Una larga charla antes de la tormenta.

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Narrador omnisciente;

Mina se mantuvo quieta observando el cuerpo inconsciente de su imprimación. La joven suspiró llevando una de sus manos hacia su rostro presionando con su dedo índice y pulgar el puente de su fina nariz, lentamente entreabrió sus labios permitiendo liberar el oxigeno que había manteniendo retenido en sus pulmones a la vez que deslizaba su lengua por su secos cerezos humedeciendo aquellas dulces carnes con su saliva. Mina volvió a colocar toda su atención en el rostro sereno de Nayeon, por instinto se acercó a la pelirroja hasta arrodillarse frente a su bonita anatomía estirando sus manos para tocar el cálido cuerpo de la contraria, la japonesa deslizó una de sus palmas por los muslos internos de la humana mientras que, con la otra la posaba justo en la nuca. La alfa de un solo impulso fue capaz de levantarse sosteniendo con fuerza el cuerpo inconsciente de su imprimación.

La castaña mordió el interior de su mejilla al sentir como la humana apoyaba su mejilla contra su hombro provocando que su caliente respiración golpeara justo en su expuesto cuello. Mina caminó en dirección de la cama ajena manteniendo aun firme su agarre contra la anatomía de su imprimación, la joven inclinó su torso bajando con delicadeza a Nayeon intentando que esta no despertara mientras que posaba su cuerpo sobre el colchón. La extranjera velozmente tomó las cobijas que se hallaban hechas un ovillo sobre el borde de la cama, para luego simplemente posarlas sobre la anatomía de la pelirroja arropando a la muchacha hasta los hombros, se quedó en silencio dando un par de pasos hacía atrás manteniendo sus ojos fijos en el rostro sereno de la humana, la muchacha miró por sobre su hombro percatándose de la existencia de una silla posada contra la pared, sin pensarlo dos veces tomó asiento en esta llevando sus dos piernas contra su pecho mientras que inclinaba su anatomía hacia el respaldo de la madera permitiendo que las suelas de sus zapatos se posaran sobre el borde del asiento. Mina completamente serena apoyó su mejilla contra sus rodillas parpadeando con lentitud hasta que terminó por quedarse dormida.

Soñó con Chaeyoung, su vivido retrato apareció en escena sintiéndose completamente embobada por aquellos atractivos hoyuelos que se marcaban ante su brillante sonreía, ella se veía feliz con aquel llamativo vestido blanco que le quedaba tan bien a sus caderas. La japonesa intentó acercarse a ella, pero bruscamente detuvo todos sus movimientos al ver que, por algún extraño motivo el rostro emocionado de su omega había sido reemplazado por la tristeza y la humedad en sus sonrojadas mejillas. Mina sacudió su rostro e intentó hablar, pero a pesar de que estaba utilizando todos sus esfuerzos por entreabrir sus labios estos no estaban siendo capaces de liberar ningún tipo de sonido hacia el exterior. De repente el cuerpo de su omega desapareció de su vista, confundida la muchacha giró sobre sus talones observando las blancas paredes del lugar y no puedo evitar el pensar que jamás en su vida había visto aquella habitación. El cuerpo de la alfa se paralizó al ver desde lejos una melena jodidamente rojiza moviéndose al compás del caminar ajeno. Los muslos de la extranjera comenzaron a moverse como si de gelatina se tratase al notar como aquel cuerpo femenino cada vez se acercaba más a hacia el suyo, la castaña entreabrió sus labios a la vez que su corazón dejaba de latir; ahí estaba Nayeon acercándose con lentitud mientras que sostenía entre sus manos y antebrazos el cuerpo inerte de alguien conocido para su memoria, Mina no quería creerlo, pero aquella mirada sin vida y las venas rojizas resaltando de los pálidos pómulos de su imprimación la hicieron entrar cruelmente en razón.

—Tu nos mataste—habló Nayeon sin emoción en sus palabras a la vez que, de forma brusca arrojaba el cuerpo sin vida contra los pies de la castaña—no fuiste capaz de protegernos—aclaró exhibiendo sus afilados colmillos.

Mina cayó de rodillas contra el suelo estirando sus manos temblorosas hacia la anatomía inerte de su omega, sus ojos se llenaron de lágrimas mientras que sus latidos cada vez se volvían más dolorosos. La japonesa negó sosteniendo entre sus palmas los frágiles hombros de la pelinegra topándose de frente con la sangre que empapaba la anatomía de la menor, la castaña angustiada alzó su mirada observando aquellas orbes anaranjadas sin vida alguna posadas en su melancólico rostro siendo acompañadas por sus pálidas facciones y el color de sus labios resaltando por el brillo de la sangre ajena; Nayeon estaba demostrando una belleza deslumbrante, y quizás aquella era la verdadera razón por la que la alfa no había sido capaz de ir contra su anatomía y asesinarla con sus propias garras.

The Wolf Woman [G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora