Capítulo dieciocho.

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Steve y Bucky salieron del cine

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Steve y Bucky salieron del cine. Ambos habían llegado a un punto hace meses que ir al cine al menos una vez al mes era seguir una de las pocas rutinas que deberían evitar en sus vidas pasadas. Aunque las cosas habían cambiado. Todas las películas estaban en color ahora, a menudo y más de lo necesario en 3D, y se basaban más en escenas llenas de acción y explosiones de bombas que en una historia elaborada.

—Entonces, ¿qué hiciste ayer? —preguntó Steve, con las manos en los bolsillos.

—Ella me llevó a kickboxing —respondió Bucky. Una sonrisa jugó en sus labios—. Me noqueó como una o dos veces. Tal vez incluso tres, no que yo sepa con seguridad.

Steve sonrió. —Es genial —dijo—. Me alegra que las cosas vayan bien entre ustedes dos.

Maria Hill y James habían estado saliendo por varias semanas, aunque no podía decir exactamente cuánto tiempo había considerado descubrir su relación.

—¿Ella sabe que yo sé? —preguntó.

El encogimiento de Bucky dio su respuesta antes de que dijera algo. —Bueno, no exactamente.

Steve suspiró. —Pensé que ya hablamos de esto. Deberías decirle a ella. Si se entera sola, ella...

—...probablemente pueda noquearme una cuarta vez. Sí, lo sé —Bucky lo interrumpió—. No te preocupes, le he estado dando pistas, ya sabes, como sugiriéndote que te avise.

—¿Y?

James frunció ligeramente los labios. —Ella se está empezando a dar cuenta... de a poco, supongo.

Steve puso los ojos en blanco, no por la renuencia de Hill a ser presentado a él como su novia, sino porque la incompetencia alucinante de su mejor amigo se combinó con una falta de entusiasmo extrema.

—Ella dijo que estaba esperando el momento adecuado. María no es el tipo de mujer que pueda mezclar su vida profesional y personal. Quiero decir, ella apenas se está recuperando de romper su regla número uno conmigo.

—No importa —dijo Steve como una manera de poner fin a esta conversación—. Creo que dejar que se alargue un poco más no es un problema.

Bucky pareció procesar sus propias palabras y luego apuntó firmemente con su dedo índice hacia él. 

—Claro que no. —demandó en un tono de advertencia.

—¿En serio me estás poniendo a prueba? —exclamó Steve.

—Todos sabemos que eres un pésimo mentiroso. Ella te descubrirá de inmediato y me arrastrarás contigo.

a bolt from the blue | romanogers.²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora