Capítulo once.

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De regreso a SHIELD, Steve y Natasha estaban saliendo de la oficina de Fury para dar su informe verbal

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De regreso a SHIELD, Steve y Natasha estaban saliendo de la oficina de Fury para dar su informe verbal. Cuando salieron, encontraron a Bucky caminando hacia ellos.

—¿En serio? ¿Te envían a buscar un vehículo y regresas con el dinero y los criminales? que engreído. —dijo.

—¿Por qué? ¿Intentaste impresionar a Fury?— Natasha replicó con una sonrisa.

Bucky le lanzó una mirada y esquivó el comentario con una mirada apática.

—¿Cómo supiste dónde encontrarlos? —preguntó de nuevo, mirando a Steve.

Se encogió de hombros. 

—Seguimos un presentimiento. —respondió.

Su amigo asintió, se detuvo y luego los miro a ambos; su expresión cambió notablemente.

—¿Y cómo les fue a ustedes dos? —interrogó con una expresión casual fingida, enfatizando ligeramente la última palabra.

Steve trató de contener un suspiro. No sutil.

—Bien, como siempre —respondió Natasha con despreocupación—. En realidad, pensamos en celebrar el éxito de nuestra misión con una dona, pero nos dimos cuenta de que sería indecente hacerlo con los otros agentes presentes.

Bucky se mantuvo neutral, o al menos eso intentó, pero sus pupilas temblaron ligeramente, traicionando su consternación y curiosidad.

En cuanto a Natasha, ella actuó perfectamente estoica ante su inocente comentario. Se giró hacia Steve, dejando que una sonrisa se detuviera en sus labios el tiempo suficiente para que Bucky lo notara, pero lo suficientemente breve como para parecer genuino y espontáneo.

Ella se deslizó por el pasillo y giró en la esquina, lanzando un vistazo divertido en dirección a Steve.

—¿De qué está hablando? —Bucky disparó en el instante en que salió de su línea de visión.

Steve se volteó hacia su amigo y sonrió un poco. 

—Como ella dijo, casi comimos una dona.

No podía mentir, lo estaba disfrutando mucho. Se alejó casualmente también, para dejar a Bucky solo con su imaginación salvaje.

Cuando Steve entró en su oficina, encontró un sobre grande, de color marrón claro, sobre el escritorio. Lo recogió y su corazón se aceleró cuando leyó el nombre escrito en él. El nombre del fotógrafo. Caminó apresuradamente y cerró la puerta de su oficina como alguien culpable de actos siniestros y se sentó en su silla. Su primer instinto fue abrir el sobre, pero sus dedos desgarbaron la banda con delicadeza como la posibilidad de que una fotografía (o más) de Natalie pudiera estar adentro. Sacó las fotos con cuidado y su corazón palpitaba cuando notó qué tan gruesa era la pila, por lo tanto, aumentando las posibilidades de encontrar algo.

a bolt from the blue | romanogers.²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora