Capítulo 30 - Torpe

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Sobre las cinco de la tarde, Raoul y Agoney se adentran en el edificio donde trabaja el segundo. Nada más entrar saluda al chico de recepción, quien le responde con una sonrisa. El canario enseña con emoción a Raoul hasta los detalles más insignificantes, como un escritorio o una papelera, pero al rubio se le llena el pecho de amor al ver a ese chico que lo había pasado tan mal, siendo tan feliz. Lo merecía. Pero la vida no es conocida por ser justa, así que no tarda mucho en irse todo al garete.

- Mira, Raoul, ese es mi despacho! -lo guía un sonriente Agoney por los laberínticos pasillos de la oficina

- Joe, que guay, Ago -le sonríe el rubio paseando su vista por la enorme sala- todo esto es para ti?

- Así es -afirma orgulloso

De repente, la puerta se abre de par en par y aparece un hombre trajeado algo mayor que los chicos pero aún joven, debe tener la edad de Ricky. Raoul deduce que es el jefe de Agoney, y con las primeras palabras que salen de su boca, la confirma.

- Ago, fotocopiame esto, porfa -le pide el hombre

"Ago? Y esas confianzas?" piensa Raoul para sus adentros, se conocen de a penas unas horas...

- Enseguida -sonríe el canario

Al jefe de Agoney se le caen accidentalmente al suelo los papeles, o eso quiere creer Raoul. Y cuando en un gesto de buena fe el canario se ofrece para recogerlos, el rubio se da cuenta de todo. Pues delante de su cara, sin ningún tipo de vergüenza, el jefe de su novio está dándole un repaso al culo de Agoney. El canario se levanta y el jefe disimula como si no se lo hubiera estado comiendo con los ojos unos segundos antes. "Lo mato, mato al gilipollas este" es lo único que puede pensar el catalán que observa con impotencia la situación.

- Joder, qué torpe soy -se disculpa el jefe

- No te preocupes -ríe el moreno

- Eres un ángel -el hombre trajeado le dedica una última sonrisa a Agoney y sale de la sala sin mirar ni una sola vez a Raoul

"Te gustan los ángeles? Tranquilo que pronto vas a ver muchos" Raoul se intenta calmar y dar todo su apoyo a Agoney. Quizás sólo son imaginaciones suyas.

- Es Héctor, es majisimo -afirma el canario

- Un poco torpe, no? -pregunta Raoul sonando mucho más borde de lo que pretendía

- Bueno, muchacho, nosotros no estamos pa hablar -ríe Agoney sin pillar las verdaderas intenciones de Raoul

Agoney hace el trabajo que le ha encargado Héctor y va a llevarle las copias, siendo seguido de cerca por Raoul, que quiere asegurarse de que lo que ha visto antes no ha sido producto de su imaginación.

- Aquí lo tienes -le entrega los papeles

- Muchas gracias, guapo -sonríe Héctor

"Sabemos que es guapo, no hace falta que lo digas" el rubio inspira y expira antes de volver a mirar a Héctor que cada vez le cae peor.

- Algo más? -pregunta inocentemente el moreno

"Parece mentira con lo espabilado que es con estos temas que no se dé cuenta de que este tío es un casino con patas. Raoul, calma" se intenta tranquilizar el catalán.

- No, de momento no -afirma el jefe- quieres tomarte un café con nosotros?

"No le gusta el café, subnormal" ríe para sus adentros el rubio.

- Es que no soy muy de café -rechaza la propuesta el moreno

- Bueno, pero puedes tomar otra cosa si quieres... -le sugiere Héctor

- No, muchas gracias -se vuelve a negar el canario con una sonrisa abrumado por la amabilidad de su jefe

- Insisto -persiste el hombre de traje

"Que te ha dicho que no, pesado" se vuelve a enervar el menor.

- No quiero ser maleducado, pero estoy enseñándole esto a Raoul -lo señala el canario- y no quería hacer la visita muy larga

"Jódete, imbécil" celebra para sus adentros Raoul.

- Ya veo -Héctor hace como que va a coger un sobre de azúcar de la estantería que hay tras Agoney y, casual y accidentalmente, acaba derramando la bebida sobre el canario- ay perdón perdón! -dice con una voz demasiado falsa para el gusto de Raoul

- No pasa nada -dice Agoney separando ligeramente la camisa de su cuerpo para no quemarse

- Vamos al baño a cambiarte, tienes algún traje de los que te di? -pregunta Héctor

"QUE LE DIO QUÉ? Y cómo que vamos? Que ya es mayorcito para cambiarse solo y si alguien le tiene que ayudar, ese soy yo" explota internamente Raoul.

- Sí sí, están en el despacho -afirma Agoney- vamos, Raoul?

- Claro, cariño -sentencia el rubio con una sonrisa en la cara y remarcando la última palabra

Agoney coge uno de los malditos trajes y se dirige al baño, acompañado de Raoul, para cambiarse.

- Ufff cómo me puso -comenta el canario quitándose la camisa

- No no, como se ha puesto él... -estalla Raoul

- Qué dices? -pregunta desconcertado el moreno

- Que le ha faltado echarte queso rallado por encima para comerte -se indigna el rubio

- Raoul, por favor -ríe Agoney- es que es muy atento con la gente

- Con la gente o contigo? -plantea el menor

- Con la gente

- Pues fíjate tú que a mí no me ha dicho ni hola, si tan atento es... -puntualiza Raoul

- No te pongas celoso, pollito, que quien está viéndome semidesnudo eres tú -dice Agoney besando la mejilla de Raoul

- Porque estaba yo aquí que sino...

- Sino me hubiese venido yo solito -sentencia el mayor- quieres hacer el favor de confiar un poqueeeto en mí?

- Tienes razón, perdón -se disculpa el rubio- es que no sé, lo he visto tan alto, tan moreno y tan trajeado y con los ojos tan azules... -se sonroja- soy idiota

- Pues un poco -ríe el canario- que no sabes de sobra que a mí me gustan canijos, rubios, desaliñados y con los ojos del color de la miel?

- Yo... lo siento, jo -se disculpa otra vez avergonzado Raoul

- No importa, ahora llévate esto de aquí en lo que me pongo el otro -dice Agoney dándole el traje manchado

Raoul sale mucho más calmado del baño pero no tarda nada en volver a alterarse.

- Oye, este chico solo hace fotocopias o qué? -pregunta una de las compañeras de Agoney a Héctor

- Más o menos, sí -afirma el hombre

- Y para qué contratas a alguien para eso? -dice la chica sin entender nada

- Tranquila, no durará mucho -sentencia el jefe- a este me lo follo y lo pongo de patitas en la calle

"Joder, es que lo sabía!" se indigna internamente Raoul que prefiere quedarse en silencio para seguir escuchando la conversación.

- Y cómo sabes que le gustan los tíos? -pregunta la chica con cara de muy pocos amigos, parece que a ella tampoco le hace mucha gracia

- Eso se nota, cielo -afirma con una sonrisa de orgullo que Raoul cree que no le pertenece- además has visto al enano ese que iba detrás de él echando humo? Tiene pinta de que estén liados o algo...

"Ya está, suficiente" Raoul ya no se puede contener más y no es tanto por el tono despectivo que ha usado hacia su persona como por la forma tan burda y vulgar con la que ha tratado la relación tan delicada y cristalina que tiene con Agoney. Se va a enterar de cuánto humo puede echar este enano cuando no tratan a su chico como es debido.

EUPHORIA (Ragoney) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora