky riendo y él mismo observándolo con una gran sonrisa en su rostro y otra del mismo ángulo pero con las caras de ambos unidas por sus labios ocupan gran parte de la pantalla. Lo mejor? Van coronadas por la frase "Señoras y señores, que viva el amor 🤟🏼❤️". A los pocos segundos ya tiene miles de retweets, likes y comentarios que ni siquiera se va a molestar en leer. Raoul le aplaude hasta con las orejas.

- Tío, pero etiquétame -ríe Ricky

- Imbécil -ríe también Álvaro

- Estoy muy orgulloso de ti, Alvarito -le revuelve el pelo tímidamente. Lo que no se espera es que su chico se abalance sobre sus labios sin vergüenza alguna delante de su madre, que los observa con media sonrisa

- Y yo -confiesa Raoul

- Y yo -se une Susana

El resultado es un emocionado y asustado Álvaro derramando lágrimas en el sofá sintiendo el calor de tres de sus personas favoritas. Cuando la cosa se tranquiliza, Raoul decide volver al hospital y contarle todo a Agoney. Al llegar se encuentra con algo completamente inesperado. Una chica sale corriendo de la habitación y juraría que está... llorando? Raoul entra en la habitación sin comprender nada y ve a Agoney totalmente desaliñado y arrasando con todo lo que pilla. No habla, no dice nada, solo grita.

- Eh, eh, mi amor -se acerca preocupado Raoul- qué ha pasado?

- Dejame! -grita Agoney

La furia que desprende la mirada del canario inquieta a Raoul.

- Respira, Ago, por favor -le acaricia el pecho Raoul

El canario retira la mano de Raoul de su pecho.

- No me toques -se lleva las manos al pelo

- Ago... -le intenta calmar tocándole el hombro

- Que no me toques, hostia! -le aparta bruscamente la mano

Ese no es Agoney, puede que tenga su cuerpo, su cara, sus labios, su voz, pero no es el chico del que está enamorado. Porque puede que tenga sus ojos, pero su mirada está perdida.

- Cariño, no te preocupes, estoy aquí -le intenta tranquilizar el rubio- tómate tu tiempo, relájate y luego intentamos solucionar lo que haya pasado

- Raoul, no puedes solucionar todos los males de este mundo! No eres Dios -le recrimina el moreno pegándole una patada a la pata de la cama

Agoney está empezando a asustarle, nunca le había visto tan enfadado.

- Pues si no podemos solucionarlo, aprenderemos a vivir con ello -le anima- pero no te tortures, vale? -le acaricia la cabeza

- Hostiaputa, Raoul, te dije que no me toques!

El canario coge a Raoul por el cuello de la camisa y lo estampa contra la pared. Raoul ve como levanta el puño apuntando hacia su rostro. La respiración le va a mil y lo único que es capaz de hacer es cerrar fuertemente los ojos y prepararse para el impacto inminente. Agoney en ese momento, vuelve a su ser. Observa la cara de Raoul, encuentra miedo, fragilidad, dolor. Y todo es culpa suya. Todo su cuerpo empieza a temblar y sus ojos se abren tanto que si no estuvieran sujetos por el nervio ocular, se le saldrían de la cara. Un montón de lágrimas comienzan a brotar resbalandose por toda su cara. Lo siguiente que hace es soltar a toda velocidad a Raoul, quien abre los ojos poco a poco aún asustado.

- Lo...lo siento, Raoul -comienza a decir el canario llorando y con la respiración agitada- no sé qué me pasó, me dieron una mala noticia y me estresé y lo pagué contigo... Dios, perdón -sigue llorando- además me volvieron a cambiar la medicación y esta parece que no hace efecto tampoco y uno de los efectos secundarios es que se acentúen más aún los cambios de humor y yo... sé que no tiene justificación lo que hice pero... no sé. Te quiero, chiquitín, te quiero mucho. Madre mía, es que soy un monstruo, casi te pego yo... lo siento, lo siento de verdad

Agoney desliza su espalda por la pared hasta que queda sentado por completo en el suelo con las piernas pegadas al pecho y las manos cubriendole los ojos. Raoul da un paso al frente para acercarse un poco más, pero el miedo se apodera de él y se aleja, sale de la habitación y huye. Huye sin rumbo fijo, pero huye, pues aún siente el fantasma de las manos de Agoney sujetandole por el cuello de la camisa. Porque ha visto la misma mano que esta mañana le acariciaba, a punto de darle un puñetazo. Los mismos labios que hoy le besaban, mordidos por el nerviosismo y la ira. La misma voz que esta mañana le llenaba de cariños, gritandole con el mayor desprecio posible. El mismo chico que esta mañana era su refugio, siendo ahora su mayor miedo. Y Raoul no puede permitirse que Agoney se convierta en un miedo, así que pensando por una vez más en sí mismo que en el canario, se siente tranquilo alejándose del lugar.

EUPHORIA (Ragoney) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora