Sixty-two: Charmed necklaces.

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Sesenta y dos: Collares hechizados.

¿Era feliz realmente?

No lo sabía con exactitud, al menos no en ese momento, estaba llorando descontrolada y desconsoladamente, otra recaída, a veces una era más fuerte que la otra, pero sin duda esa era la más devastadora que había sufrido en los últimos meses.

Podía haber vuelto a sonreír, podía estar arreglando el desastre que había causado el curso anterior, y podía hacer mil cosas, pero ninguna le quitaría las enormes ganas de recibir un abrazo de su madre, nada compensaría las palabras sabías de su padre y nadie podía hacerla olvidar las bromas de su hermana.

Era horrible el sentimiento constante que tenía, como si esperara que en algún momento recibiera una carta de su madre diciéndole que todo había sido una broma y que estaban bien en casa, era como si se hubieran ido de vacaciones y ella estuviera esperándoles.

Todavía le costaba creer que no volvería a verlos y cuando entraba en la cuenta lloraba desesperadamente como en ese momento, y las imágenes aparecían como golpes, una tras otra abriéndole heridas que ella creía cerradas.

Sentía que se ahogaba con su propio llanto, por más que trataba de tomar aire simplemente no podía, sus lágrimas empapaban su cara mientras la vista se le nublaba, ¿Qué tan ridículo era morir asfixiada por su propio llanto?

—Rojita, ¿Estás bien? —sentía como la sacudían, poco a poco la vista se le fue aclarando y pudo ver ante ella a un chico rubio con unos intensos ojos azules que suspiró al ver que la chica dejaba de ahogarse.

Lucy miró alrededor tratando de identificar en dónde se encontraba, seguía llorando aunque, un poco más calmada.

—¿Dónde estoy? —la pelirroja estaba totalmente desubicada y se abrazaba a sí misma tratando de tranquilizarse y darse un poco de calor.

—Estás en un pasillo del quinto piso, iba a mi clase de transformaciones cuando te escuché —Lucy volvió a poner atención al chico que tenía frente a ella, no podía negar que era demasiado guapo, iba vestido con el uniforme de Ravenclaw y parecía portarlo con orgullo.

—Lo siento, ahora perderás la clase por mi culpa —la Gryffindor bajó la cabeza, bastante apenada.

—Eso es lo de menos en este momento —dijo él como si la clase de McGonagall no tuviera ninguna importancia —. No quiero entrometerme mucho pero, ¿Por qué llorabas tan dolorosamente?, Me has entristecido bastante.

Una vez más Lucy agachó la cabeza, se dio cuenta de la incómoda posición en la que estaban ambos, ella sentada en el piso y el hincado frente a ella. La chica trató de levantarse, inmediatamente el Ravenclaw vio sus intenciones y se levantó primero para poder tenderle la mano la cual ella aceptó.

Una vez incorporados se formó un silencio incómodo el cual ninguno sabía cómo romper.

—Mi familia fue asesinada frente a mis ojos —fue interrumpida por un grito ahogado del chico.

—Eres tú, oh, siento mucho lo que Sirius Black le hizo a tu familia —Lucy frunció el ceño.

—No fue él quien lo hizo, El Profeta mintió —ella rodó los ojos —, fue lord Voldemort quien me visitó aquella horrible noche.

Era demasiado notorio que él intentaba ocultar su sorpresa, Lucy hizo una mueca.

—De igual manera lo siento mucho, aunque sé que estas palabras no te ayudaran en absoluto, solo te harán rabiar más —Lucy se rio y asintió.

—Nunca te había visto por los pasillos —comentó Lucy.

—Quizás se deba a que voy en un curso mayor —ambos se encogieron de hombros —. Me llamo Matthew McLean, pero preferiría que me llamaras Matt.

Living In A Dream [ Harry Potter ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora