Capítulo 24 - Aday

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Tienen los labios hinchados de haber estado toda la tarde besándose, pero ninguno de los dos tiene pensado detenerse. Como van a detenerse cuando están saboreando los labios de su novio? Raoul no acaba de concebir que ese sustantivo define ahora al chico que tiene delante... bueno encima.

- No sabes las ganas que tenía de que me lo pidieras -confiesa entre risas el mayor

- Pues habérmelo pedido tú a mí, que casi me da algo -se indigna el rubio

- Primero: esa era la gracia -ríe el moreno- segundo: yo no lo habría hecho mejor -sigue enumerando- y tercero: tenía miedo

- Miedo? Por Dios, Ago, que se me nota a kilómetros -se sonroja el menor

- No, no tenía miedo a tu respuesta -dice el canario mirando al suelo- tenía miedo a estar atándote a mí... Sabía que si te lo pedía me ibas a decir que sí y después de todo lo que has hecho no te puedo atar a mí de esa forma, quería que si te metías en este atolladero que es el tener una relación conmigo, fuera iniciativa tuya

Raoul no sabe si freír a collejas a Agoney o comérselo a besos. Cómo le pueden quedar aún dudas sobre eso?

- Ago, deja de hablar como si me debieras un favor -argumenta el catalán- desde el primer minuto estoy aquí porque quiero, no me estás atando a nada, me estoy atando yo solito -ríe con una carcajada tan pura que tranquiliza al otro chico en nada

Y vuelven al cómodo silencio que se había instalado en la habitación. Es entonces cuando Raoul decide que es momento de decírselo.

- Ago... quería pedirte algo

- Vaya, es el día de las propuestas o qué? -ríe el canario, pero su sonrisa se borra inmediatamente al contemplar la mirada sería de su chico- puedes pedirme lo que quieras, Raoul

- Quiero que me seas sincero -dice sin rodeos el catalán

- Te soy sincero -afirma extrañado el canario

- No siempre... -deja caer Raoul

- Cuando te mentí? -se escandaliza el mayor

- Cuando me dijiste que tus padres te mandaron aquí porque estaban desesperados -afirma tajante el menor

Raoul nota como se tensa Agoney con la simple mención de sus progenitores.

- No, no te mentí -se defiende Agoney cabizbajo- me mandaron aquí porque estaban desesperados, pero lo estaban porque querían quitarme del medio y no sabían qué hacer conmigo -se encoge de hombros

- Cómo fueron capaces de dejarte a tu suerte teniendo una enfermedad? -se indigna el pequeño- vaya mierda de pad...!

- No lo digas! -le corta el moreno- fue mi culpa, fue completamente comprensible lo que hicieron

Raoul ya sabía que, como siempre, Agoney iba a echarse todas las culpas a la espalda y cargar con ellas, pero esta vez no piensa dejar que lo haga.

- No hay ni una maldita razón ni ninguna justificación que valga para hacer lo que hicieron -dice el rubio con un semblante serio

- Tampoco la hay para lo que hice yo -Raoul ve como los ojos de Agoney empiezan a tomar un tono brillante debido a las lágrimas acumuladas- no sabes nada, Raoul

- Pues cuéntamelo, no te voy a juzgar -afirma el de los ojos del color de la miel- hasta que no tenga toda la información voy a seguir pensando que tus padres son una mie...

- Y yo qué? Yo sí que soy un hijo y un hermano de mierda -rompe a llorar el canario- es que no lo entiendes

- Y qué problema hay en explicármelo? -le acaricia el muslo Raoul- me tienes aquí, mi amor

EUPHORIA (Ragoney) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora