Living In A Dream [ Harry Potter ]

Fifty-eight: Torture

Cincuenta y ocho: Tortura.

Los pasos de Lucy Evans y sus amigos resonaban por todo el pasillo del departamento de misterios, había sido difícil llegar hasta ahí, volaron en Thestrals para llegar ahí y entraron al ministerio por la entrada de invitados, se dividieron por turnos para poder entrar pues no todos cabían en el desvencijado elevador, y ahora iban por el departamento de misterios guiados por Harry, que había estado ahí, en sus sueños, pero había estado ahí.

Se encontraron en una sala circular en donde todo era de color negro, estaban rodeados por varias puertas negras, cuando entraron y cerraron la puerta, las otras puertas comenzaron a dar vueltas haciendo que los chicos no pudieran distinguir por cuál habían entrado, el suelo no se movía, pero Lucy tenía la sensación de que sí lo hacía.

No podía creer que dentro de poco tiempo estaría de nuevo frente al hombre que mató a su familia sin remordimientos, se sentía mareada y quería parar, pero no dijo nada, habían decidido ayudar a Harry, además, Sirius los necesitaba.

Comenzaron a revisar las puertas en busca de la sala correcta, las puertas se abrían con facilidad, lo cual era raro ya que ninguna tenía picaporte. La primera sala a la que entraron estaba casi vacía, solo había unas pocas mesas y un gran tanque en el que fácilmente pudieron haber nadado ellos, pero dentro de él algo nadabalentamente, Lucy hizo cara de asco cuando distinguió lo que estaba dentro.

—¿Son cerebros? —preguntó a sus amigos.

—Sí —contestó Hermione —. ¿Qué estarán haciendo con ellos?

—Aquí no es, vámonos —dijo Harry, todos dieron media vuelta pero la voz de Ron les hizo detenerse.

—Aquí también hay puertas —exclamó Ron. Todos miraron a Harry.

—En mi sueño cruzaba la sala oscura y después entraba directamente en la sala sin atravesar ninguna puerta extra —nadie protestó y salieron de la habitación de los cerebros. Antes de que cerraran la puerta, Hermione la marcó con una gran X roja, casi tan luminosa como el fuego.

La sala volvió a dar vueltas en cuanto cerraron la puerta, Lucy rogaba porque la X se mantuviera. La sala se detuvo y Lucy vio triunfante como la X seguía distinguiéndose.

Esta vez entraron en una sala que era un tipo de foso de piedra, el centro estaba rodeado de unas gradas de piedra, el centro estaba hundido, Lucy dio un paso para ver qué era lo que estaba ahí abajo, vio una especie de arco con un velo negro que se movía perezosamente embelesando a Lucy y haciendo que poco a poco se acercara al arco, una especie de voz salía de este y hacía que la chica se interesara más y acelerara el paso.

Podía escuchar a sus amigos gritarle, como si de una radio se tratase. Lucy estaba tan cerca de él que casi podía tocarlo, deseaba hacerlo, era extrañamente hermoso y le daba la sensación de que había alguien esperándola al otro lado del velo. Dio un paso al frente para poder tocarlo, pero la mano de Neville la detuvo, ella lo vio con cierto enojo, pero aun así la jaló fuera de la sala, en donde Hermione marcó otra X en la puerta.

La pelirroja se sentía aturdida, como si la hubieran sacado de un profundo sueño, siguieron con las habitaciones, la siguiente estaba completamente cerrada y no pudieron abrirla con nada. Hermione marcó otra equis en ella, las paredes volvieron a dar vuelta y finalmente dieron con la habitación que necesitaban. La expresión de Harry era de alivio, todos los siguieron dentro de la puerta, atravesaron la habitación rápidamente, a Lucy no le quedaban ganas de admirar nada después de su experiencia con el arco viejo.

Llegaron a otra puerta, esta también se abrió con facilidad y entraron a una habitación de techo elevado, estaba llena de estanterías altísimas llenas de brillantes bolas de cristal. Avanzaron hasta la hilera número noventa y siete con las varitas bien empuñadas preparados para cualquier señal de movimiento. El corazón de Lucy latía desbocado, no podía negar que estaba muerta de miedo, no estaba preparada para ver los ojos rojos de Voldemort de nuevo, tampoco lo estaba para escuchar su fría voz de nuevo, definitivamente estaba aterrada, quería dar media vuelta y dejarlos a todos ahí, dejar que se enfrentaran ellos solos a lo que sea que encontrarían en el pasillo noventa y siete.