Capítulo 28 - Suerte

1K 103 35
                                    

Raoul y Agoney se han levantado temprano para recorrerse toda Barcelona si es necesario en busca de un empleo para el moreno. Como el muchacho carece de todo tipo de formación, se dedican a buscar puestos de dependiente, repartidor o camarero.

- Cariño, debiste haberte quedado en la cama y haberme dejado venir solo -afirma el moreno- llevas toda la semana trasnochando por los exámenes, descansa un poco

- Sí, hombre, y dejarte solo por Barcelona la primera vez que sales por la ciudad -argumenta Raoul escandalizado- estamos locos o qué? Que Barcelona no es Adeje

- Ni que tuviera cinco años -refunfuña el mayor

- Es verdad, es verdad -admite el rubio- que no llegas ni a tres -le pica con una de las risas que tanto gustan al moreno

- Entonces tú ni naciste, bobo -le sigue el juego Agoney

A Raoul, que no se esperaba ese ataque por parte del canario, le da un ataque de risa en plena calle.

- Calla, bichejo, que nos mira todo el mundo -ríe Agoney cubriendole la boca al rubio

- Pues eso que se llevan -contraataca Raoul

- Desde cuándo tengo un novio tan creído? -levanta la ceja el mayor

- Desde que sale con el chico más guapo del universo -le deja un beso en la mejilla el rubio

Los chicos entrelazan sus manos y empiezan a fijarse en cada establecimiento en el que podría trabajar Agoney. Tras patearse media Barcelona y oír miles de "Ya te llamaremos", al fin un bar está dispuesto a ofrecerle un puesto de trabajo.

- Y que experiencia tienes? -pregunta el entrevistador

- Poca... más bien ninguna -se frota la nuca el canario

- Bueno, siempre se te puede hacer un contrato de formación y mientras trabajas, aprendes -ofrece la posibilidad el otro hombre

- Pues eso sería genial, la verdad -se ilusiona el canario

- Vale, pues ven por aquí y hacemos una prueba

El dueño del bar guía a los chicos a la barra. Coge una bandeja y la llena de botellas de plástico. Una gran decisión, pues las botellas no duran más de dos segundos en cuanto las coge Agoney.

- Perdón perdón -se disculpa el canario

- No pasa nada -ríe el chico- los nervios, vuelve a intentarlo

Agoney pone las botellas de nuevo en la bandeja y, a pesar de que duran unos cuantos segundos más en ésta, acaban cayendo de nuevo.

- Mira, me has caído muy bien y se te ve con muchas ganas... -empieza a decir el dueño del bar- pero quizás esto no sea lo tuyo, no crees?

- No, si tienes razón -se resigna el canario

- Mucha suerte -le desea el otro chico

- Gracias -sonríe Agoney antes de salir acompañado de Raoul

- Bueno, sabemos que ser camarero no es lo tuyo -le consuela el rubio acariciándole el hombro

- Soy torpísimo, Raoul -se indigna el canario

Raoul le consuela pasándole el brazo por su hombro y andando abrazado a él. El rubio siempre ha tenido simpatía por la gente torpe, más que nada porque él era el primero en caerse en un suelo liso o golpearse contra un cristal al salir de algún sitio, pero si se trataba de Agoney esa simpatía se le multiplicaba por mil y sólo tenía ganas de achucharlo hasta que se le pasara el cabreo por su propia torpeza.

EUPHORIA (Ragoney) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora